
Aquí, en este punto de mi eterno e irremediable enfrentamiento con el castro-comunismo y sus lacayos, y antes que esa pléyade de defensores de lo indefendible salgan con su histeria patriotera, les exijo un tilín de vergüenza, una pizca de seriedad, algo de hombría, valor u honestidad y los invito a reflexionar, a pensar, a ponerse un puntico en la boca, un taponcito detrás, a tener un mínimo de decencia y responsabilidad antes de soltar...