Pienso frecuentemente en varias personalidades por su rol en la historia
de la humanidad; estas son: Isabel Alejandra María II del Reino Unido
de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de otros reinos y territorios, y
Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra; el papa Benedicto XVI,
Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Vicario de Roma; y el
Dalai Lama, símbolo espiritual y dirigente del Gobierno Tibetano en el
Exilio.
Estas celebridades históricas tienen en común su liderazgo a
nivel mundial y estar vinculadas a la esperanza y dignidad de sus
fieles. Del mismo modo son líderes espirituales y políticos con una
impronta fundamental para sus pueblos.
Otras de las ideas que a veces
considero es que los seguidores de estas distinguidas personas son
reflejos de sus líderes y en la mayoría de los casos se comportan así.
Sin
embargo, en los sucesos del 15 de marzo en que varios disidentes
ocuparon templos católicos en el país, en especial los 13 opositores que
se personaron en la Basílica de la Iglesia de la Caridad de La Habana,
la conducta de quienes representan a Benedicto XVI no estuvo a la altura
de sus responsabilidades. Estos cubanos dignos pedían que el Papa en
sus homilías para los cubanos resaltará la necesidad de cambios donde se
respeten la dignidad y los derechos humanos fundamentales de nuestro
sufrido pueblo.
Sorprendente fue la actitud de los dirigentes de la
iglesia al ordenar la expulsión por la fuerzas de esos fieles seguidores
del catolicismo y promotores del humanismo en Cuba. Asimismo de
denostado fueron las dos publicaciones que hicieron en la prensa oficial
del gobierno.
Pero lo más triste fue que personas llamadas
progresistas y/o disi- dentes aprobarán la censura de estos
acontecimientos únicos en la nación desde hace más de treinta años. Sus
palabras no solo hirieron el corazón de estos amantes de libertad sino
también a la historia.
Afirmar que este hecho fue inoportuno,
irresponsable e invasivo es una contradicción de la realidad. Es un
apoyo irreverente al igual que exponer que esta fue una acción
extremista en el lado negativo de la vida.
Mas a pesar de esta triste
situación me regocijó porque la acción de los ocupantes no es
condenable al menos por la palabra del Dios de la biblia, la historia de
la humanidad y el compendio de la ciencia de la desobediencia civil
masiva no violenta de Gene Sharp.
Veamos que nos dice la historia.
También
Martin Luther King sintió el peso doloroso de las críticas destructivas
y en su Carta desde la cárcel de Birmingham se expresó así: “¿Acaso no
fue Jesús un extremista del amor?: Amar a vuestros enemigos; perdonad a
los que los vejan; haced el bien a los que os odian y rezad por los que
abusan maliciosamente de vosotros y os persiguen. Y Pablo, un extremista
del evangelio cristiano: Llevo en mi cuerpo las señales de nuestro
Señor Jesucristo. Y Martin Lutero, un extremista: A lo dicho me atengo;
no puedo obrar de otra manera: que Dios venga en mi ayuda. Y Jon Buyan:
Permanecería en la cárcel hasta el fin al de mis días antes que asesinar
mi conciencia. Y Abram Lincoln: Esta nación no puede sobrevivir esclava
a medias y libre a medias. Y Tomas Jefferson: Para nosotros hay
verdades evidente de suyo, y una de ellas es que todos los hombres
fueron creados iguales […]”.
En la historia de Cuba, de la misma
manera, tenemos esas grandes personas que derramaron su amor hasta el
extremo. Hatuey: lo invitaron arrepentirse de su lucha por la libertad o
la hoguera, y le ofrecieron la vida en cielo, y pregunto: y ustedes
estarán allí; le contestaron que sí, y les dijo: entonces yo no quiero
estar. Narciso López y más de cincuenta de sus compañeros en su lucha
contra el imperio español instalaron la bandera cubana en la toma de
Matanzas. Y Carlos Manuel Céspedes en su amor por la independencia dejo
todos sus bienes y privilegio y dio el grito de libertad y patria. Y los
bayameses antes de volver a la esclavitud prefirieron quemar su ciudad.
Y Antonio Maceo, ante la paz sin independencia, hizo la Protesta de
Baragua. Y nuestro apóstol José Martí, cuando dijo; sobre el yugo pondré
la estrella que ilumina y mata. Y Tomas Estrada Palma, en el momento de
juzgar al militar que mató a su madre expuso: “La memoria de mi madre
es demasiada sagrada para que yo la manche con un sentimiento de
venganza”. Y los jóvenes fusilados por el gobierno castro-estalinista
que antes de morir gritaron viva Cristo Rey. Y Orlando Zapata Tamayo que
se negó a comer hasta la muerte para que se respetaran los derechos
humanos. Y Juan Wilfredo Soto que no sobrevivió a la paliza de la
policía política cuando reclamaba libertad de expresión. Y Wilman
Villar, murió de inanición por las libertades básicas. Y Laura Pollan,
nunca sus pies ni su espíritu se cansaron exigiendo la libertad de su
patria.
Y King nos sigue diciendo en su carta: “Así que el problema
no estriba en saber si hemos de ser extremistas, sino en la clase de
extremista que seremos. ¿Llevaremos nuestros extremos hacia el odio o
hacia el amor? ¿Pondremos el extremismo al servicio de la conservación
de la injusticia o de la difusión de la justicia? En la dramática escena
de la Gólgota fueron crucificados tres hombres. Nunca hemos de olvidar
que los tres fueron crucificado por el mismo delito: el delito del
extremismo. Dos de ellos eran extremistas de la inmoralidad, y por eso
cayeron más bajos que el mundo que les rodeaba. El otro, Jesucristo, era
un extremista del amor, de la verdad y de la bondad, y por eso se elevo
por encima del mundo que le rodeaba. Bien podría ser que el Sur, la
nación y el mundo necesitan muchísimo de extremistas creadores”.
Y
bien, estos jóvenes fueron a la búsqueda del bien para su patria y su
fin fue el amor, no podremos decir como Maquiavelo: “El fin justifica
los medios”; pero si como lo exponen los cristianos, “el fin no
justifica los medios”.
Pienso que su fin es amor y sus medios el
amor; además vivimos bajo una dictadura totalitaria estalinistas sin
ningún espacio libre para llorar nuestras penas y gritar hasta el
infinito por el dolor que nos acoge en esta sociedad llena de miedo. Por
todo esto no podemos reprobar esta acción de valientes y amorosos;
porque estos llevan en su alma el anhelo intenso de libertad para su
pueblo.
Estas personas en su protesta no han violado ninguna ley
justa y sí, leyes injustas que prohíben los reclamos de los derechos
humanos fundamentales para el pueblo cubano. Y no me alarmo por esta
violación; porque el mismo San Agustín de Hipona nos dejo el legado que
“una ley injusta no es tal ley” o Santo Tomas de Aquino: “Una ley
injusta es una ley humana que no tiene su origen en la ley eterna y en
el derecho natural. Toda norma que enaltece la personalidad humana es
justa; toda norma que degrada la personalidad humana es injusta”.
La
ciencia de la desobediencia civil masiva no violenta expuesta en el
libro de La Democracia a la Dictadura de G. Sharp, recomienda estos
métodos de intervención no violentos: entrar y sentarse; entrar y
quedarse de pie; meterse a tropel; incursión no violenta; Invasión no
violenta; ocupación no violenta; huelga de quedarse en el sitio;
desobediencia civil de las leyes neutrales.
Todos estos eclesiásticos
y demás personas de críticas no creativas llevan la censura del papa
Benedicto XVI. Porque la del pueblo cubano y la del Dios Bíblico están
segura.
Ruego a este Dios salvador y misericordioso que en las
intervenciones de Benedicto XVI, mire el rostro y el alma de sufrimiento
del pueblo cubano para que pueda evocar al profeta Isaías:
El
espíritu de Jehová el Señor esta sobre mi, porque me ungió jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los
quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los
preso aperturas de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad
del Señor. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos.
Dr. Oscar Elías Biscet
Presidente de la Fundación Lawton de Derechos Humanos
Medalla Presidencial de la Libertad
Fuente:
http://oscareliasbiscet.blogspot.ca/