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domingo, 11 de marzo de 2012

Indisciplina digital. Por Daisy Valera


HAVANA TIMES, 10 marzo — Esto pretende ser una patada quizás aun tímida al muro de los silencios (de los lamentos). De esos silencios obligatorios, necesarios, prudentes, impuestos o auto impuestos.

He dejado de teclear tantas veces, quizás las más importantes. En esta ocasión me toca arrancarle un ladrillo al muro; desgastarle, al menos un poco, su pintura rosa.

Callé cuando estando en 4to año de la carrera un decano y varios dirigentes de la FEU planearon expulsarme de la Universidad por escribir en este blog.

Por atreverme a arremeter contra la incapacidad de muchas organizaciones de masa, “en el momento y lugar que no me correspondía”. En aquel año 2009 se me acusó de estarle dando armas al enemigo.

Poco se fijaron en mis declaraciones a todas luces anticapitalistas.

Callé cuando después de un largo maratón de reuniones lograron expulsarme de la FEU.

Callé cuando con mi título de Radioquímica en la mano me ubicaron en una delegación del CITMA donde solo me tocaría un trabajo de secretaria.

Callé cuando después de conseguir dos cartas de directores de centros investigativos para trabajar en ellos se me informó, una semana después, que ya no me necesitarían.

Callé cuando en el Ministerio de  Ciencias, después de 6 meses de gestiones me confesaron que por mis “características” no era confiable para trabajar en lugares donde se desarrollaran investigaciones.

Es larga la lista y tiene muchos matices.

El pasado 6 de marzo fui invitada a una reunión sorpresa. Me costó poco tiempo entender que la misma se relacionaba con alguna de mis conductas impropias.

Había cometido una indisciplina grave, se me acusaba de haber violado aproximadamente 2 resoluciones y 4 artículos (incisos incluidos) de los muchos reglamentos disciplinarios a los que obedecen los trabajadores de la isla.

Por la muy buena voluntad del aparato administrativo y sindical no me expulsaron del centro o me quitaron la plaza, que son las medidas que correspondían.

Me impusieron una amonestación pública. Terminé firmando tranquilamente.

Que le iba a hacer, soy una chica muy indisciplinada y había cometido  los grandes pecados de utilizar un proxy anónimo, visitar lugares “que no se deben revisar” y subir información.

Recuerdan aquel comentario mío en el que decía que no tenía aptitudes para entrar a las filas del MININT, a eso se referían.

No hay órgano de Justicia Laboral que me salve.

¿Qué podría decirles? Que me parece sobremanera injusto el Reglamento Informático que terminé violando sin remedio. Claro que no, mejor se los digo a ustedes.

Los mecanismos de seguridad informática establecidos en la mayoría de los centros de trabajo del país y los precios prohibitivos del Internet en los Hoteles (de 6 a 8 CUC la hora) se convierten, al complementarse, en prácticamente un decreto que prohíbe el acceso a la red.

Un mecanismo que privilegia a los que buscan como tener un buen culo y castiga a los que se interesan por la realidad de Cuba. Curioso.

Eso de que no puedo conectarme para investigar inquietudes personales porque el Internet lo paga el Estado es un chiste, pero de los malos.

El Internet que existe en Cuba lo paga el pueblo que trabaja o que inventa. El Internet lo pago también yo, mi esposo, mi familia.

Con estos 335 pesos (16.50 usd) que me llegan todos los meses al bolsillo me han serruchado el derecho a informarme o informar.

Vivimos el intolerable fenómeno de la información secuestrada. ¿Hasta cuándo?


marzo 10, 2012

Daisy Valera: Hasta mediados del 2010 fui una estudiante universitaria. Hoy, con 22 años, soy Licenciada en Química Nuclear y engroso la fila de los trabajadores cubanos. Amo el cine, los libros y la arquitectura, incluso de los edificios que se derrumban. Me gusta hacer artesanías con hilos, piedras y metales. Le temo a la monotonía y estoy comprometida con el propósito de construir una sociedad mejor.



Indisciplina digital en Cuba

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