Próximo paso de AP: investigar cómo recuperar la objetividad
Opinión/ Material propagandístico del canal Cubavisión basado en informe de AP sobre Alan Gross
“En el caso de Cuba, por la razón que
sea, a Fulton Armstrong ─y ahora a la AP─ les disgusta mucho cualquier
apoyo a la sociedad civil independiente”.
Cubamatinal / La mañana del lunes 4 de agosto 2014, la AP lanzó el tercer capítulo
de su colaboración con el ex analista de la CIA y ex asistente
senatorial Fulton Armstrong, dirigida a desprestigiar los programas pro
democracia que administra en Cuba la Agencia de Estados Unidos para el
Desarrollo Internacional, USAID.
Por Mauricio Claver-Carone
Washington, 13 de agosto/ Martí Noticias
/ En todo el mundo, ya sea en Irán, Siria, Bielorrusia o Cuba, los
programas de promoción de la democracia de la USAID buscan fomentar y
apoyar a la sociedad civil independiente en sociedades cerradas. (Lea aquí la declaración de la USAID.)
Estados Unidos nunca debería disculparse
por ayudar alrededor del mundo a las víctimas de brutales dictaduras.
Por el contrario, esta disposición es emblemática de los mejores
momentos de nuestra nación en el siglo XX, de la Segunda Guerra Mundial a
la Guerra Fría.
Sin embargo, en el caso de Cuba, por la
razón que sea, a Armstrong ─y ahora a la AP─ les disgusta mucho
cualquier apoyo a la sociedad civil independiente. Él, en cambio, ha
abogado por que Estados Unidos colabore con el régimen de Castro y (absurdamente) le otorgue autoridad discrecional sobre los programas cubanos de la USAID.
Armstrong tiene una larga historia
de gestiones internas contra la política estadounidense hacia Cuba.
Mientras trabajaba con la CIA, fue coautor en 1998, junto con su ex
colega de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, Ana Belén Montes,
de un muy citado informe que arguía que Cuba ya no representaba una
amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
Irónicamente, sólo tres años más tarde
(en 2001), Montes fue identificada como espía de Cuba, detenida, hallada
culpable, y ahora está cumpliendo 25 años en una prisión federal.
Como asistente del Comité de Relaciones
Exteriores del Senado, Armstrong se opuso apasionadamente a cualquier
proyecto que promoviera la libertad para el pueblo cubano, ya fuera a
través de los programas pro democracia de la USAID, de Radio y TV Martí,
o de una simple resolución del Senado para pedir la libertad de los
presos políticos. Si al régimen de Castro algo no le gustaba, tampoco le
gustaba a Fulton Armstrong.
Su estrategia (y ahora la de la AP) en
el caso de los programas pro democracia de la USAID es simple: utilizar
hechos sin trascendencia y regurgitar una y otra vez los términos
“encubierto”, “cambio de régimen” y “soberanía”.
El primer capítulo
de la colaboración de la AP con Armstrong intentó retratar al
cooperante estadounidense para el desarrollo (y rehén del régimen de
Castro) Alan Gross, como una especie de “superespía” que pasó de
contrabando a Cuba sistemas altamente sofisticados de comunicación.
(Fíjese bien: si Alan Gross es “espía”, después de todo podría ser canjeado por otros espías)
Por supuesto, la verdad es que Alan
Gross fue a Cuba para ayudar a la comunidad judía a obtener acceso
irrestricto a Internet. Nada más, nada menos. Por otra parte, había
declarado a la Aduana de Cuba toda la tecnología que llevaba con él.
Sito Razones de Cuba de Cubadebate: AP lleva agua al molino de la propaganda.
El segundo capítulo
de la colaboración AP-Armstrong intentó presentar un popular programa
dirigido a proporcionar a los cubanos acceso no detectable a una
plataforma de medios sociales similar a Twitter (“Zunzuneo”), como un
complot para derrocar al régimen de Castro.
La verdad es que el programa de Twitter
cubano (“Zunzuneo”) simplemente trataba de proporcionar a los cubanos
─como hacen programas similares en otras sociedades cerradas─ acceso a
una plataforma de medios sociales que les permitía intercambiar todo
tipo de contenidos no censurados.
El capítulo de hoy de
la colaboración AP-Armstrong sostiene que la USAID envió jóvenes
latinoamericanos para reclutar a sus contemporáneos cubanos a fin de
“agitar la rebelión” contra el régimen castrista.
También procura resaltar una de las
premisas favoritas más recientes (de propaganda): los jóvenes cubanos
pueden estar insatisfechos y privados de sus derechos, pero son
procastristas. Con ese fin, la AP envió a su propia corresponsal en
Cuba, de conocidos vínculos con el régimen, a “encontrar” a uno de los
jóvenes cubanos que fue “manipulado” por los forasteros.
Lo cierto es que el programa de la USAID
simplemente pretendía apoyar los diversos proyectos sociales y campañas
de jóvenes activistas, independientes del régimen de Castro, en Cuba.
En este caso, eran sus pares latinoamericanos quienes les brindaban
dicho respaldo.
Tenga en cuenta que cada capítulo de la
colaboración ha sido escrito por el mismo equipo de reporteros de AP, y
todos se derivan de información que data de 2009-2011, cuando Armstrong
todavía trabajaba en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
Para el próximo episodio, la AP
tal vez podría dedicarse a investigar cómo recuperar su objetividad en
los asuntos relativos a Cuba.
(Publicado originalmente en Capitol Hill Cubans el 08/04/2014)
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