Regresan los prostíbulos a La Habana
Sexo ocasional y barato para cubanos. Los “mataderos” se encuentran en cualquier barrio
Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba. -En casi todos los barrios de La Habana existe al menos un “matadero”. Incluso en los municipios más populosos como Habana Vieja o Centro Habana la cifra pudiera ser altísima. No se trata de lugares donde se sacrifican animales, sin embargo, los “oficios” y prácticas que en ellos se realizan los vuelven muy semejantes al universo de los matarifes.
Muchos cubanos conocen el término “matadero”. En el argot de la prostitución así se identifican las viviendas cuyos dueños, de modo clandestino, alquilan al menos una habitación para que las parejas puedan “matar la jugada”, lo que traducido al castellano sería algo así como “tener sexo ocasional a cambio de dinero”.
El negocio de “matar la jugada”
Sin embargo, la palabra “matadero”, en el mismo ámbito del comercio sexual, también ha pasado a identificar algunos prostíbulos relativamente baratos, un nuevo tipo de negocio que ha nacido del estado de miseria que sufre la totalidad de los barrios marginales.
Algunos de estos “nuevos mataderos” se han vuelto muy populares. Mucho más entre los jóvenes, algunos incluso menores de edad. En sus conversaciones, las referencias a “La Finca”, en la localidad de Las Guásimas; el “Matadero de Pura”, en el callejón del Reparto Eléctrico; o el “Matadero del Chino, en Párraga (todos en el municipio Arroyo Naranjo) son temas muy recurrentes. En estos lugares, que funcionan bajo la máscara de fiestas o bailables privados, la principal atracción son las muchachas, la mayoría menores de 18 años, que venden sus cuerpos por precios que no rebasan los 5 dólares la hora y, algunas veces, toda la noche.
Un adolescente de 17 años que, como muchos de su edad, abandonó los estudios por manejar un coche de caballos para el transporte de pasajeros en el Reparto Eléctrico, accedió a conversar con nosotros. Aunque no le teme a que su nombre aparezca en Cubanet, sí nos advierte que, de revelar su identidad, pudiera verse enredado en problemas muy graves con las personas que administran el negocio de los “mataderos”, también muy vinculado con el mundo de los juegos de interés, las armas de fuego y las drogas:
“Es como ir a una fiesta. Ponen música, se juega billar o dominó, todo por dinero. La entrada son 3 fulas [dólares]. Si lo que quieres es ir a ‘matar’ [tener sexo], entonces vas para atrás donde están los cuartos o te empatas con algunas de las niñas que están por ahí. Todas están en eso. […]. No les pagas a ellas. Eso tú lo cuadras con el Perro […]. El Perro es como el chulo. Él te dice ‘tanto’ y entonces si a ti te cuadra, bien, si no, le dices lo que tú quieres.”
“Si no te cuadra ninguna de las niñas, él te enseña fotos de otras y te las llama. Si no es para ese día,
entonces para otro, pero él te busca lo que tú quieres. Pero por eso te cobra más. […] Entre 10 y 15 fulas, no más, a no ser que sea un yuma [extranjero] pero ahí no van muchos, a veces un italiano o un español. Eso es para cubanos. Por cualquier niña de las que están allí no te pueden pedir más de 5 fulas. Pero todas las jevitas son lindas. […] Yo a veces me las he llevado por 1 fula, porque les he llevado socios que pagan bien porque les gusta una jevita de aquí mismo del reparto y el Perro se las cuadra, entonces me lleva suave, no como a los demás.”
En la parte de alante de la casa solo se juega y la gente baila. Si llega la policía, todo parece una fiesta. Pero ahí no va la policía. Todo el mundo sabe lo que hay pero nadie se mete. Ahí corre dinero. De todos modos, lo mejor está en la parte de atrás. Se fuma de todo. […] Allí hay varios cuartos y en el pasillo siempre hay jevitas invitándote, toqueteándote, se pasa rico hasta las 4 o 5 de la mañana. […] Yo no te voy a decir mentira, yo voy todos los fines de semana. Reúno el dinero y voy como todo el mundo de por aquí. Pero sí sé de “brothers” que van todos los días. Vienen aquí, cochean todo el día, hacen 5 fulas y se van directo para allá. No comen ni nada, están flacos del hambre que pasan porque solo viven para estar metido en el matadero toda la noche. Eso te mata, te envicia.”
“Cuando cumplí quince años mi papá me regaló 20 fulas y me llevó al matadero de El Chino, porque él no quería que nos vieran en el del callejón [del Eléctrico]. En el callejón todas las chamaquitas son de por aquí, incluso de mi edificio y de la escuela. […] Después dejé la secundaria y me puse a cochear pero yo no me gasto todo en el matadero, ni fumo ni juego. Lo mío son las jevitas, vacilarlas”.
A pesar de que en estos “mataderos” son frecuentes las riñas, los hechos de sangre y el abuso a menores de edad, temiendo a las represalias nadie se atreve a establecer una denuncia ante las autoridades. Incluso pudiera asegurarse que existe un alto grado de complicidad entre muchos de los habitantes de estos barrios marginales donde comienza a estilarse que los padres regalen una sui generis “iniciación sexual” a su hijo adolescente y donde hay familias completas que viven de la explotación sexual de las hijas o que se benefician de algunos de los servicios secundarios que se ofertan en tales tugurios.
Buena parte del alcohol que se consume en los mataderos se produce en pequeñas destiladeras ocultas en los garajes de las viviendas aledañas. En algunas granjas y fincas agrícolas, supuestamente de “autoconsumo”, así como en terrenos apartados y patios traseros, en varias ocasiones han sido detectados considerables cultivos de marihuana.
En un país donde el salario promedio no es capaz de garantizar la más elemental sobrevivencia y los individuos deben adoptar estrategias de salvación en los límites entre lo humano y lo brutal, la cadena de dependencias que se establece alrededor de los mataderos sin duda se torna indestructible.
Sexo ocasional y barato para cubanos. Los “mataderos” se encuentran en cualquier barrio
Ernesto Pérez Chang
LA HABANA, Cuba. -En casi todos los barrios de La Habana existe al menos un “matadero”. Incluso en los municipios más populosos como Habana Vieja o Centro Habana la cifra pudiera ser altísima. No se trata de lugares donde se sacrifican animales, sin embargo, los “oficios” y prácticas que en ellos se realizan los vuelven muy semejantes al universo de los matarifes.
Muchos cubanos conocen el término “matadero”. En el argot de la prostitución así se identifican las viviendas cuyos dueños, de modo clandestino, alquilan al menos una habitación para que las parejas puedan “matar la jugada”, lo que traducido al castellano sería algo así como “tener sexo ocasional a cambio de dinero”.
El negocio de “matar la jugada”
Sin embargo, la palabra “matadero”, en el mismo ámbito del comercio sexual, también ha pasado a identificar algunos prostíbulos relativamente baratos, un nuevo tipo de negocio que ha nacido del estado de miseria que sufre la totalidad de los barrios marginales.
Algunos de estos “nuevos mataderos” se han vuelto muy populares. Mucho más entre los jóvenes, algunos incluso menores de edad. En sus conversaciones, las referencias a “La Finca”, en la localidad de Las Guásimas; el “Matadero de Pura”, en el callejón del Reparto Eléctrico; o el “Matadero del Chino, en Párraga (todos en el municipio Arroyo Naranjo) son temas muy recurrentes. En estos lugares, que funcionan bajo la máscara de fiestas o bailables privados, la principal atracción son las muchachas, la mayoría menores de 18 años, que venden sus cuerpos por precios que no rebasan los 5 dólares la hora y, algunas veces, toda la noche.
Un adolescente de 17 años que, como muchos de su edad, abandonó los estudios por manejar un coche de caballos para el transporte de pasajeros en el Reparto Eléctrico, accedió a conversar con nosotros. Aunque no le teme a que su nombre aparezca en Cubanet, sí nos advierte que, de revelar su identidad, pudiera verse enredado en problemas muy graves con las personas que administran el negocio de los “mataderos”, también muy vinculado con el mundo de los juegos de interés, las armas de fuego y las drogas:
“Es como ir a una fiesta. Ponen música, se juega billar o dominó, todo por dinero. La entrada son 3 fulas [dólares]. Si lo que quieres es ir a ‘matar’ [tener sexo], entonces vas para atrás donde están los cuartos o te empatas con algunas de las niñas que están por ahí. Todas están en eso. […]. No les pagas a ellas. Eso tú lo cuadras con el Perro […]. El Perro es como el chulo. Él te dice ‘tanto’ y entonces si a ti te cuadra, bien, si no, le dices lo que tú quieres.”
“Si no te cuadra ninguna de las niñas, él te enseña fotos de otras y te las llama. Si no es para ese día,
entonces para otro, pero él te busca lo que tú quieres. Pero por eso te cobra más. […] Entre 10 y 15 fulas, no más, a no ser que sea un yuma [extranjero] pero ahí no van muchos, a veces un italiano o un español. Eso es para cubanos. Por cualquier niña de las que están allí no te pueden pedir más de 5 fulas. Pero todas las jevitas son lindas. […] Yo a veces me las he llevado por 1 fula, porque les he llevado socios que pagan bien porque les gusta una jevita de aquí mismo del reparto y el Perro se las cuadra, entonces me lleva suave, no como a los demás.”
En la parte de alante de la casa solo se juega y la gente baila. Si llega la policía, todo parece una fiesta. Pero ahí no va la policía. Todo el mundo sabe lo que hay pero nadie se mete. Ahí corre dinero. De todos modos, lo mejor está en la parte de atrás. Se fuma de todo. […] Allí hay varios cuartos y en el pasillo siempre hay jevitas invitándote, toqueteándote, se pasa rico hasta las 4 o 5 de la mañana. […] Yo no te voy a decir mentira, yo voy todos los fines de semana. Reúno el dinero y voy como todo el mundo de por aquí. Pero sí sé de “brothers” que van todos los días. Vienen aquí, cochean todo el día, hacen 5 fulas y se van directo para allá. No comen ni nada, están flacos del hambre que pasan porque solo viven para estar metido en el matadero toda la noche. Eso te mata, te envicia.”
“Cuando cumplí quince años mi papá me regaló 20 fulas y me llevó al matadero de El Chino, porque él no quería que nos vieran en el del callejón [del Eléctrico]. En el callejón todas las chamaquitas son de por aquí, incluso de mi edificio y de la escuela. […] Después dejé la secundaria y me puse a cochear pero yo no me gasto todo en el matadero, ni fumo ni juego. Lo mío son las jevitas, vacilarlas”.
La mácula detrás del vicio
En casi todos los edificios la gente vive de alquilar para encuentros ocasionales (foto del autor) |
Buena parte del alcohol que se consume en los mataderos se produce en pequeñas destiladeras ocultas en los garajes de las viviendas aledañas. En algunas granjas y fincas agrícolas, supuestamente de “autoconsumo”, así como en terrenos apartados y patios traseros, en varias ocasiones han sido detectados considerables cultivos de marihuana.
En un país donde el salario promedio no es capaz de garantizar la más elemental sobrevivencia y los individuos deben adoptar estrategias de salvación en los límites entre lo humano y lo brutal, la cadena de dependencias que se establece alrededor de los mataderos sin duda se torna indestructible.