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sábado, 29 de febrero de 2020

"Cuba' El desvarío socialista de Bernie Sanders

(AFP)
Quien puede llegar a ser candidato del Partido Demócrata se define como “socialista, socialista democrático”. Elogia a Fidel Castro y sus políticas educativas, dice que Evo Morales fue derrocado por un golpe (“en Ecuador”, dijo) y considera a Maduro el presidente legítimo. Todo ello casi en la misma oración, rematada con una curiosa formulación conceptual: “socialismo democrático como en Suecia y Dinamarca”.

Semejante ensalada de desatinos intelectuales y políticos, que no son nuevos en Sanders, contamina el debate y confunde al electorado. Además lleva su desorden terminológico a otras latitudes. Ya en 2015 el entonces Primer Ministro danés, Lars Løkke Rasmussen, había aclarado que “Dinamarca tiene una economía de mercado”. Pero ahora Sanders se metió a experto en América Latina, seguramente buscando Texas, Florida y otros estados con alta población latina.

Lo cual hace manipulando la realidad. Por ello es que Granma, órgano de difusión del Partido Comunista cubano, recogió el elogio en su portada. Claro que no agregaron que en Cuba la alfabetización es un requisito para una estrategia habitual de todo régimen de partido único: el adoctrinamiento desde temprana edad. Todos pueden leer, solo que el partido decide qué. Y ello en todos los niveles del sistema educativo.

El ejemplo ilustra que el problema de Sanders no es solo lo que dice, también lo que omite. El votante jamás se enteraría por él que el mundo socialista cayó estrepitosamente en 1989, pues porque fue un fracaso desde todo punto de vista. Tampoco dice que la socialdemocracia escandinava no es socialismo. Por el contrario, es una versión muy exitosa del capitalismo democrático: certeza de derechos de propiedad y mercados abiertos con los niveles mas altos de equidad social, competencia electoral y libertades individuales.

Es que hay una realidad que Sanders quizás ignore: no ha existido jamás una democracia política bajo una economía centralmente planificada. Y eso es el “socialismo realmente existente”, un modo de producción que elimina el derecho a la propiedad privada, colectiviza la agricultura y controla el flujo de comercio exterior. Fija metas de producción de acuerdo a planes quinquenales, un sistema centralizado que determina los niveles de inversión, producción e ingreso.

En la Europa del socialismo de Estado, el plan a su vez se desagregaba por año, trimestre y mes, así como también por sectores y por compañía. La economía no era más que un complejo sistema de indicadores obligatorios. Sin señales del mercado, dicho sistema prescindía del desarrollo tecnológico, de aumentos en la productividad y de mejoras en la calidad de los productos. Las metas se medían por el valor de la producción, no por la demanda de lo producido.

Esto transformó a la nomenclatura del partido en dueños de facto de los medios de producción, medios que también usaban para el lucro personal. Ocurre que la corrupción es estructural en un sistema en el cual se rinden cuentas hacia arriba, el Comité Central, pero nunca hacia abajo, los accionistas o la ciudadanía. La sociedad sin clases no era tal, la burocracia del partido único es la elite dominante.

En base a lo anterior, es lógico que las expropiaciones arbitrarias y las confiscaciones caprichosas, los ineficientes controles de precios y de capitales, y una economía asfixiada por regulaciones generen incentivos para comportamientos rentísticos y la captura del Estado por parte de los socios del poder político. De ahí a la cleptocracia como sistema de dominación hay solo un paso. Y de ahí al Estado criminal, como en Venezuela, otro y muy cortito.

Por supuesto que en este contexto la democracia competitiva es imposible. Socialismo y socialdemocracia no son sinónimos porque para esta última el capitalismo no es anatema, al contrario. Primero porque el mercado opera como mecanismo eficiente de asignación, en tanto las reglas sean transparentes y equitativas, es decir, para todos, no únicamente para los capitalistas amigos del poder, como es norma entre los socialistas del siglo XXI. 

También porque el mercado funciona como espacio de socialización. Alienta la iniciativa individual, la creatividad y la toma de riesgo, la receta de la prosperidad. Esto a su vez genera pluralismo, sin el cual no hay sociedad civil en el sentido estricto del término, o sea, un espacio autónomo de deliberación y agregación de intereses e identidades. Y sin sociedad civil plural no hay un sistema de partidos competitivos. Es decir, la idea de “socialismo democratico” termina siendo oximorónica.

El “socialismo escandinavo” de Sanders no es más que capitalismo con alta tributación individual para financiar el Estado de Bienestar. No así en términos de impuestos corporativos, que en Suecia, por ejemplo, son de los más bajos de Europa para atraer inversión. Además, los derechos de propiedad son estables, la cuenta comercial está abierta y el mercado laboral es dinámico, con legislación social generosa acompañada de grandes resultados en términos de productividad.

La Socialdemocracia escandinava no es socialista, más bien es la historia del capitalismo democrático que los socialistas como Sanders—y como Maduro, Castro, Ortega y Evo Morales—no quieren escuchar. Y no es que ellos no sean capitalistas pues lo son, solo que para sus fortunas mal habidas y las de sus socios, testaferros y amigos.
Y por favor, un poco de lectura no le vendría mal, Senador Sanders. Para no cometer errores sobre la historia del socialismo europeo y para poner a los dictadores latinoamericanos del socialismo del siglo XXI donde pertenecen: en un juzgado.



tomado de : https://www.infobae.com/america/opinion/2020/03/01/el-desvario-socialista-de-bernie-sanders/

"Cuba" ¿Pinocho u obediente?

Mentiroso compulsivo, ignorante u obediente vocero del departamento de Relaciones Exteriores del Comité Central del Partido, solo así se explican las declaraciones del ministro Bruno Rodríguez Parilla.
Por Germán M. González
En aras del espacio solo mencionaremos dos recientes afirmaciones del ministro de relaciones exteriores: “Cuba no interfiere en los asuntos internos de otros países”  y “en Venezuela no existe personal militar o de inteligencias cubano”. La primera pudiera ser ignorancia, en definitiva en las escuelas cubanas solo se imparte la historia oficial confeccionada por medio historiadores de media historia (1). La segunda resultó desmentida por el propio Maburro en un acto donde proclamó su derecho a contar con esas fuerzas cubanas, reconoció su papel protagónico y llamó a intensificarlas.
En la larga lista de expediciones armadas a múltiples países, la primera a poco más de 100 días de la toma del poder por Fidel Castro —Abril de 1959— fue a Panamá, donde arribó el yate Mayarí con 90 cubanos armados más algunos efectivos de otras nacionalidades. Esa expedición se realizó contra un país soberano gobernado por un presidente electo, que sucedió a otro igualmente elegido en las urnas al igual que su sucesor, es decir, el manido argumento de que los internacionalistascubanos actuaban contra dictaduras o el colonialismo es totalmente falso.
Desde entonces las expediciones a naciones soberanas, las intervenciones en conflictos entre éstas, el entrenamiento de miembros y apoyo material a cuanta organización terrorista existiera o se organizara desde Cuba, sobre todo en las Américas y África fue una constante hasta el desmerengamiento del “socialismo real” europeo. A partir de ahí se cambió la táctica, aunque no los propósitos finales: las misiones médicas y la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) sustituyeron con batas blancas los trajes de camuflaje de los militares. Aunque no totalmente, si en los primeros treinta años la “ayuda” médica complementaba la faena militar y de inteligencia, ahora se invierten las tareas: primero ayuda médica y más solapadamente lo otro, pero siempre ambas.
Ahora con fecha 25 de enero el MINREX cubano emite una declaración desconcertante: resulta que la colaboración médica con Bolivia se brindó de forma gratuita (a pesar de que los ingresos bolivianos resultan muy superiores a los magros ingresos cubanos) y ese país no transfirió ni un centavo a Cuba. Según el documento el costo de la colaboración para Cuba fue de 200 millones de dólares anuales. Esa declaración, de ser cierta, implica un cinismo descomunal, pues mientras los cubanos migran masivamente y los que permanecen padecen carencias de productos elementales se regala a un país con grandes recursos naturales que generan muchos más ingresos que los magros percibidos por Cuba que hoy, destruido el Patrimonio productivo, solo cuenta con la renta de fuerza de trabajo y las remeses de los emigrados.
Parece que Bolivia es una gran excepción de la “ayuda” como negocio de creer al MINREX, pues el propio Fidel Castro, en ocasión del defenestración de 75% de la agroindustria azucarera anunció que “a partir de ahora no acudiremos más al basurero del mercado mundial azucarera” pues los ingresos por servicios sustituirían los generados por al azúcar, Recientemente el entonces ministro de salud y ahora viceprimer ministro declaró en una entrevista que “Cuba tiene 55 mil médicos prestando servicios en muchas naciones que generan seis mil millones de dólares al año”. Esos números se reflejan en el Anuario Estadístico de Cuba (www.onei.cu) muy disminuidos actualmente.
Por último el ministro y su declaración olvidan que uno de los íconos del castrismo, el Che Guevara, murió precisamente en Bolivia adonde fue acompañado por un grupo de cubanos, todos miembros de las fuerzas armadas en una de las muchas expediciones para interferir en los asuntos internos, en este caso del país andino, así que el párrafo final de la declaración que dice textualmente:
“El Ministerio de Relaciones Exteriores reitera su respeto a los principios y normas del Derecho Internacional que rigen las relaciones entre los Estados y el estricto cumplimiento de su obligación de no intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otros Estados”
Este enunciado es tan falso que la misma deificación del Che desde entonces y hasta hoy lo desmiente.
(1) Por ejemplo, el presidente designado (para dos períodos) dijo recientemente que la Constitución de 1940 fue derogada por el dictador Fulgencio Batista. En realidad durante el batistiato estuvieron suspendidos los Derechos Constitucionales por períodos, pero la derogación de la Constitución se realizó el 7 de febrero de 1959 con la publicación de la Ley Fundamental que además terminó con la etapa republicana de nuestra Historia al concentrar todos los poderes en el Consejo de Ministros, con un Primer Ministro que nombraba o destituía según su parecer al resto de sus integrantes. Todo ello a pesar que la lucha por derrocar a Batista tenía como objetivo proclamado por todas las organizaciones opositoras (incluido en Movimiento 26 de julio presidido por Fidel Castro) el restablecimiento de la Carta Magna y el Código Electoral de 1943.


German Manuel Gonzalez | February 22, 2020 at 9:15 pm | Tags: internet | URL: https://wp.me/p5fyV7-2mI