El diario ABC de Madrid en un reportaje de M.Arrizabalaga hace un recuento de los presidentes y jefes de Estado que mas tiempo han dedicado a hablar y hablar  -sin ningún sentido las mas de las veces- escondiendo así serias altas en sus gobiernos.
A los venezolanos no nos ha de extrañar que el campeón  haya sido el presidente Hugo Chávez Frias quien en estos trece años de gobierno nos ha tenido encadenados a su verbo de manera obligatoria por casi siete meses continuos de transmisiones de radio y televisión.
Aquí el reporte de ABC:

LOS MANDATARIOS MAS CHARLATANES

Más de 1.500 horas de discursos en sus ya 13 años de gobierno convierten a Hugo Chávez en el mandatario más charlatán de los que siguen en primera línea política. Aún a distancia, eso sí, de Fidel Castro, el líder político que más palabras ha pronunciado en público. Solo hasta 1986 había pronunciado ya más de 20.000 discursos, según su biógrafo Tad Szulc, y aún añadiría otros 400 antes de ceder el poder a su hermano Raúl en 2006. Su afán retórico continúa después en forma de Reflexiones semanales en el diario Granma.
 
El líder de la revolución cubana entró en el libro de los Guinness por su primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1960. Duró 4 horas y 29 minutos, tiempo récord ante los micrófonos de la ONU pese a que comenzó diciendo «Aunque tenemos fama de hablar largo, no se preocupen, Haremos todo lo posible para ser breves». Y quizá pensó en que lo estaba siendo, porque ocho años después pasaría a la historia con una interminable alocución de 12 horas, con apenas una pausa.
¿Quería Chávez emular a su mentor cuando el pasado enero rompía su propio récord al hablar casi diez horas seguidas al presentar su «Memoria y cuenta»? Noticias24.com colgó íntegro el discurso que ocupa 146 páginas. El presidente venezolano pronunció su mensaje ante la Asamblea Nacional de pie, sin ningún tipo de interrupción, sorprendiendo con este alarde de retórica en plena enfermedad.
El cáncer que combate Chávez le ha alejado en parte de los focos mediáticos en los que era casi omnipresente. Ha pasado 200 de los últimos 340 horas hospitalizado y 90 de ellos fuera del país por sus frecuentes viajes a Cuba para someterse a radioterapia, según recoge El Nuevo Herald. Durante siete meses tuvo que suspender la emisión de «Aló presidente», el programa dominical que inauguró en 1999 y del que ya llevaba hasta entonces 377 emisiones. Volvió a principios de este año con una entrega de cinco horas en la que también cantó y bailó.

Común en líderes poco democráticos


«Los discursos largos son característicos de líderes con poco apego a la democracia que no argumentan con razones sino que apelan a movilizar a los oyentes con sensaciones», explica Fran Carrillo, director de La Fábrica de Discursos. «Es pura química irracional». Aunque muy pocos son capaces de atender ocho o nueve horas de discurso sin dormirse.
El secreto de un buen discurso reside en buena parte en su brevedad porque la atención mengua a partir del minuto 20 y resulta más difícil para el que escucha recordar después el mensaje que se quiere transmitir. El primer consejo que da Carrillo a cualquier orador es «que sea breve, que no sea muy largo y que sea corto», siguiendo las recomendaciones que daba Winston Churchill, un gran orador, que decía que «para hablar una hora bastan cinco minutos de preparación, pero para hablar cinco minutos hace falta una hora de preparación».
En Latinoamérica es habitual que este consejo caiga en saco roto. El director de la Fábrica de Discursos cree que el gusto por la retórica está «impregnado en su ADN». «Se dirigen a una población en gran parte analfabeta o con mínimos estudios a los que tienen que llegar con sensaciones y conceptos cercanos». Castro y Chávez no son los únicos que se han hecho famosos. El presidente ecuatoriano Rafael Correa (con medio centenar de discursos en 2011) o la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner son otros de los mandatarios latinoamericanos que gustan de «hablar largo» a sus conciudadanos.
Cristina Fernández  inauguró las sesiones del Congreso de este año con una intervención de tres horas y 17 minutos cuando Barack Obama solo empleó poco más de una hora en el discurso sobre el Estado de la Unión. Fue tan comentada la extensión del discurso que Mabel Remón, la ínterprete de signos de la presidenta argentina, se convirtió en el tema más mencionado («trending topic») de la red social Twitter con el hashtag de #LaMuda.
Correa, por su parte, llegó a pronunciar seis discursos el mismo día en las cuatro plazas quiteñas ocupadas por los seguidores del Gobierno durante la contramarcha convocada en respuesta a la manifestación indígena en su contra el pasado marzo, según recogía el diario La Hora.

Fuera de Latinoamérica

 
En el extremo contrario se encuentra el presidente uruguayo José Mújica que repasó su gestión y esbozó lo que falta por hacer en apenas nueve minutos de discurso televisado. En esta línea concisa sitúa Carrillo a Mariano Rajoy o Nicolás Sarkozy. No existe una duración ideal de un discurso, ya que depende del contexto. No es lo mismo un mitin, que un discurso de toma de investidura o unas palabras cuando se recoge un premio. Pero toda alocución debe ser «sincera, realista, convincente y debe atender a las necesidades», a juicio de Carrillo. «Hay que conquistar con palabras y luego con hechos», añade.
Estas recomendaciones no se cumplen en el discurso populista que acompaña a gobernantes con poder omnímodo, como el presidente de Uzbekistán, Islam Karinov, al mando del país desde 1989, que gusta de ser omnipresente en los medios de comunicación. El primer ministro y presidente electo ruso Vladimir Putin, aunque con un perfil más serio, también juega con cartas similares.
El político corre además el riesgo de «gustarse» en sus comparecencias. El exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi,  que se durmió durante un discurso del presidente Giorgio Napolitano en 2010, llegó a jactarse de ser el líder más popular del mundo.
Este tipo de discurso no forma parte de la tradición de países asiáticos como China o Japón, donde la gestión se valora más que la retórica. Sí existen ejemplos africanos, como Teodoro Obiang, en Guinea Ecuatorial, y aunque en el mundo árabe son los líderes religiosos quienes encarnan las alocuciones más populistas, Carrillo destaca a Mahmud Ahmadineyad en Irán.
¿La ausencia por enfermedad de quien ha aparecido constantemente en los medios recorta su poder? ¿Qué ocurre cuando calla quien gobierna constantemente hablando? A juicio del director de La Fábrica de Discursos, no está claro si el cáncer de Chávez le aleja de su electorado. «Le puede perjudicar, pero también beneficiar porque también se arropa a un líder por pena», considera Fran Carrillo. De lo que sí se muestra convencido este experto en oratoria es que ese exceso de personalismo de Chávez o Castro es también su talón de Aquiles. Los sucesores no tienen el mismo carisma y sus regímenes suelen acabar muriendo con ellos.

Fuente:  http://runrun.es/runrunes/41166/chavez-entra-en-records-de-mas-charlataneria.html