Por Lazaro Tirador Blanco
Se recibe de nuevo la visita de un Papa en Cuba y una vez más el régimen de los Castro manipula este acontecimiento para sacar sus ventajas. Pareciera que el papado se haya propuesto soplar aires nuevos a la dictadura cada vez que ésta se encuentra al borde del colapso. No lo digo a manera de ofensa, pero como dice un popular proverbio: “de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno”.
Si bien es cierto que la visita del entonces Papa Juan Pablo II a Cuba en 1998 estuvo rodeada de algunas “concesiones” de parte del régimen, la realidad fue que sólo utilizaron el “momento histórico” para mejorar en algo la difícil situación por la que atravesaba el régimen castrista. La historia demostró que todo siguió “de mal en peor” para el pueblo cubano. Pero aquella visita resultó como “un milagro del Papa para Fidel Castro”.
Cuando el león se encuentra enjaulado, un pequeño paseo por el circo le hace sentirse un poco libre. ¡Pero sigue enjaulado! Y así siguieron las cosas y así se mantiene enjaulado el pueblo cubano hasta esta nueva visita papal a la Cuba encadenada.
Hoy la iglesia evangélica se siente orgullosa de que –como resultado de la visita del Papa-, logró en aquel entonces celebrar 18 servicios públicos en un año en Cuba y muestra como algo positivo que el tirano representante de Satanás –Fidel Castro-, asistiera a algunos de estos eventos.
Hablemos claro, aquella visita papal supuestamente abrió algunas puertas para la iglesia, pero en realidad todo siguió igual. Los creyentes siguieron siendo acosados y algunos perseguidos y amenazados. Otros fueron manipulados y aquel aparente respiro para los cristianos evangélicos se convirtió en la presentación pública de algunos “cristianos representativos” que se convirtieron en asquerosos voceros de las “bondades” del régimen para con el pueblo de Dios, deviniendo reales promotores de la fachada tolerante del régimen hacia la Iglesia en Cuba, cuando la verdad sigue siendo la misma: controles políticos, amenazas, encarcelaciones, restricciones y cuanto obstáculo Satanás disfrazado de verde olivo ha ideado para seguir oprimiendo a los verdaderos cristianos en la Cuba castrista.
Es bochornoso y a la vez doloroso que aún hoy haya gente que se crea aquello de que “tras la visita del Papa las iglesias evangélicas puedan alcanzar el debido reconocimiento”.
Hablemos claro, para quien la visita papal será un “bálsamo milagroso” para algunas de sus penurias actuales será para el régimen castrista. Pese a la tradicional pasividad de la mayoría de los gobiernos norteamericanos –incluyendo al actual-; la indolencia y la complicidad de muchos gobiernos alrededor del mundo y el sufrimiento creciente de la inmensa mayoría del pueblo cubano, la visita de Benedicto XVI a Cuba será más útil para el propio régimen que para el esclavizado pueblo de Cuba.
Cuando en 1984 Fidel Castro comenzó su relación con el Reverendo Jesse Jackson, el régimen comenzó una nueva política hacia la iglesia en Cuba. Esa política se podría resumir en dos grandes objetivos: la apariencia de una apertura hacia los evangélicos y lograr convertir a alguna personalidades evangélicas en voceros de las bondades del régimen. Los llamados “Pastores por la Paz” y el Reverendo Lucius Walker han sido verdaderas “vitrinas publicitarias” para el castrismo en los propios Estados Unidos y el resto del mundo.
No obstante todas estas circunstancias y manipulaciones, la verdadera iglesia de Jesucristo, con miles de iglesias en casas, con incansables creyentes predicando el Evangelio, sufriendo persecuciones y abusos y siendo reprimida constantemente no tiene puesta su mirada en la próxima visita del Papa, ni en Obama o cualquier otro hombre, quienes siempre la han defraudado.
La verdadera iglesia cristiana alza cada día sus ojos a los montes, de donde vendrá su socorro, porque su verdadero socorro proviene de Jehová, quien hizo los cielos y la tierra (Salmos 121).
La anterior visita papal a Cuba –de Juan Pablo II-, llegó en un momento difícil para el castrismo. Hoy, el régimen comunista de tambalea como nunca antes y necesita algo que le dé un nuevo respiro de alivio. Los grandes negocios petroleros con Rusia, China e Irán aún están tambaleantes y la explotación petrolera en la plataforma insular frente a Estados Unidos dependerá de la reelección de Barack Obama y para colmo, -la inminente muerte de Hugo Chávez carcomido por el cáncer- amenazan hasta las raíces la sostenibilidad del castrismo. Raúl Castro y la “Momia en Jefe” (su hermano y mentor Fidel), saben que necesitan de “algo impactante en el pueblo cubano” para obtener un respiro. La próxima visita a Cuba de Benedicto XVI puede ser “ese milagro” que les viene “como anillo al dedo”.
Pero hoy las condiciones no son las de 1998. El pueblo cubano no aguanta más y la Isla se rebela de manera que se hace cada vez más incontrolable y es evidente que el pueblo ha perdido el miedo a la represión. Raúl Castro sabe que en cualquier momento le puede pasar como a Gadafi en Libia y por eso trata de usar al Papa como un “remedio casero” para mejorar su salud política.
Pero aunque no lo quieran reconocer aún, el castrismo es un cáncer en fase terminal y para alivio de los cubanos –y del resto del mundo con vergüenza-, ese mal que tiene el régimen cubano “no lo cura ni el médico chino”, como decía mi abuela.
Quizás la visita del Papa pudiera ser la “extremaunción” del régimen moribundo.
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