PUERTO PADRE, Cuba, septiembre, www.cubanet.org – “Hoy ingresan a la Universidad de La Habana más de 1,400 nuevos estudiantes de casi toda la geografía del país, sin distinción de sexo, raza, credo o inclinaciones políticas”, dijo el rector doctor Gustavo Cobreiro Suárez durante la inauguración del curso 2012-2013, según reportó el diario Juventud Rebelde.
La afirmación del rector de la Universidad de La Habana asombra. Decir que en Cuba un joven puede ingresar a la universidad sin importar sus inclinaciones políticas solo fuera una aseveración rayana en el cinismo, si esa exclusión no fuera parte del delito de lesa humanidad que, por discriminación y durante más de 50 años, el régimen viene cometiendo para reprimir el disentimiento y la oposición política.
En derecho internacional discriminación quiere decir menospreciar los intereses de los estados, las personas jurídicas o físicas, en comparación con otros estados o personas jurídicas o físicas.
Resulta ocioso relatar los procedimientos empleados y la muy prolongada lista de jóvenes a quienes se impidió proseguir estudios universitarios imputándoseles los consabidos cargos de “diversionismo” ideológico por aquello de que “la universidad es para los revolucionarios”.
Con todo, es útil aproximarnos al proceso de seguimiento de los escolares cubanos que va desde la más tierna infancia, al ingresar al preescolar y concluye en la adolescencia, cuando sin importar cuán elevado sea su rendimiento escolar, al concluir el bachillerato, un aval político es el determinante para su ingreso a la universidad.
En el “expediente acumulativo” del escolar durante cada año se sigue su rendimiento académico con una caracterización pedagógica, y hasta ahí todo estaría bien si este proceso no incluyera algo así como una investigación policíaca.
“Labor social” se titula el informe que los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) rinden a las escuelas con el objetico de éstas conocer cómo se manifiestan la familia y el alumno en la sociedad y en específico en el CDR.
De más está decir que a la hora de seguir el camino de la universidad, para un joven cubano puede ser más perjudicial una mala nota del CDR que la del mismísimo profesor de Matemáticas o el de su lengua materna.
Al respecto resultan reveladoras las palabras de Daylín Serpa, de 18 años, hija de Carlos Serpa, informante de la policía política que se hacía pasar por periodista independiente.
“Ahora cambian las cosas y estoy orgullosa de él”, refirió la adolescente que, según Juventud Rebelde en su edición del 1 de marzo de 2011 “siente una mirada diferente de vecinos, profesores y compañeros de aula”, luego de revelarse los vínculos de Serpa Maceira con la policía política.
Las palabras del rector de la Universidad de La Habana en la inauguración del presente curso suenan todavía más huecas cuando usted las contrasta con lo dicho por el doctor Fidel Castro Ruz en la entrevista concedida al periodista Ignacio Ramonet al referirse a las dificultades de los ex presos políticos para encontrar reacomodo en la sociedad cubana:
“Porque usted comprenderá, en este ambiente, a un contrarrevolucionario para buscar trabajo y facilidades le es difícil, es muy hostil la gente, y decidimos que viajen al exterior”.
Concerniente a la reubicación laboral de los balseros devueltos a Cuba por los acuerdos migratorios con Estados Unidos, especificaba el entonces presidente del Consejo de Estado:
“En el caso, por ejemplo de alguna universidad, de alguno que trabajaba allí, usted no va a ocupar una universidad, no va a entrar en guerra con la gente para que acepte al balsero devuelto y se le busca un trabajo más o menos similar”.
En Cuba un estudiante puede llegar a la universidad sin ser militante de la Unión de Jóvenes Comunistas, pero jamás logrará un título universitario si no guarda para sí otras inclinaciones políticas. El doctor Cobreiro bien que lo sabe, ¿por qué miente?
Fuente: http://www.cubanet.org/articulos/miente-usted-doctor-cobreiro/
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