Me ha llamado un amigo para hacerme una pregunta importante acerca de la criminalidad en Cuba: ¿Es Cuba un país seguro, con una tasa de criminalidad más baja que otros países de Latinoamérica? Como la prisa me hizo omitir un punto que a mi juicio es básico, quiero expresarlo en mi blog.
Lilianne Ruiz |
Yo cuando era niña creía en la policía. Los policías eran los guardianes del orden. ¿Debemos agradecer a la policía que en Cuba no exista un cartel de la droga como en Colombia, ni secuestros constantes como en otros lugares —aunque la policía política sí secuestra?
Más allá de la indudable patología ética que padece el cubano, y su aparente desconocimiento de ciertos límites que le ayudarían a evitar la corrupción tan común hoy en la isla, no es el ciudadano el mayor candidato a criminal en esta sociedad.
Cuando la policía política, que en Cuba es toda la policía, efectúa registros arbitrarios y violentos en las casas de ciudadanos a quienes asiste el derecho de expresarse y de vivir en libertad y contradecir por eso a un régimen de terror, también suelen robar los bienes de estas personas, incluyendo dinero.
En Santiago de Cuba Andrés de Carrión, el valiente que gritó en la Plaza de Santiago “¡Abajo el comunismo!”, estaba en huelga de hambre porque la policía entró a su vivienda, y con la impunidad que otorga el Estado a sus sicarios sustrajo objetos que pertenecían a Andrés y que bajo ningún concepto le serían hurtados a ningún ciudadano de un país que fuese mayor que una dictadura. Me han de perdonar que no posea hoy una información más reciente, además del retraso que tienen mis posts por las dificultades de conexión, he llamado a varios amigos de la UNPACU para saber de la situación de Andrés de Carrión y encuentro que todos los teléfonos están desconectados y es obvio que la orden la ha dado la Seguridad del Estado, entiéndase “Seguridad del poder de los Castro” porque Cuba no es un Estado como la mayoría de los países democráticos; Cuba es una dictadura.
Pero es que esto comenzó así. La Revolución, siempre violenta y siempre injusta, no ha cambiado su faz: expropió sus bienes a muchas familias y esos bienes hoy en día son propiedad del “Estado” más que del pueblo, comenzando por la tierra.
Fusilar a una persona sin haber podido probar su crimen, o privarla de su libertad arbitrariamente, como el caso de Hubert Matos, constituyen hechos criminales. Así que en Cuba la gente ha aprendido a hacerse el loco, a simular, a participar de aquello que no cree para al menos conservar la ilusión de la seguridad. Pero muchas madres que han coreado los himnos oficiales también han visto a sus hijos entrar en la oscuridad del presidio político. Los juicios siempre han carecido de garantías y han sido una exhibición, un show para manipular al público que comenzó a llamarse “pueblo” desde la altura dictatorial. En algún lugar leí un testimonio de Fidel Castro, que asegura que mientras los cubanos festejaban aquel 1 de enero de 1959, él pensaba que su Revolución no sería comprendida por todo el mundo. En las márgenes de este pensamiento se ahogaron los mejores cubanos. Los que subieron a mantenerse a flote lo han hecho como las ratas.
Ésta es la cita en cuestión que me he tomado el trabajo de buscar, en la que Fidel Castro declara como testigo acusador del comandante Hubert Matos Benítez: “Y yo me sonreía, pero me sonreía con cinismo, me sonreía porque estaba consciente del fenómeno que se iba a producir después, porque no me cabía en la cabeza, porque lo había dicho hacía varios años, que una Revolución no puede estar bien con todos”.
Lo más escandaloso es que Matos fue acusado de denunciar el giro comunista de la Revolución cubana —y vuelvo a citar las palabras de Fidel Castro en el juicio contra el Comandante Matos: “y esa es la falta grave, la más grave que han cometido, porque vamos a ver aquí si hay razón para acusar a la Revolución de comunista, y si el acusar a la Revolución de comunista, como lo están haciendo como base de este juicio, para desprestigiar a la Revolución, dividirla, confundirla y atraer sobre sí amenazas y peligros cada vez mayores, es el daño mayor que estos compañeros que se apartaron de la línea del deber le están haciendo a su Patria. (OVACIÓN)”
Meses después del juicio y presidio político (que duró 20 años) del valiente comandante Hubert Matos, la tenebrosa Revolución asumió el “carácter socialista” públicamente en la esquina de las calles 23 y 12. El comandante Hubert Matos Benítez parece haber representado el sentir de una buena parte del pueblo de Camagüey, tanto que su acusador no tarda en afirmar después, cometiendo quizá uno de los lapsus más importantes de la historia de Cuba:
“¿Qué querían que hiciera el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario? ¿Esperar que toda esta maniobra se fuera adelante y que al otro día renunciaran el Comisionado, los Fiscales, todo el mundo en la Provincia renunciara? ¿Incluso que renunciara el resto de los oficiales? ¿Cuál es el problema si aquí hay una maniobra? Porque lleva a aquí a producir sangre, porque, desde luego, aquí nadie va a ceder, nadie se va a creer aquí que cuando un problema de éstos surja, va a venir a ceder, aunque sea con diez hombres nosotros le hacemos frente a la situación y pase lo que pase. Es una cosa evidente, sólo quiero llevarle al ánimo del Tribunal, al ánimo de los que están oyendo, si en estas circunstancias el Primer Ministro podía quedarse en su casa tranquilo.”
Lilianne Ruiz
La Habana
La Habana
Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Huber Matos |