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lunes, 30 de abril de 2012

Los “nuevos” prospectos

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Por estos días, en que oficialmente se conmemora el cincuentenario de la creación de la Unión de Jóvenes Comunistas, en numerosos actos sus dirigentes han repetido hasta la saciedad que, la vanguardia juvenil tiene la misión de mantener la soberanía e independencia del país y la irreversibilidad del socialismo. Si esto fuera dicho por algún octogenario sería comprensible, pero en boca de jóvenes resulta un absurdo, sólo explicable por el grado de adoctrinamiento a que han sido sometidos durante su proceso educativo.

Un país no puede proclamarse soberano e independiente, si cada uno de sus ciudadanos no lo es. Además, hablar de soberanía e independencia en el Siglo XXI, cuando la mayoría de los países eliminan fronteras y unifican sus economías y políticas, en un mundo cada vez más globalizado, refleja concepciones obsoletas, correspondientes a épocas felizmente superadas por el desarrollo humano. Peor aún resulta utilizar la palabra irreversibilidad, y más todavía en algo fracasado.

Se supone que los jóvenes, siempre abiertos a lo nuevo y cambiante, apuesten por un país moderno y en desarrollo, insertado en el mundo, en correspondencia con el tiempo en que les tocará materializar sus proyectos de vida. Este país no puede ser el actual, involucionado y en crisis permanente, donde la ineficiencia ha echado raíces y subsisten arbitrarias leyes y regulaciones políticas, económicas y sociales, que frenan su libertad e iniciativa.

Comprometer a la juventud con una ideología y política totalmente desfasadas, que han incidido negativamente en la propia existencia del país como Nación, además de injusto es inmoral. Cada quien puede defender vehementemente sus ideas, equivocadas o no, durante todos los años de su vida, pero no tiene el derecho de imponérselas a las nuevas generaciones.

Como si no bastara, a bombo y platillo, se anuncia que el desfile por el primero de mayo, además de contar con la participación masiva de los trabajadores (que ni protestan ni reclaman, porque todo lo tienen, y desfilan sólo para dar las gracias), lo cerrarán cincuenta mil jóvenes, (mil por cada año del cincuentenario), ni uno más ni uno menos, con la exactitud propia de la espontaneidad organizada y controlada de los participantes, bien conocida por haberse aplicado también en los países del extinto campo socialista. Sin embargo, a pesar de todo, hemos avanzado algo: ya no se establecen y publican las consignas autorizadas a enarbolar por los trabajadores, lo que era habitual en desfiles anteriores, para evitar que algún despistado fuera a plantear algo incorrecto.

Estos dirigentes juveniles, designados por el partido en sus diferentes instancias y controlados por éste, muchos de ellos dogmáticos y grises, repitiendo los viejos discursos, sin quiera reciclarlos aportándoles algo nuevo, por suerte no representan a la mayoría de los jóvenes cubanos. Muchos hemos visto, que han desaparecido con la misma velocidad con que surgieron, barridos por los mismos que un día les otorgaron un papel protagónico. En definitiva, lo que menos necesitamos son estos nuevos prospectos. Prefiero muchos jóvenes cívicos, amantes de su país, inquietos, irreverentes, que lo cuestionen todo, llenos de preguntas, inteligentes y hasta inexpertos, pero responsables. Tal vez ellos sean capaces de deshacer nuestros entuertos económicos, políticos y sociales, y guiar a la Nación por los caminos de la prosperidad y del desarrollo.


http://mermeladas.wordpress.com/?p=538

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