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domingo, 6 de mayo de 2012

Los límites del Cardenal. Un editorial de Carlos García martinoticias.com

Las declaraciones del Cardenal Jaime Ortega y Alamino en la Universidad de Harvard son motivo de controversia, indignación o crítica por parte de cubanos dentro del país y en el exilio, así como también de organizaciones en ambos lados del estrecho de la Florida. Ante esta circunstancia, relevante para el acontecer socio-político actual y de futuro en Cuba, Radio y Televisión Martí están obligados a interpretar los hechos objetivamente y tomar posición en lo que considera justo y necesario.



Las palabras del Cardenal Ortega sobre un grupo opositor en Cuba y la referencia culposa sobre un pedido que le hiciera Monseñor Agustín Román son el centro de la controversia.


El Arzobispo de La Habana se expresó con desprecio y arrogancia contra trece disidentes que ocuparon una iglesia en la capital cubana, días antes de la visita del Papa Benedicto XVI, para exigir la mediación del Pontífice en sus demandas políticas.


El Cardenal Ortega los calificó como "delincuentes y  de (personas) poco nivel cultural". Esta actitud de Ortega sólo pone en evidencia y responde a su contubernio político con el gobierno, a la complacencia de seguir la línea oficial, a no disentir. Esa es una actitud lacaya, además, de demostrar una profunda falta de comprensión y piedad con la realidad humana de estos hijos de Dios.


Condenar a estos trece es contrario a la doctrina de Cristo, es mancillar la emancipación del espíritu que propone el evangelio, es cercenar el derecho a la libre expresión. Despreciar a estos hombres por su nivel educativo es un desprecio del Cardenal "a la cultura fundamental del cristianismo que se basa en la piedad y la misericordia".


El Cardenal Ortega también intentó empañar la memoria del recién fallecido Monseñor Román. Ortega afirmó que el Obispo exiliado le pidió no incluir en sus homilías la palabra "reconciliación".


Quienes conocimos la vida y obra de Moseñor Román sabemos que es una canallada poner esas palabras en su boca y esas intenciones en su corazón. No necesita reconciliarse quien no está dividido o peleado. Cuando te ocupas de tu hermano dándole de comer, cuidando su salud con medicamentos y cubriendo sus necesidades físicas y espirituales como hace el exilio con el pueblo necesitado en Cuba, no cabe pedir reconciliación. Será que el Cardenal Ortega habla de reconciliarse con el régimen opresor, pero eso que lo haga él.


Cardenal Ortega, por favor, sea fiel al evangelio que predica.


Y algo que todos debemos saber es que no existe una Iglesia nacional.  La Iglesia es universal, por ello se le define como Iglesia Católica. Su única cabeza visible es el Papa y en cada arquidiócesis o diócesis la dirige su arzobispo u obispo, quienes no reciben órdenes de ninguno de sus colegas aunque vivan en la misma nación, solo del Sumo Pontífice. Por ende, el arzobispo de La Habana, Jaime Ortega y Alamino, no es la cabeza de la Iglesia en Cuba porque todas las naciones tienen una Conferencia de Obispos Católicos o Conferencia Episcopal, para planear en conjunto la pastoral y los problemas comunes.


No hay por qué disgustarse o enfadarse con la Iglesia por la actuación positiva o negativa de uno de sus miembros, quien en este caso tiene como obligación pastoral salvaguardar el Magisterio Eclesial. Si lo hace o no, tendrá que dar cuentas a Dios quien le encomendó y eligió para esa ardua tarea.

mayo 03, 2012

(Nadie sabe por qué tumbaron esta página: http://www.martinoticias.com/content/article/10862.html)