Por:
Arnaldo Ramos Lauzurique
Instituto
Cubano de Economistas Independientes
Raúl Castro no tiene apuro para deshacer los
entuertos que su régimen creó. El jueves 26 de julio de 2012, al cumplirse exactamente
59 años del comienzo de la destrucción, sentenció “… sin prisa…poco a poco…” y
repitió “…poco a poco…”. Coincidentemente -dos días antes- el martes 24,
ocurrió uno de los ya habituales derrumbes de viviendas en La Habana, esta vez
en la céntrica calle Infanta, esquina a Zanja, al lado de otro edificio que
hace unos meses también colapsó. La víctima mortal, que se conoce, no pudo oír
las nada tranquilizadoras palabras de Raúl Castro y los sobrevivientes, si se
molestaron en oírlo, deben haber abandonado toda esperanza.
Más que el techo, el hábitat de la población en
su conjunto, constituye la representación de la horrenda realidad nacional
actual; la alimentación y el transporte son los otros factores permanentes de
angustia y desesperación, pero las maltrechas
viviendas, las deficiencias en la redes de agua, alcantarillado,
electricidad y el resto de los servicios comunales son el espejo de la sociedad
cubana.
1.-LA MORADA.
Hasta junio de 2010, existían en el país 3 661 020 viviendas, de
las cuales el 47% de ellas -1 720 680-eran de tipología I, con paredes de
mampostería y cubiertas de placa, que son las oficialmente reconocidas para
resistir los frecuentes huracanes que afectan al país, y albergaban
aproximadamente a 5 283 miles de habitantes. Por lo tanto, alrededor de 6
millones de personas moraban en más de 1,9 millones de viviendas no aptas para
resistir esos fenómenos, lo cual casi ratificó Fidel Castro, cuando en su
artículo “Un golpe nuclear” de septiembre de 2008, afirmó que: “Cuba necesita
no menos de 1,5 millones de viviendas anticiclónicas…”
La clasificación -por un engañoso estado
técnico- en junio de 2010, que se limitaba a los aspectos constructivos,
arrojaba que alrededor de 1,3 millones de viviendas, el 35,6% del total, con aproximadamente
4 millones de personas, se encontraban en regular y mal estado.
Por otra parte, alrededor de 1,6 millones de
casas -con unos 4,8 millones de habitantes- eran de cubiertas ligeras, por lo
que fueron las más dañadas por los huracanes Gustav y Ike; al punto que se
estimó que para resolver esas afectaciones se requerían más de 22 millones de
metros cuadrados de tejas, lo que significaba un daño equivalente a unas 300
mil viviendas, casi la quinta parte de éstas.
Los fuertes huracanes que azotaron el país
entre 2001 y 2008 dañaron más de 600 mil viviendas, incluyendo unos 92 mil
derrumbes totales, la mayoría de ellos correspondientes a las construidas con
materiales inferiores. En particular, el 70% de las devastadas por Ike eran de
madera.
Resulta alarmante que en menos de 8 años, desde
el censo de septiembre de 2002 hasta junio de 2010, el estado del fondo
habitacional haya continuado deteriorándose, ya que mientras las de tipología I disminuían en 21 036, las
restantes se incrementaron en 147 729.
Pero lo más grave radica en la agudización del
problema, y como se siguen las orientaciones de Raúl Castro de andar a paso
lento; en 2012, de un plan de terminación de 23 140 viviendas, que resultó inferior a las 32 540 de 2011, solo se habían
concluido en el primer semestre 8 972 y las ventas de materiales de
construcción a la población se incumplieron en un 24%.
Ante esa desastrosa situación lo único que se
le ha ocurrido a Raúl Castro es instrumentar medidas contra las violaciones
urbanísticas que comete la población para paliar la situación, que incluyen:
construcciones ilegales, creación de barrios marginales, invasión de espacios
comunes de edificios, portales y azoteas, así como las edificaciones ya
tradicionales de barbacoas, entre otras. Para ello nombró al frente del
Instituto de Planificación Física (IPF) a un general, Samuel Rodiles Planas,
para que les haga la vida imposible a quienes tratan de subsistir en medio del
caos.
2.- EL AGUA.
Según el censo de septiembre de 2002, el 78% de
la población -unos 8,7 millones de personas- tenía acceso al agua mediante
conexión a las redes, pero 6 años después, en junio de 2008, bajó a un 75%, o
sea unas 300 mil personas menos.
Aunque se
proclama que el 95,5% de la población tiene acceso al agua potable, ello ocurre
a la salida de los acueductos, ya que de unos 21 mil Km de redes, el 80% se
encuentra en mal estado, lo que provoca que se pierda el 58% del agua que se
bombea, y lo que es más grave, que se produzca por ese motivo una contaminación
de la misma.
Sobre Santa Clara y Sagua la Grande en 2007, la
directora del Centro de Higiene y Epidemiología informó que mientras el nivel
de potabilización era de casi un 96% a la salida de los tanques, bajaba al
50-60% en la que recibían los clientes, y que por el mal estado de las redes
penetraban virus, bacterias y parásitos, lo cual era fuente de hepatitis,
afecciones diarreicas y otras enfermedades.
Según se informó en la sesión de la Asamblea
Nacional celebrada en julio de 2012, el 58% del agua bombeada que se pierde
asciende a 1 011 millones de metros cúbicos, de los cuales el 22%, que asciende
a 383,5 millones, se dilapida en las redes inter domiciliarias, que significa
que la población deje de recibir alrededor de 93,5 litros diarios per cápita
solo por ese motivo, y equivale aproximadamente a los 100 litros mínimos
requeridos.
La promesa de “Nochebuena” que hizo Raúl Castro
en diciembre de 2007, que Santiago de Cuba tendría agua las 24 horas del día en
2008 o a lo sumo en 2009, continúa incumplida y con su política de no apurarse,
declaró al respecto en 2011: “…no había
que presionarse por la palabra empeñada…”, más claro que el agua: su palabra no vale nada.
El acueducto de Manzanillo, con 5 años de
construido y que tenía el propósito de abastecer de agua a sus 100 mil
habitantes las 24 horas del día, no ha cumplido su propósito. Las aguas anegan
cunetas, calles y esquinas céntricas y se bota casi la mitad del agua bombeada.
En algunas zonas el servicio es más deficiente que antes de iniciarse esa obra.
A mediados de 2011, en La Habana, de 3 200 km
de tuberías de acueducto, el 70% estaba en mal estado.
La solución que se recomendó en la última reunión
de la Asamblea Nacional, no fue incrementar los medios necesarios para resolver
al menos los salideros inter domiciliarios, sino elevar las tarifas a la ya
atiborrada población para “incentivar” el ahorro.
3.-LOS RESIDUALES.
Al iniciarse el año 2008 solo el 38,8% de la
población (4,4 millones de personas) tenían cobertura de saneamiento por
alcantarillado; el 56,3% (6,4millones) dependían de fosas o letrinas y un 4,9%,
(unas 600 mil) carecían de saneamiento. Para esa fecha solo se trataban el 30%
de los albañales evacuados y de las 840 mil fosas sépticas existentes solo se
limpiaban anualmente unas 250 mil; por
lo que debían esperar como promedio 3 años y 4 meses para ello. En el caso de
La Habana es de destacar que con una población actual de 2,2 millones de
personas, el sistema de alcantarillados fue concebido para alrededor de 600
mil.
En la capital al iniciarse 2010 la prensa destacaba
que no había sistematicidad en la recogida de desechos sólidos, ni en la
limpieza de locales abandonados, lo cual contribuía al deterioro de la higiene,
situación que se mantiene actualmente. Además se informaba que en San Miguel
del Padrón había una elevada incidencia de salideros de agua donde se ligaban
aguas limpias y negras.
Para la recogida de residuales sólidos, se
informó en una reunión previa a la sesión de la Asamblea Nacional el 22 de
julio de 2012, que de los 994 vertederos activos en el país 209 operan a cielo
abierto y el 11% de los residuales no reciben tratamiento, además una buena
parte de ellos no tienen cerca perimetral, por lo que el acceso de animales y
personas constituye un riesgo epidemiológico.
4.-LAS REDES ELÉCTRICAS.
Son casi totales los tendidos eléctricos aéreos
a lo largo del país, pese a que la frecuencia de huracanes aconseja el
soterrado de éstos, que son invulnerables ante eventos de esa naturaleza,
tienen una vida útil mayor, se recupera la inversión rápidamente, evita la poda
frecuente de árboles en zonas urbanas y posibilita mantener las comunicaciones
en épocas de tormentas. Es de destacar, que solamente la capital tiene unos 56
000 árboles entre las líneas eléctricas.
Las redes
eléctricas están envejecidas y solo en la capital llevan más de 40 años de
explotación.
Para
complicar más la situación eléctrica, Fidel Castro con su infausta Revolución Energética,
obligó a cocinar con electricidad al 75% de las familias que lo hacían con
keroseno; y hoy el 69% de los hogares, alrededor de 2,6 millones, con unos de
7,9 millones de personas, se ven obligados a ello, con el inconveniente de que
no se les garantizan las piezas de repuesto ante las frecuentes roturas y la
población ve incrementada paulatinamente su factura eléctrica, que creció un 4%
en el primer semestre de 2012. No obstante Raúl Castro ratificó que hay que
cocinar con electricidad.
5.-CONCLUSIÓN.
Un resumen de la situación lo reflejó un
estudio sobre la prevención y asistencia
social presentado a la Asamblea Nacional en diciembre de 2009, que planteaba:
“…en más de 300 demarcaciones se agudizan y confluyen dificultades con la mala
calidad de las viviendas y los viales, la falta de higiene, el escaso alumbrado
público, los problemas con el abasto de agua, las difíciles relaciones entre
los vecinos y las pocas opciones para ocupar el tiempo libre…además abundan en
ellas el consumo de bebidas alcohólicas, las alteraciones del orden y la
violencia intrafamiliar y de género.”
A fines de diciembre de 2010 el semanario
Tribuna de La Habana comentó que en las asambleas de rendición de cuentas de
los municipios los asuntos más reiterados fueron: el alumbrado público, los
salideros de agua potable, la falta de transporte y el vertimiento de
albañales.
Sin embargo, Raúl Castro contribuye de forma
directa a ampliar el caos, y por ejemplo, dio la instrucción -a principios de
2009- que en el barrio La Risueña, de Santiago de Cuba -donde se construían 100
petrocasas- se respetara espacio para la posterior urbanización, en lugar de
prohibir las edificaciones sin esas previas obras. Con esa orientación aprobó
prácticamente la construcción de un barrio marginal.
Solo habría que agregar que este panorama es
válido a todo lo largo del país, que se agrava y acelera, como lo demuestran,
no solo los derrumbes de viviendas, sino también la situación epidemiológica,
con el incremento de las enfermedades diarreicas, el endemismo del dengue, el
reciente brote de cólera y otras enfermedades, debido a la proliferación de
vectores. Mientras tanto, habrá que seguir las orientaciones de Raúl Castro: no hay apuro.
La Habana, 29 de julio de 2012.