INTERNACIONAL / CUÉNTANOS DE VENEZUELA
«Venezuela se ha convertido en un país donde los abuelos se quedan sin nietos»
ISABEL MIRANDA / MADRID
Cientos de lectores han utilizado el portal de ABC.es para hablar con total libertad sobre su vida en el país
«Nos robaron impunemente el país»
Hoy Venezuela tiene la misma geografía, pero «el maravilloso país de antes ya no existe», cuenta Maricely. Era en esa época anterior cuando los venezolanos eran felices y no lo sabían, asegura. «Venezuela era el mejor país del mundo. Lo teníamos todo: playas paradisíacas, selvas misteriosas, llanuras inmensas, montañas con nieves perpetuas y nuestro propio desierto de dunas color oro». Maricely recuerda cómo, en su infancia, su padre aludía a lo fértil de su tierra diciendo que si no barrías la casa y se te caía una semilla, nacería una planta. «Pero sobre todo, nuestra mayor riqueza eran los venezolanos. Gente especial, cálida y cariñosa, alegre, guapa, trabajadora y orgullosa de su gentilicio, y sobre todo, solidaria. Pero una mezcla perversa de circunstancias nos destruyó, al país y a su gente». Esta venezolana afincada desde hace cinco años en Barcelona relata cómo su país se ha quedado sin relevo generacional después de que los jóvenes hayan emigrado. También advierte: «En estos días estoy aterrada, porque me parece que en España se están repitiendo esas nefastas circunstancias que nos llevaron a los venezolanos a perderlo todo».
«Venezuela se ha convertido en un país donde los abuelos se quedan sin nietos»
ISABEL MIRANDA / MADRID
Cientos de lectores han utilizado el portal de ABC.es para hablar con total libertad sobre su vida en el país
Isabel se está despidiendo del país que conoció: la Venezuela de quedarse hablando en la puerta de casa con los vecinos, de estar hasta tarde festejando e incluso la de cocinar arepas. Porque no consiguen harina ni leche como tampoco un futuro, justicia o verdad, dice. «Este es un país de despedidas en el que los padres prefieren a sus hijos lejos y en el que los abuelos se quedan sin nietos», escribió en ABC.es.
Esta caraqueña ha sido una de las más de 400 personas que han participado en la iniciativa «Cuéntanos de Venezuela», puesta en marcha por este medio hace algo más de dos semanas. Los lectores han podido contar con total libertad y en primera persona cómo se vive en el país latinoamericano, lo bueno y lo malo, lo que añoran y lo que no les gusta. La buena acogida de esta iniciativa avala que sus cuidadanos quieren contar su historia, han escrito desde Caracas, Guarenas, Valencia, Maracaibo o Ciudad Guayana, pero también desde Miami (EE.UU.), Amantea (Italia), Medellín (Colombia) así como de todos los puntos de la geografía española.
Los testimonios no dejan lugar a dudas: Venezuela añora otra Venezuela. Una en la que no haya miedo, ni odio, ni escasez y se respeten los derechos fundamentales: muchos de los participantes contactados posteriormente han preferido no mandar su foto, no revelar sus apellidos, no dar demasiados detalles. «Aquí te vas un mes a la cárcel simplemente por quejarte de las colas», explican. Por eso, las muestras de gratitud hacia este periódico por poner a su disposición esta ventana desde la que asomar su voz han sido inmensas.
«Mis padres vivieron en un país donde todo era esperanza, pero de las oportunidades que tuvimos ya no queda nada», cuenta Isabel cargada de emoción tras ser contactada por teléfono. «Nos robaron impunemente el país». En 16 años, desde que Hugo Chávez alcanzara el poder, la situación ha cambiado tanto que para muchos ahora es un lugar extraño.
José Miguel, hoy desde Madrid, coincide plenamente: adora los paisajes de Venezuela, pero emigró forzado por el deterioro de una sociedad que comenzó a sentir odio, racismo y xenofobia por culpa del discurso chavista. Critica la merma de la educación y que la sanidad cueste hoy en Venezuela más que en Estados Unidos. Sin embargo, sigue sin encontrar palabras para explicar el miedo de escuchar una moto acercarse o lo que es oír cada noche disparos de arma de fuego y rezar para que ningún familiar ni amigo haya caído.
Desirée explica que en las calles «hace ya muchos años que se acabó la paz» junto a los pañales, la leche, la harina, el papel higiénico, el jabón, la salsa de tomate, la mayonesa, el café, el azúcar, las medicinas, los repuestos de automóviles, los insumos médico-quirúrgicos «y tantas cosas que sería imposible enumerar». «Lamentablemente no se han acabado las armas, las balas, la injusticia, los presos políticos, las arbitrariedades ni la violencia».
Alindys, madre de una niña con autismo y epilepsia, está desesperada. Recientemente regularon dos psicotrópicos que su hija necesita y desde entonces su vida se ha vuelto un círculo vicioso: se quedan sin la medicina, su hija convulsiona, a los dos días consiguen los medicamentos. «Es imposible vivir así. Mi marido, enfermo del corazón, tardó un año en conseguir su medicina, un kilo de carne de segunda cuesta 500 bolívares [más de 70 euros]», relata.
Nomi, desde Valencia, en el estado de Carabobo, explica que para retirar una cantidad considerable de dinero de una taquilla, hay que llevar guardaespaldas ya que «el mismo personal de los bancos avisa a los delincuentes para atracar». No hay productos de primera necesidad, dice, ni siquiera papel higiénico, desodorante o detergente. «He visto cómo en una cola una mujer decía, levantándose la camisa y mostrando un cuchillo: “Aquí van cinco personas”. Vivimos una situación hostil».
«Nada podemos disfrutar ya de este hermoso país, vivimos en la inseguridad», cuenta María. «Cada día damos gracias a Dios por seguir vivos, porque nadie nos atracó, porque logramos llegar a casa… Nuestra intención nunca ha sido irnos, pero cada día se hace más difícil quedarse y aumenta el miedo de pensar que, tal vez, el día que decidamos irnos, sea porque falleció alguien de nuestra familia».
María agradece que ABC haya puesto sus medios a disposición de los venezolanos. «Es uno de los pocos medios de comunicación del mundo que nos apoya, aunque sea desde la distancia. Como yo, hay muchos, pero también hay quienes han sacrificado mucho más en esta lucha, incluyendo la vida de seres queridos».
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