Por Armando F. Valladares, Miami, 27 de mayo de 2013
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La arquidiócesis de La Habana, a través de su revista "Espacio Laical" (No. 230, mayo de 2013), asumió como pocas veces la defensa del régimen cubano y de su nefasto "modelo" comunista, en momentos en que el mundo oye horrorizado las denuncias que figuras, tanto cubanas como extranjeras, están haciendo en el exterior, consiguiendo romper el "bloqueo" de silencio sobre la trágica realidad cubana.
El reciente editorial de "Espacio Laical" coincide con el viaje al exterior de opositores cubanos que fueron perseguidos, amordazados y humillados durante décadas por el régimen comunista. La publicación de la arquidiócesis caricaturiza a los cubanos y extranjeros que están criticando a la dictadura alegando que ellos "insisten" en solicitar "a importantes centros de poder en el mundo" que "desestabilicen al gobierno cubano" y que tomen medidas que supuestamente, según "Espacio Laical", podrían "dañar fundamentalmente al pueblo de la isla".
En lo que dice respecto a los opositores cubanos, en sus recientes viajes por países de las Américas y Europa ellos simplemente describen de una manera clara y didáctica el panorama de injusticia, miseria y opresión que desde hace más de cincuenta años oprime a 11 millones de hermanos cubanos, ante los habitantes de los países visitados, incluyendo a autoridades, líderes y medios de prensa que quieran oírlos. No obstante, esa acción pacífica de quitar escamas de los ojos, sensibilizando a naciones enteras con relación al drama cubano, según "Espacio Laical" contribuiría a "dañar" a los cubanos de la isla.
Es increíble hasta dónde puede llegar la parcialidad de una publicación arquidiocesana. Exactamente lo contrario es lo verdadero. En efecto, las denuncias de esos opositores cubanos son un medio valiosísimo para hacer sentir a los carceleros que ya no tienen más impunidad, que están siendo observados por el mundo entero y, en consecuencia, es una manera de proteger a los cubanos esclavizados, no de dañarlos. La tergiversación procastrista demostrada por "Espacio Laical" difícilmente podría ser mayor.
Como si fuera poco, "Espacio Laical" llama a "cincelar el presente modelo social" (o sea, el modelo comunista de sociedad) para evitar que "otros" logren "imponer un nuevo modelo" y lleguen a "secuestrar" a Cuba. ¡Como si los cubanos, y los católicos en particular, no estuviesen secuestrados y amordazados por el régimen comunista desde hace más de cinco décadas! Palabras censurables, si hubieran sido publicadas por el periódico comunista "Granma". Palabras inimaginables si se considera que fueron publicadas en la propia revista de la arquidiócesis de La Habana.
Después de atacar de esa manera a los opositores y de defender el "modelo social" comunista, "Espacio Laical", con su procastrismo a ultranza, llega a justificar la represión estatal, calificándola eufemísticamente como meras "inflexibilidades" del régimen castrista. Y pasa a dar un consejo de amigo "al gobierno y al Partido Comunista", para eviten una "hipertrofia" de "rigideces" que puedan "precipitar al país hacia el abismo".
¿Cuál sería el "abismo" que "Espacio Laical" quiere evitar? La revista explica a continuación que la catástrofe que debe evitarse es lo "ocurrido en muchísimos países de Europa del Este"... O sea, el "abismo" temido por la revista arquidiocesana es ni más ni menos que la liberación de la isla del yugo comunista. Sería mucha ingenuidad pensar que el cardenal Jaime Ortega y Alamino, colaboracionista arzobispo de La Habana, no haya estado al par de ese nefasto editorial de "Espacio Laical" antes de ser publicado. Delante del creciente deterioro del régimen, desde la arquidiócesis de La Habana se le lanza un salvavidas. Y, en caso de naufragio, se tratará de salvar, en la medida de lo posible, los restos del nefasto "modelo social" cubano, promoviendo, directa o indirectamente, un castrismo sin Castro.
Según "Espacio Laical", "todo indica" que "la generalidad de los cubanos" no desea "un cambio al estilo del ocurrido en muchísimos países de Europa del Este". ¿En qué datos se basará "Espacio Laical" para hacer esa increíble afirmación de que los cubanos no anhelan el pronto y total naufragio del régimen comunista? Sería importante saberlo.
Es doloroso constatar finalmente que el editorial de la revista arquidiocesana omite la más mínima alusión a Dios, a los principios de la religión católica y a la vida sobrenatural. En ese sentido, el referido editorial es un ejemplo trágico de la destrucción espiritual lograda por el comunismo en ambientes católicos cubanos, en más de medio siglo de opresión.
En 1995 se entregó en la secretaría de Estado de la Santa Sede una histórica petición a Juan Pablo II, firmada por destacadas figuras del destierro cubano, titulada "Los cubanos desterrados apelan a Juan Pablo II: ¡Santidad, protegednos de la actuación del Cardenal Ortega!" (Diario Las Américas, Miami, 24 de octubre de 1995). En esa filial carta, se mostraba preocupación ante el colaboracionismo procomunista del cardenal Ortega y del episcopado cubano; se imploraba la intercesión del Pontífice para que a ese juego colaboracionista no se prestase en lo sucesivo ninguna autoridad eclesiástica; y se manifestaba la esperanza de que, por el contrario, esas autoridades pasasen a denunciar ante el mundo el drama de nuestros hermanos esclavizados, mostrando a los fieles católicos la necesidad de una cruzada de oraciones, sacrificios y enérgicas denuncias para la pronta liberación del pueblo cubano de las garras de ese régimen ateo y neopagano. 18 años después, en el comienzo del pontificado de Francisco, esa histórica petición cobra enorme actualidad.
Armando Valladares, escritor, pintor y poeta. Pasó 22 años en las cárceles políticas de Cuba. Es autor del best-seller "Contra toda esperanza", donde narra el horror de las prisiones castristas. Fue embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo las administraciones Reagan y Bush. Recibió la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de Estado. Ha escrito numerosos artículos sobre la colaboración eclesiástica con el comunismo cubano y sobre la "ostpolitik" vaticana hacia Cuba.
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