El Jardín Japonés, un ejemplo de como funciona Cuba.
Fidel Castro inauguró el 26 de octubre de 1989 el Jardín Japonés, la joya del Jardín Botánico Nacional, situado al sur de la capital cubana. La idea partió del embajador de Japón en Cuba, quien se encargó de todos los detalles de su construcción y llevó a Cuba a un arquitecto japonés y múltiples donaciones de su país para llevar a cabo ese proyecto.
Fidel Castro, como de costumbre, ese día disparó un largo discurso donde dijo: "con el transcurso del tiempo es que este jardín podrá mostrarse en todo su esplendor, en toda su belleza."
El 14 de mayo de 2010 se realizó una conferencia en la "Casa de Asia", en el Centro Histórico de Ciudad de La Habana, impartida por un japonés sobre los jardines de su país. Al culminar el evento, el conferencista expresó su deseo de acudir en ese mismo momento a visitar el Jardín Japonés, junto con toda su delegación, para aprovechar el poco tiempo que les quedaba antes del regreso a su patria. Dijo públicamente recordar que entre las múltiples donaciones enviadas habían mandado una escultura, casi sagrada, que suele colocarse como símbolo en estos jardines.
Al llegar encontraron un espectáculo dantesco. Todo el jardín estaba en un total estado de abandono, ya no era ni la sombra de lo inaugurado por Castro, el embajador y su comitiva. El tótem "sagrado" estaba muy dañado, como si alguien se hubiera dado gusto golpeándolo. Los japoneses, estupefactos, salieron en silencio para dirigirse al aeropuerto.
Esta situación es una muestra típica de como funciona la "Cuba Socialista", donde a los empleados se les paga salarios de miseria que promueven el desinterés por cuidar ningún proyecto, y que estimulan el robo y el vandalismo. Lo mismo ocurre con restaurantes, cafeterías, tiendas, museos, cines, etc. Al inaugurarlos se ven bien, funcionan correctamente algunos meses y luego, cuando dejan de ser noticia, pasan a formar parte de ese desastre llamado: "Socialismo", caracterizado por el mal trato a los clientes y la desidia de sus empleados. Además de que ese país ha funcionado por 53 años por los caprichos de su líder, invirtiendo en sus proyectos, de los cuales se olvida al poco tiempo cuando se le ocurre una nueva locura, y terminan en el abandono.
En este caso, ni siquiera se consideró el esfuerzo económico y cultural hecho con buenas intenciones por un gobierno extranjero. Como dijera una amiga funcionaria de nivel medio en Cuba: "hace mucho tiempo que aquí a nadie le importa nada ni nadie quiere saber nada, prima el sálvese quien pueda".
Vale la pena señalar también que el Gobierno de Cuba pregona que ellos hicieron el primer Jardín Japonés de Cuba, que es una mentira más, como tantas otras con el objetivo de minimizar todo lo construido antes de 1959 y de ensalzar lo poco que han podido hacer en 53 años de gobierno comunista.
El primer jardín japonés que tuvo Cuba fue diseñado en la casa del Dr. Carlos Miguel T. de Céspedes Ortiz (1881-1955), abogado y político cubano que ocupó diversos cargos, entre ellos el de Secretario de Obras Públicas durante el Gobierno de Machado. "Villa Miramar", como le llamaban a la residencia, estaba situada entre las calles: Calzada y 20, junto al Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares. Hoy en día en ese lugar se encuentra el Restaurante 1830.
Via Andy P. Villa
Autor del libro: "Memorias de 100 y Aldabó, la Prisión más Temible de Cuba"
http://www.100yaldabo.com/
Fidel Castro inauguró el 26 de octubre de 1989 el Jardín Japonés, la joya del Jardín Botánico Nacional, situado al sur de la capital cubana. La idea partió del embajador de Japón en Cuba, quien se encargó de todos los detalles de su construcción y llevó a Cuba a un arquitecto japonés y múltiples donaciones de su país para llevar a cabo ese proyecto.
El 14 de mayo de 2010 se realizó una conferencia en la "Casa de Asia", en el Centro Histórico de Ciudad de La Habana, impartida por un japonés sobre los jardines de su país. Al culminar el evento, el conferencista expresó su deseo de acudir en ese mismo momento a visitar el Jardín Japonés, junto con toda su delegación, para aprovechar el poco tiempo que les quedaba antes del regreso a su patria. Dijo públicamente recordar que entre las múltiples donaciones enviadas habían mandado una escultura, casi sagrada, que suele colocarse como símbolo en estos jardines.
Al llegar encontraron un espectáculo dantesco. Todo el jardín estaba en un total estado de abandono, ya no era ni la sombra de lo inaugurado por Castro, el embajador y su comitiva. El tótem "sagrado" estaba muy dañado, como si alguien se hubiera dado gusto golpeándolo. Los japoneses, estupefactos, salieron en silencio para dirigirse al aeropuerto.
Esta situación es una muestra típica de como funciona la "Cuba Socialista", donde a los empleados se les paga salarios de miseria que promueven el desinterés por cuidar ningún proyecto, y que estimulan el robo y el vandalismo. Lo mismo ocurre con restaurantes, cafeterías, tiendas, museos, cines, etc. Al inaugurarlos se ven bien, funcionan correctamente algunos meses y luego, cuando dejan de ser noticia, pasan a formar parte de ese desastre llamado: "Socialismo", caracterizado por el mal trato a los clientes y la desidia de sus empleados. Además de que ese país ha funcionado por 53 años por los caprichos de su líder, invirtiendo en sus proyectos, de los cuales se olvida al poco tiempo cuando se le ocurre una nueva locura, y terminan en el abandono.
En este caso, ni siquiera se consideró el esfuerzo económico y cultural hecho con buenas intenciones por un gobierno extranjero. Como dijera una amiga funcionaria de nivel medio en Cuba: "hace mucho tiempo que aquí a nadie le importa nada ni nadie quiere saber nada, prima el sálvese quien pueda".
Vale la pena señalar también que el Gobierno de Cuba pregona que ellos hicieron el primer Jardín Japonés de Cuba, que es una mentira más, como tantas otras con el objetivo de minimizar todo lo construido antes de 1959 y de ensalzar lo poco que han podido hacer en 53 años de gobierno comunista.
El primer jardín japonés que tuvo Cuba fue diseñado en la casa del Dr. Carlos Miguel T. de Céspedes Ortiz (1881-1955), abogado y político cubano que ocupó diversos cargos, entre ellos el de Secretario de Obras Públicas durante el Gobierno de Machado. "Villa Miramar", como le llamaban a la residencia, estaba situada entre las calles: Calzada y 20, junto al Torreón de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares. Hoy en día en ese lugar se encuentra el Restaurante 1830.
Via Andy P. Villa
Autor del libro: "Memorias de 100 y Aldabó, la Prisión más Temible de Cuba"
http://www.100yaldabo.com/