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sábado, 17 de marzo de 2012

¿Quién es el cocodrilo?

Por Lázaro Tirador Blanco
Del discurso del Cardenal Jaime Ortega, televisado en Cuba el pasado 14 de marzo y dedicado a la visita que realizará a la Isla Esclavizada el Papa Benedicto XVI del 23 al 26 de este mes, lo que más me sorprendió fue la manera amena con que describe las características del pontífice y de sus intentos múltiples para comprometerlo a esta visita a Cuba. Esto sería de esperar de parte del Cardenal como preámbulo de la visita papal al país, si Cuba fuera el caso de un país que gozara de los más elementales derechos ciudadanos y no de una esclavitud total en todos los sentidos de la palabra, oprimida por la más larga, férrea y cruel dictadura de la Era Moderna.
Ni una palabra dedicó el señor Ortega a la situación deplorable, angustiosa y terrible en que se encuentran los cubanos que están presos sólo por disentir del régimen pacíficamente y anhelar la libertad de expresión, de pensamiento y de elección de su sistema de vida a las que tienen derecho los seres humanos.
Sabemos que el Cardenal Ortega fue el consejero de los Castro para que usaran la misma estrategia que cuando la visita de Juan Pablo II en el 2002 y que se resumen en liberar a algunos presos, permitir algunos cultos religiosos públicos y masivos y brindar al visitante una apariencia de bondad y comprensión que le impresionen a su favor.
En esta oportunidad, la adulonería increíble y la bajeza servil del Cardenal ha llegado al extremo de pedir a las fuerzas represivas del régimen que echaran fuera de una iglesia a un grupo de creyentes que sólo pretendían llamar la atención de la opinión pública para que sus reclamos ciudadanos fueran escuchados por Benedicto XVI. Este señor parece haber olvidado la manera en que estos mismos Castro enviaban a sus sabuesos a sacar por la fuerza de las iglesias a creyentes disidentes que buscaban refugio en ellas y que también dentro de las filas de los católicos hay mártires y víctimas de la tiranía castrista. De ellos se burla el señor Ortega al conspirar con los verdugos para tratar de dar al Papa una imagen edulcorada de una tiranía sangrienta, represora y violadora de los más elementales derechos humanos de su propio pueblo.
El discursito fue instructivo sobre el amor papal y la historia de la vida y obra del distinguido visitante. Pero también fue sumiso ante las disposiciones que de seguro le impuso el régimen –por si el valor le alcanzara al Cardenal Ortega-, sobre no mencionar el hambre, la falta de libertades ciudadanas, de derechos de expresión, de proponer y escoger el sistema político y gubernamental, la libertad de viajar fuera del país sin restricciones y todos los demás derechos elementales de los seres humanos que se violan en Cuba hace más de 50 años.
Es un milagro que Ortega no haya mencionado al cocodrilito que el Papa envió como delantera de su comitiva. Parece que la sensibilidad papal se sintió conmovida por la manera en que esa especie de cocodrilo auténtico de Cuba se está extinguiendo por la depredación y el comercio ilícito. Sin dudas fue un gesto loable de humanidad y preocupación papal ante la injusticia hacia el animalito cubano.
Esperemos que si un simple animal fue capaz de conmover al Papa Benedicto XVI, la muerte de dignos seres humanos –hechos a imagen y semejanza de nuestro Dios (Génesis 1:27), como Orlando Zapata Tamayo, Pedro Luis Boitel, Wilmar Villar, Laura Pollán y muchos otros que harían interminable la lista; además de los que sufren maltrato en las cárceles y en las calles por disentir y protestar contra la sangrienta tiranía, hagan que Benedicto XVI levante su voz en Cuba para pedir que se respeten los más elementales derechos humanos que son violados cada día en nuestra amada Cuba, que según el Cardenal Ortega él también ama.
De no ser así, quizás nos haya enviado a los cubanos una imagen que debiéramos entender como una cábala y que se refiera a que el Cocodrilo en Jefe sólo merece recibir de regalo a sus semejantes los cocodrilos reales.
Confiemos en que si el Papa no se atreviera a clamar abiertamente por la libertad de los cubanos, para todos quede claro que la corrupción que ha generado el castrocomunismo en el mundo como una plaga, ha llegado a contaminar también al Vaticano.
Las palabras finales del discurso del Cardenal Jaime Ortega en la televisión gubernamental cubana son un apoyo tácito al régimen y una burla ante las necesidades materiales –que él no sufre-, pero sufre el pueblo cubano: Que el Señor nos conceda un buen tiempo y una presencia del Papa en Cuba que dejará esa huella espiritual no contabilizable, no reducible a estadísticas, pero que será siempre también en nuestro corazón, en el espíritu del pueblo, porque en último término la espiritualidad del pueblo es tan importante, muchas veces, como sus necesidades materiales”.
Indudablemente este señor Ortega es -además de católico-, acólito de los Castro. Dios libre a Cuba de cocodrilos como este, aunque tengamos que cambiarlo por el que envió el Papa, siempre que se lleve a este de Cuba.

sábado, 3 de marzo de 2012

¿Un milagro del Papa para Raúl Castro?

Por Lazaro Tirador Blanco

Se recibe de nuevo la visita de un Papa en Cuba y una vez más el régimen de los Castro manipula este acontecimiento para sacar sus ventajas. Pareciera que el papado se haya propuesto soplar aires nuevos a la dictadura cada vez que ésta se encuentra al borde del colapso. No lo digo a manera de ofensa, pero como dice un popular proverbio: “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.

Si bien es cierto que la visita del entonces Papa Juan Pablo II a Cuba en 1998 estuvo rodeada de algunas “concesiones” de parte del régimen, la realidad fue que sólo utilizaron el “momento histórico” para mejorar en algo la difícil situación por la que atravesaba el régimen castrista. La historia demostró que todo siguió “de mal en peor” para el pueblo cubano. Pero aquella visita resultó como “un milagro del Papa para Fidel Castro”.

Cuando el león se encuentra enjaulado, un pequeño paseo por el circo le hace sentirse un poco libre. ¡Pero sigue enjaulado! Y así siguieron las cosas y así se mantiene enjaulado el pueblo cubano hasta esta nueva visita papal a la Cuba encadenada.

Hoy la iglesia evangélica se siente orgullosa de que –como resultado de la visita del Papa-, logró en aquel entonces celebrar 18 servicios públicos en un año en Cuba y muestra como algo positivo que el tirano representante de Satanás –Fidel Castro-, asistiera a algunos de estos eventos.

Hablemos claro, aquella visita papal supuestamente abrió algunas puertas para la iglesia, pero en realidad todo siguió igual. Los creyentes siguieron siendo acosados y algunos perseguidos y amenazados. Otros fueron manipulados y aquel aparente respiro para los cristianos evangélicos se convirtió en la presentación pública de algunos “cristianos representativos” que se convirtieron en asquerosos voceros de las “bondades” del régimen para con el pueblo de Dios, deviniendo reales promotores de la fachada tolerante del régimen hacia la Iglesia en Cuba, cuando la verdad sigue siendo la misma: controles políticos, amenazas, encarcelaciones, restricciones y cuanto obstáculo Satanás disfrazado de verde olivo ha ideado para seguir oprimiendo a los verdaderos cristianos en la Cuba castrista.

Es bochornoso y a la vez doloroso que aún hoy haya gente que se crea aquello de que “tras la visita del Papa las iglesias evangélicas puedan alcanzar el debido reconocimiento”.

Hablemos claro, para quien la visita papal será un “bálsamo milagroso” para algunas de sus penurias actuales será para el régimen castrista. Pese a la tradicional pasividad de la mayoría de los gobiernos norteamericanos –incluyendo al actual-; la indolencia y la complicidad de muchos gobiernos alrededor del mundo y el sufrimiento creciente de la inmensa mayoría del pueblo cubano, la visita de Benedicto XVI a Cuba será más útil para el propio régimen que para el esclavizado pueblo de Cuba.

Cuando en 1984 Fidel Castro comenzó su relación con el Reverendo Jesse Jackson, el régimen comenzó una nueva política hacia la iglesia en Cuba. Esa política se podría resumir en dos grandes objetivos: la apariencia de una apertura hacia los evangélicos y lograr convertir a alguna personalidades evangélicas en voceros de las bondades del régimen. Los llamados “Pastores por la Paz” y el Reverendo Lucius Walker han sido verdaderas “vitrinas publicitarias” para el castrismo en los propios Estados Unidos y el resto del mundo.

No obstante todas estas circunstancias y manipulaciones, la verdadera iglesia de Jesucristo, con miles de iglesias en casas, con incansables creyentes predicando el Evangelio, sufriendo persecuciones y abusos y siendo reprimida constantemente no tiene puesta su mirada en la próxima visita del Papa, ni en Obama o cualquier otro hombre, quienes siempre la han defraudado.

La verdadera iglesia cristiana alza cada día sus ojos a los montes, de donde vendrá su socorro, porque su verdadero socorro proviene de Jehová, quien hizo los cielos y la tierra (Salmos 121).

La anterior visita papal a Cuba –de Juan Pablo II-, llegó en un momento difícil para el castrismo. Hoy, el régimen comunista de tambalea como nunca antes y necesita algo que le dé un nuevo respiro de alivio. Los grandes negocios petroleros con Rusia, China e Irán aún están tambaleantes y la explotación petrolera en la plataforma insular frente a Estados Unidos dependerá de la reelección de Barack Obama y para colmo, -la inminente muerte de Hugo Chávez carcomido por el cáncer- amenazan hasta las raíces la sostenibilidad del castrismo. Raúl Castro y la “Momia en Jefe” (su hermano y mentor Fidel), saben que necesitan de “algo impactante en el pueblo cubano” para obtener un respiro. La próxima visita a Cuba de Benedicto XVI puede ser “ese milagro” que les viene “como anillo al dedo”.

Pero hoy las condiciones no son las de 1998. El pueblo cubano no aguanta más y la Isla se rebela de manera que se hace cada vez más incontrolable y es evidente que el pueblo ha perdido el miedo a la represión. Raúl Castro sabe que en cualquier momento le puede pasar como a Gadafi en Libia y por eso trata de usar al Papa como un “remedio casero” para mejorar su salud política.

Pero aunque no lo quieran reconocer aún, el castrismo es un cáncer en fase terminal y para alivio de los cubanos –y del resto del mundo con vergüenza-, ese mal que tiene el régimen cubano “no lo cura ni el médico chino”, como decía mi abuela.

Quizás la visita del Papa pudiera ser la “extremaunción” del régimen moribundo.