Fidel, Chávez, y "El Ángel Negro" |
Si Castro te abraza... te abrasa. El Comandante en Jefe tiene jettatore. Como "El Ángel Negro", el fatídico jacket de un cuento del Caribe que enviaba derechito a la muerte a todo el que se lo ponía, Castro condujo a la desgracia personal o a la tumba a todo mandatario que abrazó. Chávez es su más reciente víctima. |
Posted on Sep.27/2001 |
Por PEPE FORTE/Editor de i-Friedegg.com, y conductor del programa radial semanal AUTOMANIA que se transmite cada sábado de 2:00pm a 3:00pm ET y cada domingo de 12:00pm a 1:00pm ET, y de EL ATICO DE PEPE, de lunes a viernes de 6:00pm a 7:00pm ET, ambos por WQBA 1140 AM, en Miami, Florida, una emisora de Univisión Radio |
Chávez acaba de someterse a otra sesión de quimioterapia en Cuba para curar el cáncer habanero que le aqueja. El presidente venezolano —alegremente devenido dictador por voto popular— ignora que más enfermo estará mientras más acuda a la capital de La Isla y que, al revés de lo que supone, su existencia se acortará de modo inversamente proporcional en tanto viaje más allá. ¿Cáncer habanero —como el ají picante— dijimos? ¿Puede acaso el cáncer llevar gentilicios? Sí, chamo, como lo oyes. Por lo menos en singular, seguro que yes. Que parisino, o londinense, o moscovita, o pequinés, no sé, pero habanero, de que sí, sí. Porque en La Habana y sólo en La Habana según lo publicado desde allá, fue Castro quien como si Chávez resultare la más transparente bola de cristal en vez de ser opaco cual todo mortal —y según describe Humberto Eco en “El Nombre de la Rosa”, un saco de carne que lleva tripas y vísceras por dentro—, el Sabelotodo en Jefe vio dentro de él qué andaba mal —en realidad, que andaba hacia atrás en óptima coherencia con el crustáceo nombre del padecer—, y fue quien se dio cuenta que el mandatario “bolivariano” estaba grave y urgente aunque al parecer no irremediablemente enfermo —¿por qué no te das una operadita aquí a ver si te sacamos ese cancerito en la vejiguita y en la prostatita, Huguito?—. Luego fue el propio Castro, que le esperaba al pie del MRI cuando su querido carajillo salía de él como una calentita hogaza del pan del horno, quien le dijo que era pasto del infame cangrejo. Caray, que hasta creo que fue el propio Castro el que lo operó… |
Pero esto es cáncer habanero de origen puramente informativo, sitial —o sea, cómo fue (como dice la canción), y dónde— porque del origen en tanto que causa, hay quien no duda que a Chávez, un trinquete como el más saludable de los sambos, lo enfermaron en La Habana. Y tal cual preguntaba intrigado y curioso el personaje de Domingo protagonizado por Coqui García en la antológica comedia de la TV cubana “Casos y Cosas de Casa", indagaríamos igualmente hoy: ¿y por qué? A ver, elucubremos un poco: Le hincaron un isótopo radiactivo en el trasero al sentarse en cualquiera de los inodoros certificados por la Seguridad del Estado en las casas de protocolo de Miramar porque Chávez es un payaso de cuyos ridículos Castro ya estaba harto —además de aceptar con un je-je-je de fingida satisfacción las cuasi mariconiles lisonjas del mulatón de Barinas—, y porque en Venezuela hay otros candidatos más estalinistas, los predilectos del eternamente convaleciente Comandante en hold. ¿Teoría de la conspiración? Deshojemos pues la margarita: maybe, maybe not.. |
Pero hay otra razón de origen de la enfermedad de Chávez que es en la que más creemos: el jettatore fidelista. La yetatura, que es la versión en castellano de la palabra italiana jettatore, define la mala suerte que puede desembocar incluso en tragedia, originaria en una persona que como un vector viral la transmite y la disemina, pero que no la sufre. Castro tiene jettatore. O su chaquetón… “El Angel Negro” es un cuento del narrador caribeño Edward Brathwaite. El Ángel Negro es el jacket de cuero del personaje del relato, Kappa, que tiene mala suerte, y que todo aquel que se pone el abrigo termina muerto, como el propio Kappa que se mata en su bicicleta sin control contra una balaustrada al final de una colina desde la que se embaló. ¿Se acuerdan pues del chaquetón antibalas de Castro al que no renunciaba ni siquiera en el más tórrido de los agostos cubanos? Claro, era verde (ya lo sé, ya lo sé…) no negro. Pero el asunto cromático ahora carece de importancia. Lo que sí la tiene es el abrazo fundidor de Castro, sobre todo el doble —primero por un lado, después por el otro— de bienvenida y de despedida al pie de la escalerilla del avión en el Aeropuerto Internacional José Martí de Rancho Boyeros, a todos y cada uno de los mandatarios que visitaron Cuba. A todos y cada uno de ellos, Castro los enterró… Y los que no murieron, cayeron en desgracia. |
No me digas que no te acuerdas, porque yo sí: Castro prodigando el doble abrazo —cuatro dosis en realidad; dos al llegar, dos al partir—. Te abrazo por la derecha, te abrazo por la izquierda y, como el Viejo Jotavich que se arrancaba un pelo de la barba... ¡puaf!, te incinero, coño. Miren si no: Brezhniev —que gustaba según la tradición rusa de besar a Castro con aliento a salchicha y todo— Khruschev, Ceausescu, Gierek, Husak, Kadar, Zhivkov, Honecker, Ben Bella, Boumédiène, Torrijos, Allende, Gorbachev, Bishop, Zamora Machel, Neto, Sekou Turé, Pham Van Dong, Kim Il Sun … La lista es más larga. Pero el caso es que como el Ángel Negro, a quien Castro abraza, tarde o temprano… caramba, se jode. Y la víctima más reciente en el fatal inventario del abrazo exterminador de "El Ángel Negro" de La Habana es Hugo Chávez. ¿Cuántos estrechones le ha dado Castro a Chávez? No lo sabemos con precisión, pero… hmmm, podemos calcular: tantos como la cantidad de radiaciones que el mandatario venezolano necesite. Que el efecto devastador del abrazo de alto voltaje es acumulativo. ¡Siá, cará… pa’ llá, pa’ llá..! Fuente: http://www.ifriedegg.com |
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