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lunes, 21 de marzo de 2022

"Cuba" 💥 ENTÉRATE! Algo que seguro no sabías de FIDEL CASTRO

Fidel Castro – News, Research and Analysis – The Conversation – page 1


 
Después de hacerse con el poder en Cuba, Fidel Castro proclamó desde muy temprano la útopica meta de establecer en la isla una sociedad igualitaria, y todavía en mayo del 2000 aseguraba que “revolución…es igualdad y libertad plenas”. Pero cuidado, que este igualitarismo de Castro es como el de Rebelión en la Granja de George Orwell, donde todos los animales eran iguales, pero unos eran más iguales que otros.

jueves, 3 de septiembre de 2020

"Cuba" El socialismo es más que destrucción física, es la muerte espiritual de la nación cubana.

 

No hay dudas, de eso sí pueden jactarse los sinvergüenzas de la revolución del picadillo, de eso sí pueden sentirse muy orgullosos, eufóricos, porque si algo han hecho bien es obligar a los seres cubanos a querer “escapar” de su Patria o, mejor dicho, del infierno que crearon bajo la doctrina de la chambelona socialista y las “cancioncitas protestonas”.

El castor-comunismo desmembró la nación cubana por todas partes. No existe nada en Cuba que no haya retrocedido o involucionado, con proporciones gigantescas, después del 1 de Enero de 1959, es decir, la producción agrícola, la producción industrial, la construcción de viviendas, la educación y la cultura cívicas, el orden y el progreso, las libertades ciudadanas y, fundamentalmente, el “olor de la vida”, ese que todo ser cubano tiene en la memoria y lleva consigo a todas partes para no perder el camino de regreso a “casa”.
Pero el castrismo se especializó en rupturas, se hizo máster en descuartizar la cubanía, en desprestigiar los valores más auténticos de un pueblo que tenía a la familia como pedestal y en empujar y empujar a sus integrantes a un cruel destierro que ya hoy suma más de sesenta larguísimos años.

Antes de 1959 Cuba era un país receptor de migrantes, miles de personas, de muchos lugares de este planeta, solicitaban permisos para radicarse en la Isla. Venían, sobre todo, atraídos por la prosperidad y las opciones de futuro que teníamos, la bondad de los cubanos y el privilegio de tener una posición geográfica envidiable.
En la actualidad a muy pocos en el mundo se les ocurre tamaño disparate salvo que sean prófugos de la justicia en sus países.
Lo único que hemos logrado conservar en estos tiempos es una parte de esa bondad y la posición geográfica, lo otro, lo esencial, lo visible a los ojos, se fue al garete con este viento de la desgracia llamado revolución socialista.
Hoy Cuba “exporta” a sus habitantes por cientos de miles y por las vías más absurdas, crueles o disparatadas. El cubano no quiere vivir en su propio país, está cansado, se ha hastiado de esperar por la “camita calientica y cómoda” y el “vasito de leche”, por la vida digna y responsable y por un mañana que cada vez es más ayer y más ayer.

Por generaciones hemos visto que todo ha sido una burda mentira, que la Patria hiede y que costará, sabe Dios cuánto tiempo, volverle a dar algún sentido de decencia.
Entonces no queda otra, muchos decidimos partir con media alma rota y los dolores y la angustia por tener que separarnos de la familia, nuestra madre, los amigos y lo material, que también cuenta.
Los cubanos nos vamos para donde sea: “pa’ donde sea fidel, pa’ donde sea…”, no importa, a veces mientras más enredado se hable mejor porque así nos sirve para olvidar las penas, no importa si nos congelamos o los sudores nos deshidratan, si la comida es muy picante o si los sabores nos retuercen de nostalgia, la meta es salir adelante y perseverar porque en verdad de eso estamos hecho nosotros, de madera dura que no se raja y que no se deja amedrentar, ¡ah! y “pa’ tra’, ni pa’ coger impulso”.
Mis “opositores” me atacarán con el cuentecito de que este es un fenómeno que sucede a nivel mundial, “el sur invadiendo el norte”, que Cuba no es el único caso y: “Ahí están las cifras de centroamericanos, suramericanos, del medio oriente, norafricanos y chinos, y no tan chinos, que se deslumbran con el sueño del capitalismo, no son únicamente los cubanos”.
Pasa que sólo la dictadura castrista, único caso en toda la historia, lleva prometiendo al pueblo, por más de sesenta años seguidos, mucha prosperidad y una mejor vida y, como toda mentira que se infla y se infla y se recontrainfla, los cubanos de infantería nos cansamos del engaño.
Fíjense que nosotros somos los únicos que no tenemos destinos prioritarios para emigrar, nos da lo mismo, es triste pero es una realidad, la fuerza de la desilusión provocada por la miseria y el hambre empujan más que los “valores del socialismo” que un día nos “introdujeron” como supositorios ideológicos.
Por eso afirmo que la dictadura castrista es responsable de uno de los desastres “ecológicos” más terribles en toda la historia de la humanidad: El exterminio de la familia cubana, del ser cubano en sí mismo y en provocar que más de tres millones de nosotros vivamos desperdigados por el mundo “sin Patria, pero sin amo”…
Ricardo Santiago.

Tomado de: https://poresomefuidecuba.com/el-socialismo-es-mas-que-destruccion-fisica-es-la-muerte-espiritual-de-la-nacion-cubana/?fbclid=IwAR1E7BcSsbUADUHTVS0EdDrDf0pCRrlyH1wy2kwPf1gU2sVE9xU4cOIK31c 



 




sábado, 1 de febrero de 2020

Cuba ha sido la revolución marxista más explotadora, hambreadora y racista de la historia

Cuba, la contrarrevolucionaria
Cuba tuvo más duques, condes y duquesas que ninguna otra colonia hispanoamericana. (Youtube)

“En una situación de crisis el poder se mantiene con el terror y el hambre”[1].

Fidel Castro
Sucre aplaudió la idea y fue más lejos: no solo había que invadir a Cuba, descabezar al principal agente comercial de la península en el mundo y cortarle a la Corona española su cabeza de playa para combatir a los patriotas latinoamericanos e impedir la independencia, idea que le proponía Bolívar antes del Congreso Anfictiónico de Panamá. El joven y valeroso general cumanés le propuso seguir de largo, atravesar el Atlántico e invadir la península. A la serpiente, le dijo, se la mata por la cabeza.

La idea era estrafalaria, pero tenía más que justificadas razones. Cuba era no solo el refugio de la flota colonizadora, el prostíbulo de su marinería y el clavo en el corazón de un continente desesperado por sacudirse tres siglos de coloniaje y sometimiento. Mientras Venezuela ardía de un extremo al otro y se desangraba dejando sus primeros trescientos mil cadáveres sobre los campos de batalla, la sacarocracia cubana —como llamaba el gran historiador cubano Manuel Moreno Fraginals a la más rica, arribista y esclavista burguesía azucarera cubana— traía desde África más de trescientos mil esclavos, en la trata más feroz e implacable de esclavos vivida hasta entonces por el mundo. Era la mano de obra necesaria para alimentar el cultivo, corte y procesamiento de caña de azúcar para alimentar el mercado mundial, de la que era su principal proveedora.

La Habana se llenaba de palacetes asombrosos para vestir y encumbrar a la gallegada cubanizada que competía por explotar a los negros recién llegados del Congo y otros lugares africanos, enriquecerse con su comercio, usar su mano de obra en los ingenios azucareros y comprar títulos de nobleza. Cuba tuvo más duques, condes y duquesas que ninguna otra colonia hispanoamericana. Batiendo el récord de esclavas sirviendo en los prostíbulos puestos al servicio de la marinería española. Y hoy al de los jubilados europeos herederos del mayo francés del 68. Ellos son los “podemitas” españoles. Ellas, las famosas “jineteras”. Quien lo dude, que lea Cuba-España/España-Cuba, del mencionado Manuel Moreno Fraginals. O lea a un castrista de la primera hora, Carlos Franqui, quien dice en una de las obras más esclarecedoras del delirio devastador del castrismo que “Castro es el primer jefe de Estado proxeneta del mundo”[2]. Considera que la llamada revolución cubana es la mayor tragedia ocurrida en Cuba en toda su historia y aclara el profundo sentido de sus palabras cuando les dijera a unos coroneles portugueses de visita en La Habana, para prevenirles ante sus eventuales errores: “En una situación de crisis el poder se mantiene con el terror y el hambre”[3]. Y tuvo que esperar al auxilio norteamericano para liberarse cuando el resto de nuestra región llevaba un siglo liberada. Fue la sociedad más racista, más hispanófila y menos solidaria con los patriotas independentistas del Caribe. Hasta hoy, la llamada revolución cubana no ha tenido un solo negro en las filas de la alta dirigencia de una revolución marxista profundamente racista y negrera. Que hoy continúa con su trata de blancas esclavizando la mano de obra especializada de médicos de alquiler. Ha sido la revolución marxista más explotadora, hambreadora y racista de la historia. De ella dependemos los venezolanos. Y a ella honra una izquierda castrocomunista absolutamente ajena a los afanes de liberación y prosperidad de sus ciudadanías. Y hay ministros de Podemos que piden seguir el ejemplo de Fidel Castro, mientras senadoras del Partido Comunista chileno ensalzan la obra devastadora provocada por Cuba y Venezuela en las filas de su militancia. Pretenden no saber que la revolución cubana es la mayor tragedia vivida por América Latina en los últimos sesenta años. Que su ignorancia los proteja.
Tomado de: https://es.panampost.com/antonio-sanchez/2020/01/25/cuba-contrarrevolucionaria/

domingo, 19 de enero de 2020

MADE IN CUBA: ESCUELAS PARA EL “HOMBRE NUEVO”

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La Escuela Vocacional Lenin, en Cuba
MADE IN CUBA: ESCUELAS PARA EL “HOMBRE NUEVO”. Por CLARA RIVEROS/27 DE FEBRERO DE 2018/Tomado de https://www-mundiario-com.cdn
“Todo lo descrito en este artículo, se produjo en el microcosmos de mi escuela ESBEC Sola #3 en Sierra de Cubitas, Camagüey. Fui parte de quienes la inauguramos en 1972. No pase por alto leer después mi ficha biográfica.” NAPOLEÓN LIZARDO
La Isla de la Juventud dejó profundas huellas para muchos cubanos y becarios extranjeros que pasaron por ahí.
«Solo las escuelas más arruinadas, quedaron con sus esqueletos de hormigón como mudos testigos de la época donde casi todos creíamos en todo lo que se le ocurría al Máximo Líder y se cantaba, con lágrimas en los ojos, a coro con Silvio Rodríguez: «Esta es la nueva casa, esta es la nueva escuela, conjuro de nueva raza…»
Paulino Alfonso.
Julio César Álvarez señala que «Siete años después del triunfo de la revolución, en 1966, se inició en Cuba el experimento de «la escuela al campo», que podríamos considerar el germen de las escuelas secundarias y pre universitarias en el campo que surgieron poco después.
El proyecto consistía en enviar a todos los estudiantes de enseñanza media a campamentos en el campo, durante 45 días cada curso, para trabajar en labores agrícolas; al final del periodo los estudiantes regresaban a sus escuelas en la ciudad». «También para formar al «superhombre» castro-guevarista, Castro puso en marcha la Escuela al Campo», observa Roberto Álvarez Quiñones, quien sostiene que la Escuela en el Campo fue un plan de inspiración fascista que rayó en la criminalidad.
«En Cuba se separaron niños y adolescentes de sus padres para someterlos al control del Estado y formar el «hombre nuevo», no por casualidad tomado prestado del «hombre superior» nazi, a su vez derivado del «superhombre» de Nietzsche, que Hitler soñaba para protagonista del nuevo orden fascista mundial que duraría 1.000 años. Castro y el “Che” Guevara lo querían formar para el orden mundial comunista, infinito en el tiempo […] En su inmensa mayoría, los estudiantes secundarios y preuniversitarios fueron trasladados a vivir en aquellas escuelas. Internados en lugares remotos, eran obligados a trabajar media jornada como peones agrícolas».
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ESBEC Sola 3. 1972. Junto al profesor de Química
En las ESBEC o Escuelas Secundarias Básicas en el Campo —los becarios— debían combinar diariamente la jornada de estudio con la jornada de trabajo. El objetivo declarado del modelo de enseñanza revolucionario era la «formación integral de los alumnos mediante la combinación del estudio y el trabajo desde la adolescencia» pero, otras opiniones sugieren que, «en realidad se buscaba separar a los adolescentes de sus
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La ESBEC abandonada. Foto reciente, tomada desde el mismo lugar en me ubico en foto de 1972
familias para moldearlos mejor como «hombres nuevos», fieles a la revolución».
Paulino Alfonso destaca que Fidel Castro se encargó de diseñar, en parte, esa escuela y que el proyecto fue habilitado con «increíbles condiciones materiales, que iban desde una alimentación excelente, un vestuario exclusivo, un selecto claustro de profesores y personal de servicios y hasta un hospital de diez camas, que contaba con ambulancias para el traslado de los pacientes que no se pudieran atender en el centro». Sin embargo, en 1970, el proyecto —recién nacido— estuvo a punto de ser cancelado por los austeros patrocinadores soviéticos. Fidel Castro se vio obligado a gestionar en persona la salvación de su programa, gracias a esto «y con recortes en los gastos faraónicos, fue autorizado». «Durante su época dorada, se construyeron 535 escuelas en el campo, de las cuales 40 fueron destinadas a estudiantes de países del Tercer mundo».
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Posiblemente el paisaje arquitectónico que más observábamos. El comedor y el “come and get it” para nuestros estómagos: macarela y mantequilla pestilente por la falta de refrigeración (los infaltables en la “época dorada”).
La Escuela Vocacional Lenin, en Cuba.
La Isla de la Juventud en cifras
El portal oficialista cubano —Ecured— define las ESBEC como «escuelas de nuevo tipo» a las que en principio fueron llevados estudiantes de las diferentes provincias del país. Muy pronto y gracias a las afinidades políticas e ideológicas del castrismo con otros gobiernos, Cuba acogió a niños y jóvenes de diversas nacionalidades[1]. Con el propósito de revertir «la situación heredada de la sociedad capitalista, así como de materialización del internacionalismo socialista» se decidió la creación de las «Escuelas Internacionalistas».
La cristalización del proyecto internacionalista habría tenido lugar a mediados de 1977, durante la visita de Raúl Castro —Segundo Secretario del Comité Central del Partido y Ministro de las FAR— a la República Popular de Angola. Castro transmitió el ofrecimiento de cuatro escuelas en Cuba, cada una con capacidad para 600 estudiantes que podrían cursar estudios de primaria, secundaria, técnica y profesional. Posteriormente, Mozambique solicitó becas para 551 nacionales que arribaron a la isla en el mes de septiembre de ese año, mientras que los procedentes de Angola lo hicieron en diciembre. El régimen cubano dispuso contingentes con docentes y personal de apoyo para responder a la gran demanda internacional[2].
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Sin palabras
En 1985, Robert Mugabe, Primer Ministro de la República de Zimbabue, estuvo en Cuba y su visita produjo, según Ecured, «un cambio cualitativo en el diseño del plan de escuelas internacionalistas al firmar un convenio de colaboración para formar Licenciados en Educación en las especialidades de Matemática, Física, Química, Biología y Geografía, y que también incluían un currículo de asignaturas de humanidades»[3]. Los datos que presenta Ecured no resultan del todo ilustrativos. Paulino Alfonso y Álvarez Quiñones citan las cifras reportadas por el Partido Comunista en 1991, con motivo del IV Congreso en el que se pudo conocer que: se erigieron 535 escuelas dotadas con hospitales que tenían 10 camas y ambulancias; se necesitaron 10 millones de toneladas de cemento; 2.000 ómnibus rusos para transportar a los estudiantes; 16 millones de toneladas de alimentos; 15 millones de toneladas de combustible; equipamiento técnico, docente, uniformes y avituallamiento. En suma, estas escuelas demandaron miles de millones de dólares de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para su creación y sostenimiento durante 22 años. Álvarez Quiñones destaca que la economía revolucionaria fue incapaz de generar recursos para solventar sus cuantiosos gastos entre 1960 y 1991, periodo en el que Cuba recibió ingentes recursos provenientes de la URSS.
En 31 años, la URSS le entregó a Castro 115.000 millones de dólares. Los recursos no se invirtieron en el desarrollo económico del país para que el gasto y la inversión social se hicieran sostenibles y sustentables, sino que los fondos fueron malversados en disparatados planes económicos para aparentar que Cuba estaba al nivel de los países desarrollados en materia social; también en la creación, entrenamiento y armamentismo de guerrillas rurales y urbanas y en grupos terroristas (Colombia, Venezuela, Perú, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, El Salvador, Guatemala y Haití); y, en intervenciones militares en Angola, Etiopía, Somalia, Namibia, Congo, Siria (contra Israel), Argelia (contra Marruecos), Panamá, República Dominicana, Nicaragua y Venezuela, según documenta Álvarez Quiñones.
Los recursos soviéticos permitieron que el dictador cubano se mimetizara en filántropo y benefactor de los «pobres del mundo». La URSS no solo financió el proyecto educativo cubano —que recibió subsidios entre 3.000 y 5.000 millones de dólares anuales— sino muchas y muy variadas empresas que convirtieron a Fidel Castro en el líder del Movimiento de Países No Alineados y en «redentor» del Tercer Mundo. Analistas cubanos coinciden en que el declive del controvertido proyecto tuvo lugar —no por un acto de sensatez del régimen, sino obligado por las circunstancias— cuando cesaron los subsidios soviéticos. Con la llegada de Mijaíl Gorbachov, la Perestroika y la posterior desintegración de la URSS, se definió el rumbo y el futuro de las ESBEC.
Fin del mito
Las ESBEC no solo fueron solidaridad y armonía. Además de ser inviables e insostenibles en lo económico, las instalaciones sirvieron de escenario a otras situaciones. Álvarez Quiñones describe que también los estudiantes que cursaban la secundaria en las ciudades eran obligados a ir al campo a trabajar por periodos de 45 días y, durante ese tiempo en que convivían hombres y mujeres, se propició y fomentó el embarazo temprano de adolescentes. «La promiscuidad sexual y la violencia verbal y física alcanzaron altos niveles. Miles de adolescentes resultaron embarazadas». Niñas-adolescentes se convirtieron en madres a los 15 años.
La Isla de la Juventud dejó profundas huellas para muchos cubanos y becarios extranjeros que pasaron por ahí. Los becarios no solo se vieron alejados de sus familias y obligados a trabajar en arduas jornadas, sino que debieron enfrentar eventos dramáticos de promiscuidad y violencia de toda índole, incluida la sexual. Hubo crímenes, violaciones y corrupción de menores como registra Julio César Álvarez. Paulino Alfonso también destaca como «las escuelas del hombre nuevo se convertían en antros de delincuencia, drogadicción y prostitución», además de mencionar los motines «reprimidos bestialmente» que se produjeron en las escuelas internacionalistas y que llevó a que muchos gobiernos africanos retiraran a sus nacionales de Cuba. «Poco a poco, casi todas las escuelas en el campo se abandonaron, y se convirtieron, en refugio de marginales y delincuentes, quienes vendían todo lo que quedaba de estas».
Álvarez Quiñones coincide con la observación de Alfonso y subraya que las instalaciones abandonadas fueron ocupadas por la delincuencia y otras se convirtieron en prisiones o en viviendas. Las ESBEC fueron devoradas por el tiempo, la delincuencia, los animales y la maleza. Algunas se mantuvieron, pero —pasado el primer decenio del siglo XXI— no hubo manera de asegurar su continuidad y supervivencia. «Ante la enorme crisis financiera que enfrenta, el gobierno finalmente optó por cerrar las ESBEC. Este modelo cubano de estudio y trabajo permanente siempre fue económicamente inviable y, como los otros «logros de la revolución», solo se podía mantener gracias a los enormes subsidios soviéticos que desaparecieron con la URSS. Fracasó desde sus inicios, aunque a los dirigentes de la revolución les haya costado más de cuarenta años reconocerlo», notaba, años atrás, Julio César Álvarez.
En buena hora para el castrismo, ascendió Hugo Chávez y con él, el socialismo del siglo XXI, los subsidios venezolanos llegaron a cubrir una parte de los gastos de educación, aunque ahora también esos recursos escasean. Venezuela ha sostenido la parasitaria economía cubana que se hunde en una crisis terminal.
Notas:
[1] Según información de Ecured, la construcción de la primera ESBEC en áreas citrícolas –«cercanas a la Presa Vietnam Heroico»- empezó en febrero de 1970 y fue inaugurada por Fidel Castro a finales de junio de 1971, «con una matrícula inicial de 243 estudiantes». Al comenzar 1973, había cinco ESBEC en la Isla de Pinos y para el mes de septiembre eran 12. Se implementó un nuevo Seminternado de primaria y se completaron todos los niveles de enseñanza. Para el periodo lectivo 1976-1977, había 20 instituciones escolares con 11.161 alumnos; para 1978-1979, 25 centros con 12.249 estudiantes y 552 docentes. Si se incluyen las escuelas de formación para maestros primarios, el total para los periodos 1976-1977, era de 35 centros con 15.930 alumnos; y, para 1978-1979, había 44 centros con 18.037 estudiantes. La planta docente pasó de 1.327 a unos 2.775. En lo que respecta a la Enseñanza Media Superior (1977), registraba 20.937 alumnos procedentes de las diferentes provincias de Cuba. Para 1988, en la Isla de la Juventud había 120 centros docentes con capacidad para 42 mil estudiantes; 16 centros infantiles para párvulos y preescolar; cinco escuelas especiales, ocho politécnicos en diferentes ramas; una escuela Vocacional de Arte, de Cerámica artística y otra de iniciación deportiva (EIDE).
[2] El portal oficialista Ecured sostiene que 1982 fue el periodo con mayor cantidad de estudiantes extranjeros, para un total de 22.197. De estos, 12.430 eran varones y 9.767 mujeres. Asimismo, refiere que en el periodo 1987-1988, hubo 15.370 becarios, con un incremento en 1988 para un total de 18.600 becarios de 37 nacionalidades.
[3] A ese programa fueron incorporados en el periodo 1986-1987, estudiantes cubanos y de Angola que residían en la Isla de la Juventud. Los estudiantes realizaban prácticas laborales en las escuelas de enseñanza media y primaria y, a partir del tercer año, impartían clases, según la información que reporta Ecured.
Tomado de https://napoleon03.wordpress.com/2020/01/19/esbec-sola-3-antesala-de-la-prision-politica-en-cuba/

miércoles, 18 de diciembre de 2019

Cuba, peor higiene pública que en la Edad Media

'La hediondez ambiental es un claro síntoma de la crisis final del modelo estalinista implantado por el dueto Fidel Castro-Che Guevara.'

Roberto Álvarez Quiñones

Fotograma de 'La Bestia del Reino', de Terry Gilliam, 1977.
Fotograma de 'La Bestia del Reino', de Terry Gilliam, 1977. Criterion

Si algo expresa con elocuencia los "logros de la revolución" castrista es el hedor nauseabundo y la podredumbre ambiental visual de los basureros callejeros en Cuba, tan abundantes que  forman ya parte del paisaje urbano en general, particularmente en La Habana, la otrora despampanante ciudad, considerada una de las más bellas, acogedoras y limpias del mundo.
La higiene de la ciudad es un grave problema que tienen los cubanos, sobre todo los habaneros, y que no recibe la suficiente atención de la elite dictatorial, que ya  solo se preocupa por vivir la dolce vita aunque el país se caiga a pedazos.
La basura e  inmundicia se acumula en las calles en cantidades asombrosas, según reportan la prensa independiente y los cubanos que van de visita a la Isla. En muchos casos los basureros están entremezclados con montañas de escombros de edificios que se han derrumbado erosionados por décadas de falta de mantenimiento y reparaciones imprescindibles.
Según cifras oficiales, en La Habana se desploman unas 1.000 mil viviendas cada año. Cuando llueve por varios días y luego viene el implacable sol tropical, muchos viejos edificios se agrietan, y al final se derrumban. Varias personas han muerto aplastadas en sus hogares.
Peor higiene que en la Edad Media
A fines de los años 70 vi en La Habana  la película inglesa La Bestia del Reino, una singular comedia del grupo británico Monty Python que se desarrollaba en una apestosa aldea. Según las fotos y videos que vienen de la Isla, La Habana del siglo XXI compite, con ventaja,  con aquella aldea de ficción. En las naciones  pobres de África no hay tanta basura descompuesta en las calles.
La hediondez  ambiental es un claro síntoma de la crisis final del modelo estalinista implantado por el dueto Fidel Castro-"Che" Guevara. Y  explica por qué a Cuba han regresado enfermedades que hace tiempo no existen en Occidente. La basura y los escombros acumulados en las calles además obstruyen las alcantarillas y se estancan las aguas por las lluvias, se descomponen y devienen criaderos de mosquitos y roedores.
No es casual que hoy, casi en el año 2020, en Cuba exista cólera, malaria, lepra y tuberculosis. También dengue masivo, brotes de zika, ataques a veces mortales de gastroenteritis, y otras muchas enfermedades. Y en cualquier momento se reportan casos de viruela, y quién sabe si hasta resucita la peste bubónica.
Los burócratas del régimen se limitan a decir que la acumulación de basura callejera, de la que emana un vaho caliente que genera el carbono que despiden los residuos alimenticios,  se debe a la falta de camiones, de gasolina y piezas de repuesto para los pocos que prestan servicio. Y por supuesto culpan al "bloqueo".
A la elite castrista no le importa
En tanto, los diputados nacionales y los delegados locales del "Poder Popular" no se ocupan de eso. No está orientado desde "arriba" que toquen el tema. Claro, ni uno solo de los encumbrados  dirigentes del Partido Comunista, del Gobierno, o de las Fuerzas Armadas,  tiene que taparse la nariz al pasar por la esquina de la cuadra donde vive, si es que algún día camina un poco y le da descanso a su chofer. En sus barrios sí se recoge puntualmente la basura con los camiones que regaló Japón a La Habana no hace mucho.
Fuera de esa burbuja de la "nueva clase" de la que hablaba el yugoslavo Milovan Djilas, los focos de mosquitos Aedes Aegypti , natas negras de moscas, lombrices, cucarachas y roedores,  agreden a  barrios enteros, muchas veces en medio de aguas albañales más pestilentes aún. Y también afectan a las bodegas de barrio que expenden los escasos productos alimenticios racionados.
En La Habana se generan diariamente unos 20.000 metros cúbicos de basura, según reveló la Administración Provincial del Poder Popular a fines de noviembre de 2019, que no aclaró cuantos miles de metros cúbicos de basura descompuesta se quedan sin recoger.
El mismo espectáculo cochambroso se observa en las demás ciudades del país, en mayor o menor grado.  
Más peligros y menos doctores
Ello sucede en una nación cuyo régimen incluso a estas alturas del desbarajuste económico y social presume de sus servicios de salud pública, al punto de que los jerarcas del PCC siguen hablando de la "potencia médica".  Y la izquierda continental se lo sigue creyendo.
Recordemos que el Comandante en Jefe engañó a todos doblemente: ni la revolución era capaz de sufragar los cuantiosos gastos de salud pública, ni el propósito verdadero era el de cuidar la salud de los cubanos, sino el de legitimar y consolidar la dictadura con dinero ajeno.
El sistema económico estalinista, asombrosamente improductivo, no generaba recursos suficientes. Pero el dictador montó la vitrina médica propagandística  con los subsidios de Moscú, que entre pitos y flautas ascendieron a unos 60.000 millones en 31 años.  Así  Castro I pudo vender su imagen de benefactor del pueblo, junto con la otra vitrina, la educacional,  y se atornilló en el poder.
Al acabarse el dinero soviético regalado en 1991  los servicios médicos se desplomaron, dada la incapacidad de la economía cubana para generar recursos financieros. Entonces los Castro enviaron miles de médicos al extranjero como esclavos modernos para expropiarles el 75% de sus salarios en divisas. Ello agravó el desastre de la salud pública.  
Desde entonces han sido cerrados 64 hospitales, y miles de consultorios del médico de la familia. El país perdió el 32% de la capacidad de hospitalización; los pacientes hacen regalos a médicos y dentistas para poder ser atendidos; muchas intervenciones quirúrgicas no se realizan por falta de cirujanos o de lo necesario para operar. A veces no tienen ni gasa para contener la sangre, como me confesó un cirujano amigo en los años 90.  Los médicos abandonan la profesión y venden artesanías o son choferes.
No obstante, el régimen mantiene en el extranjero a más de 30.000 médicos "cumpliendo misión" (esclavista) en más de 60 países. No importa si los servicios médicos para los cubanos andan cada vez más escasos de galenos. Primero las divisas para la nomenclatura, y luego la salud del pueblo.
Encima, ya no se trata solo de que se cierren hospitales y centros médicos, no haya insumos, medicinas ni suficientes médicos, sino de que los basureros gigantes en las barriadas urbanas constituyen  fuentes de enfermedades bacterianas y epidemias.
Por ese camino puede llegar el momento en que Cuba retroceda a los tiempos de El Decamerón. Los célebres relatos de Boccaccio, subidos de tono erótico, brotaron a manera de entretenimiento entre diez jóvenes —tres hombres  y siete mujeres— refugiados en una villa cerca de Florencia en el siglo XIV, mientras la peste bubónica asolaba aquella bella ciudad, cuna también de su contemporáneo y no menos famoso Dante Alighieri.




Tomado de: https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6456886827999146816#editor/target=post;postID=8409386414644433391