guillermo llona@GuillermoLlona / madrid
Su bandera es igual que la de la Alemania nazi, pero han sustituido la esvástica por la hoz y el martillo. Los nacional-bolcheviques forman uno de los grupos más activos y radicales del bloque anti Putin «La Otra Rusia». Al igual que muchos rusos de hoy en día, los del ilegalizado Partido Nacional Bolchevique (PNB) echan de menos la grandeza de la antigua URSS. Como tras la caída del muro de Berlín empezaron a sentir un cosquilleo nacionalista que se hizo con el tiempo extremo, tomaron ideas y estética nazis y soviéticas y se apuntaron a una ideología que nació en los años veinte del siglo pasado.
Los «nazbol», liderados por el escritor «rojipardo» Eduard Limónov, han portado en sus manifestaciones símbolos cristianos ortodoxos y banderas de Corea del Norte. Cuando protestan contra Putin, normalmente levantan el puño firme y en alto, pero de vez en cuando saludan a la romana. Con sus cabezas rapadas muchos de ellos, gritan uno de sus lemas favoritos: «Rusia es todo, el resto no es nada». Radicales hasta la médula, los jóvenes del PNB llegaron a asaltar el Ministerio de Finanzas ruso. Tras un largo proceso de ilegalizaciones y readmisiones por parte de la justicia del país, la Corte Suprema rusa proscribió finalmente la formación liderada por Limónov.
El nacional-bolchevismo tiene entre sus principales ideólogos a Alexander Dugin, que alaba el pasado zarista y estalinista de Rusia y ansía un imperio euroasiático -desde Dublín a Vladivostok y desde el océano Índico hasta el Ártico- gobernado por un régimen «fascista rojo».
Dugin defiende un tradicionalismo enfrentado al mundo occidental que
capitanean los Estados Unidos, y pide la unión de comunismo, socialismo y
fascismo en una nueva ideología anticapitalista, antiliberal y
antiindividualista. Los «nazbol» admiran también las figuras del
ministro de la Propaganda del III Reich Joseph Goebbels y del líder soviético Iósif Stalin. Uno era de los más rojos entre los nazis y el otro de los más nacionalistas entre los rojos.
Los de Limónov tenían antes en la dirección nazbol.ru su página web, pero esta, como tantas otras vinculadas al PNB, ya no existe. Era un sitio extraño donde se juntaban imágenes y cartelería que llamaban a la insurrección violenta y fotos de chicas jóvenes más o menos vestidas portando metralletas y brazaletes
con los símbolos nacional-bolcheviques. A los «nazbol» no les importa
la desaparición de sus antiguos sitios web, han nacido otros.
Malas compañías
En el bloque anti Putin Drugaya Rossiya, «La Otra Rusia», que tiene como máximos dirigentes a Eduard Limónov y Gari Kaspárov,
caben todos los que estén contra Putin. Pero, ¿cómo es posible que en
esta coalición se alíen liberales y fuerzas que piden una democracia más
transparente y menos corrupta por un lado, y extremistas totalitarios
de derecha y de izquierda por otro? «Es un conglomerado diverso y en
ocasiones contradictorio, porque pretende representar "todo lo demás"», explica la profesora de Historia Contemporánea de la Universidad Carlos III de Madrid Montserrat Huguet.
Además, puede que todos los que forman parte de «La Otra Rusia» compartan algo más que su rechazo a Putin: el nacionalismo.
«Ninguna posición política que aspire a derrotar a Putin puede
eludirlo. Hay generaciones aún vivas que han crecido en la propaganda
nacionalista soviética, y los rusos son por lo general muy
nacionalistas», asegura Huguet. El gobierno ruso coincide en esto con
sus detractores «nazbol». «Putin y sus modos “dictatoriales”
vienen de la URSS y se adaptan a un mundo globalizado. El nacionalismo
que publicita el presidente es eslavizante en extremo, mira hacia
oriente y se aísla de los intereses europeos y occidentales», afirma la
profesora.
En occidente extraña ver a Gari Kaspárov
al lado de Eduard Limónov y los «nazbol», pero puede que tengamos una
imagen algo edulcorada del ajedrecista. «Pese a la internacionalización
de su figura y la enorme capacidad de empatía que despierta, no hay que
olvidar que Kaspárov, el líder tal vez más destacado de “La Otra Rusia”,
es un hombre hecho en la URSS»,
recuerda Huguet. Kaspárov y Putin «se miden en la estrategia, y a los
rusos, amantes del ajedrez, les gustan las lizas», afirma.
En opinión de Huguet,
el nacional-bolchevismo no es un peligro importante para Europa
occidental, pero «otra cosa son las repúblicas en torno a la Rusia
europea y en especial asiática, todas ellas con democracias jóvenes y
grandes desajustes estructurales». Ante el crecimiento del movimiento
«nazbol», la profesora recuerda: «Pese a sus diferencias, algo que sí
tuvieron en común los planteamientos políticos del nacionalsocialismo
alemán y del comunismo soviético fueron la xenofobia y las acciones de exterminio». «En la Rusia de Putin
sólo cabría confiar en un salto adelante del potencial económico del
país para desactivar el malestar social y con ello asegurar la quiebra
de los extremismos», cree Huguet.
Los «nazbol» en España
En nuestro país, Alternativa Europea
(AE) ha sido la formación política más próxima a los postulados
nacional-bolcheviques. Incluso mantuvo una alianza con la formación de
Eduard Limónov a través del Frente Europeo de Liberación. Los antiguos
miembros de AE integran hoy el Movimiento Social Republicano
(MSR), partido político neonazi que se dice «nacional-revolucionario» y
que forma parte de la Alianza Europea de Movimientos Nacionales, un
club ultraderechista al que también pertenecen el Jobbik húngaro, el
Partido Nacional Británico y el Frente Nacional francés de los Le Pen, entre otros.
El líder del MSR -y antes de Alternativa Europea- es Juan Antonio Llopart, quien en su artículo Ramiro Ledesma Ramos, ¿un nacional-bolchevique? afirma que «el nacional-bolchevismo es la unión armónica entre las concepciones más radicales de lo nacional y lo social». Y añade: «Los nacional-bolcheviques [alemanes] preferían una alianza o acercamiento con la Rusia soviética,
antes que con las democracias occidentales, como Gran Bretaña, hecho
que los diferenciaba claramente de los planteamientos de Hitler». El
líder del MSR también recoge el punto de vista que al respecto tenía el
fundador de las fascistas JONS, Ramiro Ledesma: «El comunismo soviético
va convirtiéndose cada vez más en un nacional-comunismo. Stalin está
haciendo el viraje de la revolución mundial proletaria de Lenin a la
revolución nacional rusa».
Llopart se lleva muy bien con Alexander Dugin, con quien se le puede ver en varias imágenes en su blog personal. También se confiesa seguidor de las ideas de Gregor Strasser,
un líder de la facción más obrerista del Partido Nazi que defendía la
alianza entre el III Reich y la URSS, y de quien se deshizo Hitler en la
conocida como «noche de los cuchillos largos», la purga que acabó con las SA o Sección de Asalto del ala izquierdista del partido.
Publicado por ABC.es