En medio de una crisis sanitaria sin precedentes a nivel global, los países necesitan adquirir insumos médicos de forma masiva para combatir a la pandemia y varios se han visto estafados con mercancía proveniente de China
Son diez los países que hasta ahora se conocen, han sido estafados por insumos médicos provenientes de China: España, Reino Unido, Colombia, Canadá, Alemania, Holanda, Finlandia, República Checa, Bélgica y Turquía.
En esta pandemia, las naciones del mundo deben apoyarse entre sí para poder resolver las falencias que tengan los diferentes sistemas de salud. En esta faceta, China no se ha portado como un aliado confiable, ya que ha estafado a varios países con insumos médicos defectuosos.
España, el escandalo de los test inservibles
España, tal y como otros países de Europa, recibió cientos de miles de test de diagnóstico rápido desde China. A finales de marzo, el Ministerio de Sanidad Consumo y Bienestar Social de ese país, distribuyó 8 000 kits de diagnóstico rápido para detectar al COVID-19. Los resultados fueron catastróficos: Los test solo tenían una sensibilidad de 30 %, cuando los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que deben tener 80 %.
Si ya de por sí la situación es escandalosa, todo se agravó cuando la Embajada de China en España aseveró que entre la lista de empresas certificadas y que tenían licencia para la exportación de insumos médicos, no estaba Shenzhen Bioeasy Biotechnology a la que el gobierno español le compró los kits.
Cuando salió el escándalo de los test fallidos, Shenzhen afirmó que no eran problemas de los test, sino del uso inadecuado. Mientras tanto, una fuente del gobierno chino le indicó a EFE que “no han detectado irregularidades en esos kits por el momento ”, pero que continuarán las investigaciones.
El asunto fue el mes pasado, y al final, se resolvió con un acuerdo entre el gobierno español y la empresa Shenzhen Bioeasy para enviar otro tipo de test más fiables. Todo pese a que la empresa no tiene la licencia oficial del gobierno chino.
España no ha sido el único afectado por test defectuosos
República Checa y Turquía también se han visto perjudicados por los test de diagnóstico rápido provenientes de China. En el caso del país turco, fue la misma empresa Shenzhen Bioesay la que proporcionó test carentes de la efectividad requerida. A los turcos no les quedó de otra que devolver los kits.
El lote era de unos 350 000 kits, pero el gobierno de Turquía los probó antes de realizar pruebas a gran escala. “El gobierno español cometió un grave error al usarlas”, espetó Ates Kara, miembro del equipo de respuesta contra el coronavirus del Ministerio de Salud de Turquía.
Turquía pese a ser uno de los pocos países que producen sus propios test, no alcanza a procesar las suficientes pruebas diarias para decir que son autosuficientes. «Nuestros números de prueba son bajos. Ciertamente no estábamos preparados. Los países que están listos deben tener altos números de prueba», dijo Sinan Adiyaman, presidente de la Asociación de Médicos de Turquía (TTB) a la agencia Reuters.
En el caso de la República Checa, no se ha confirmado oficialmente que los test no funcionen, pero medios locales informaron que hasta el 80 % de los kits de diagnóstico rápido enviados desde China tenían problemas.
El gobierno checo desmintió ese reporte de la prensa aludiendo que el problema fue “de procedimiento”. Fueron el viceministro de salud Roman Prymula, junto al ministro del interior Jan Hamacek, quiénes se encargaron de señalar que ese porcentaje revelado por la prensa no era real y que la causa de los fallos pudiera ser por metodología. El gobierno checo habría adquirido unos 150 000 kits.
Colombia, el estafado sudamericano
El Ministerio de salud colombiano denunció que miles de pruebas rápidas para detectar al COVID-19 provenientes de China no funcionan. Al igual que en España, Fernando Ruiz Gómez, ministro de salud, informó al Congreso que la adquisición se hizo a un laboratorio no aprobado por el gobierno de Beijing, el cual envió kits de test que no dieron resultados confiables.
Si bien el gobierno chino puede alegar que los proveedores no son avalados por ellos, tener a empresas que estafan a los países del mundo debería ser motivo suficiente para abordar esta problemática de lleno. ¿Por qué siguen funcionando? ¿Qué medidas se tomarán?
Reino Unido y la gran estafa china
El gobierno británico no solo canceló la compra de 17.5 millones de test para anticuerpos que no funcionan, sino que también le pidió un reembolso al gobierno chino por los 3 500 000 de pruebas fabricadas en el país asiático que dieron “muchos falsos negativos y también falsos positivos”, tal y como indicaron autoridades británicas.
Reino Unido quizás haya sido el país más afectado por los negocios durante la pandemia con el país asiático. Primero, El gobierno británico había ordenado la compra en China de decenas miles de test de anticuerpos para detectar quien ha padecido la enfermedad. Pero, casi ningún resultado fue seguro o efectivo para implementarse a gran escala, según John Newton, encargado de evaluar las pruebas en Reino Unido.
Newton resalta que los test pueden identificar con precisión solo los anticuerpos del virus en personas que han estado gravemente enfermas, pero no en quienes presentaron síntomas leves o moderados. Por eso la compra de los kits ha sido cancelada.
Segundo, el reembolso que pide el gobierno de Reino Unido es por los 3 500 000 de estos test adquiridos durante el mes de marzo y que resultaron ineficientes. El especialista, Newton, soltó el jarro de agua fría: “Los casi 3 500 000 millones de test comprados por el ejecutivo no tienen fiabilidad suficiente”.
El problema de las mascarillas chinas
Holanda, Alemania, Bélgica, Finlandia y Canadá fueron los países que sufrieron los efectos de la mala calidad de las mascarillas chinas. Algunos más que otros.
El Ministerio de Salud de Países Bajos anunció el retiro de 600 000 máscaras provenientes de un fabricante chino el 21 de marzo. Se puede decir que Holanda fue quizás el que menos sufrió del mal negocio, ya que el número fue relativamente bajo si se compara con los otros países.
El producto que llegó al país holandés, en teoría, contaba con la certificación de calidad N95. Pero los funcionarios médicos holandeses denunciaron que las máscaras no encajaban en la cara y que los filtros no funcionaban de forma adecuada. Por ende, fueron retirados del suministro para el personal de blanco.
El caso alemán es mucho más dramático, ya que las mascarillas no son solo deficientes, sino que están totalmente dañadas. Además, el número es altísimo: 11 millones de mascarillas totalmente inservibles.
Según informó la revista Der Spiegel, las mascarillas chinas adquiridas por Alemania resultaron ser “una basura”, pues tenían los filtros malos y las cintas rotas. Esto aún debe confirmarse a través de medios oficiales. Ya Der Spiegel había adelantado cómo se perdieron seis millones de mascarillas pedidas por Alemania en Kenia semanas atrás.
Canadá no se quedó atrás, y es que el país que tiene como primer ministro a Justin Trudeau, compró un millón de mascarillas KN95 que resultaron defectuosas. Fue el Departamento de Salud de ese país quién se encargó de informar que las mascarillas no cumplían con los requerimientos necesarios de las normas federales.
Lo peor de esta situación, es que las mascarillas estaban destinadas a los trabajadores de la salud que están en la primera línea del tratamiento para combatir el brote del coronavirus originado en Wuhan, China.
Lo mismo le ocurrió a Bélgica, que recibió un lote de mascarillas KN95 inservibles, tal y como publicó la Deutsche Welle. «El nuevo lote de mascarillas eran del tipo KN95, equivalentes a las FFP2, y venían de un proveedor chino», informó el reportaje. Las mascarillas que llegaron al país belga no pasaron las pruebas de calidad y tampoco podrán utilizarse.
Por su parte, el gobierno de Finlandia también se quejó por el material deficiente, lo que ha provocado que China requise 89 millones de mascarillas «para evitar las críticas».
Occidente debe tomar medidas
Esta gran cantidad de irregularidades con empresas y el régimen chino debería servir como un llamado de alerta a los países del mundo: no se pueden hacer negocios con regímenes o empresas bajo esta condición. Lo peor es que la propaganda que difunde el régimen chino por estas “ayudas” es increíble. La búsqueda de aliados es notoria, la de limpiar su imagen también.
Los países de Occidente deberían ejercer su responsabilidad y exigirle al régimen de China que haga una verificación exhaustiva de calidad, las excusas baratas de que “el mercado es demasiado grande” – como indican las autoridades de ese país – no son válidas. China está poniendo en riesgo a un número incalculable de vidas, primero con el descarado ocultamiento del virus, ahora por sus insumos médicos defectuosos e inservibles.
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