La guerra sucia, un recurso típico de los autoritarismos en estado de desesperación, es la estrategia del Coyote para la etapa del cierre de campaña.
El objetivo principal es detener el deslave rojo. Algo que aspiran alcanzar a través de “desmontar el programa del candidato majunche” pegándole el sello de “neoliberal” a través de la mentira y el montaje con el uso de transfugas mercenarios.
La idea para detener el desplazamiento del apoyo rojo hacia Capriles, en el documento de la estrategia de guerra sucia del oficialismo, se fundamenta en lo que llaman la “re-moralización de nuestras fuerzas”. Un claro reconocimiento de la desesperanza que campea en las filas del régimen a consecuencia de los reiterados incumplimientos induciendo la estruendosa caída de respaldo popular.
El fracaso de semejante plan salta a la vista. Los mecanismos empleados en la consecución de su fin son absolutamente errados.
En primer lugar, porque parten de supuestos falsos como es el de la supuesta “superioridad moral de los revolucionarios”. La moral del Coyote y su Corte parece un chiclet.
En segundo lugar, porque “des-oficializar al candidato” es una atrocidad; es una gran estupidez creer que pueden pasar el contrabando convertirlo en un candidato “opositor” que critica a los suyos y se desmarca de sus errores reforzado en el concepto de “El Chávez similar a mí”, valga decir “Chàvez es como tú”: feo, bembón, desdentado y pelabolas. ¡Habrase visto semejante caradurismo!
En tercer lugar, porque aspiran “potenciar los ejes psicológicos de cercanía afectiva, confianza y liderazgo”. Es decir, bajarlo de la carroza y ponerlo a caminar. Algo casi imposible.
Y finalmente, el embuste de “Chávez, cuenta conmigo” porque es “un buen padre, un buen esposo, un buen hijo y un buen amigo”. ¡Ni Doña Elena lo cree! La gente desea un candidato en quién contar y ese se llama @hcapriles
http://www.lapatilla.com/site/2012/09/12/corto-y-picante-la-guerra-sucia-del-coyote-por-fariasjoseluis/
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