Sin ninguna costumbre
Por: María del Carmen Hernández Martínez
La injusticia que se ha cometido con mi esposo Jorge Vázquez Chaviano, me ha llevado a introducirme en diferentes actividades, para las cuales no tengo ninguna costumbre. Soy una mujer de 41 años de edad, oriunda de San Cristóbal, hoy provincia de Artemisa, y desde hace más de 10 años vivo con mi esposo en Sagua la Grande, Villa Clara. Aunque siempre apoyé su labor como disidente, hasta que comenzó esta pesadilla en la que el régimen quiso envolverlo, no me incorporé completamente a la oposición.
Nunca había estado frente a una computadora y mucho menos conocía como se navegaba en Internet, pero como he podido apreciar que cada cual ha dado criterios diferentes sobre la situación en que se encuentra mi esposo, he tenido que esforzarme y leer de un lado y de otro; y no es que me moleste lo que piense cada uno, es que ha habido muchas imprecisiones en algunas de las cosas que se han escrito, en particular un artículo de René Gómez Manzano, que tituló “Logremos mejores victoria”, que quisiera puntualizar.
El Tribunal Municipal de Sagua la Grande no fue benévolo con mi esposo, porque lo sancionó por un delito que no cometió, en un juicio que apenas duró 2 horas. La única prueba que hubo fue una latica de pintura y un equipo de soldar casero, que habían ocupado en la casa unos meses antes, con lo que nadie puede hacer Actividad Económica Ilícita. El propio oficial del DTI que participó como testigo, se quedó asombrado con la sentencia, pues pensó que le iban a poner una multa.
Mi esposo Jorge no cometió el pecado de viajar a La Habana para asistir a la misa oficiada en la capital por su Santidad Benedicto XVI, a él lo detuvieron saliendo de la casa, que la tenían bajo vigilancia desde hacía 9 días. Nosotros somos católicos practicantes, casados por la Iglesia y un matrimonio que lleva 21 años de casado con dos hijos.
No solo el órgano jurisdiccional lo envió a prisión sin citarlo ni oírlo, sino que también lo mantuvo sin un documento de revocación desde el 27 de marzo hasta el 4 de mayo, que la presidenta del Tribunal Municipal de Sagua, nombrada Yanai Tamayo, me lo entregó, después de yo haber recorrido innumerables lugares, incluyendo el propio Tribunal, sin haber obtenido ningún resultado; lo que quiere decir que estuvo un mes y una semana preso sin ningún papel.
En ningún momento declaré que un oficial de la Seguridad del Estado me dijo que Jorge sería excarcelado una vez terminado el ayuno, que no era tal, sino una huelga de hambre. Expliqué que me citó la Seguridad del Estado y me dijo que pronto Jorge estaría en mi casa, y reconocieron que se habían cometido errores con él, pero que no tenían importancia. Después ese “pronto” se convirtió en dentro de poco, más tarde en antes del día 10 de octubre, al propio Jorge le dijeron entre el 30 de setiembre y el 10 de octubre, pero hasta hoy no ha habido solución.
También es bueno aclarar que esto no fue un fugaz movimiento, en la actividad participaron la mayoría de los convocantes de la Reunión de la Nación Cubana por la Democracia.
No pienso que Martha Beatriz haya estado movida por una indignación de un momento, por cuanto desde el primer día que ella habló con Jorge por teléfono desde la prisión, le dijo que haría esa huelga y además ella tenía todo muy organizado y planificado, incluso escribió documentos liberando de responsabilidad a todo el mundo si fallecía y además hizo su última voluntad.
A las 52 horas de la huelga, ella sufrió un paro cardíaco y solamente la movilización de las más de 12 personas que estábamos en su casa fue lo que le permitió salir del paro y recuperar los signos vitales que perdió.
No soy muy ducha escribiendo pues carezco de la práctica, pero sí quería responder lo que me pareció totalmente injusto y una crítica sutil.
La Habana, 3 de octubre de 2012.
Via Marta Beatriz Roque Cabello