Es el 31 de marzo de 1965 en una casa en las afueras de La Habana, donde Ernesto Guevara se prepara para continuar su misión revolucionaria en África, continente al que considera el eslabón más débil del capitalismo internacional. Para salir de Cuba sin despertar sospechas, se ha transformado en Ramón Benítez y viste traje, corbata y sombrero; calza anteojos y se ha afeitado la barba y el bigote.
Fidel Castro llega a saludarlo; salen al patio...