Misión de adoctrinamiento de médicos cubanos en Venezuela
Antonio Maria Delgado
adelgado@elnuevoherald.com
Los médicos cubanos de la Misión Barrio Adentro, iniciativa para
brindar cuidados de la salud a los sectores de menos recursos en
Venezuela, con frecuencia mostraban más interés en las mentes de sus
pacientes que en el estado general de sus cuerpos.
Y es que el programa emblemático del presidente Hugo Chávez fue concebido con un doble propósito: Por un lado, cumplir con su objetivo declarado de brindar a los pobres atención médica gratuita. Pero por el otro -y en lo que pasó a ser su función principal- adoctrinar a millones de venezolanos para convertirlos en revolucionarios.
Fue una estrategia diseñada y orquestada personalmente por Fidel Castro, quien después del golpe de Estado emprendido contra Chávez en abril del 2002, vio la necesidad de acelerar las labores de adoctrinamiento que se venían realizando en Venezuela, explicó Uberto Mario Hernández, un ex agente de la inteligencia cubana que estuvo involucrado en la implementación del programa.
“Lo que se buscaba era ejecutar la cubanización de Venezuela”, comentó Hernández, quien operaba en el país sudamericano bajo el seudónimo de Marcos. “Recuerdo una visita de Fidel, quien nos dijo conversando con un grupo de personas: ‘hay que cubanizar esto […] Esta es la última opción que tenemos’ ”.
Cubanizar el país significaba emprender la sistemática tarea de vender las bondades de la revolución cubana a los venezolanos que entraban en contacto con el programa. Se puso gran énfasis sobre los jóvenes, muchos de los cuales no contaban con niveles adecuados de educación.
“A ellos comenzábamos a lavarles el cerebro. Describíamos a Fidel como la última coca-cola del desierto, la revolución cubana como el faro de América Latina, y el Partido Comunista de Cuba como la única estructura orgánica capaz de echar a un país para adelante”, comentó Hernández.
Los cubanos ejecutaron la tarea gradualmente en cada una de las comunidades en las que operaron en Venezuela, relató Hernández, quien lideró un grupo de inteligencia encargado de monitorear la conducción de las misiones de médicos y las misiones deportivas.
En Caracas, el programa inicialmente recibió gran respaldo del entonces alcalde del Municipio Libertador, Freddy Bernal, quien era uno de los dirigentes chavistas más preocupados en implementar los programas cubanos en Venezuela, dijo Hernández, quien había ingresado al país como comentarista deportivo de Radio Rebelde.
Pero la propuesta no estaba libre de riesgo para el personal cubano, al menos al inicio, ya que debían ingresar a zonas con elevados índices delictivos, en a la que incluso la propia policía venezolana no se atrevía a poner un pie.
“Subíamos a los cerros, donde lo que había era una cuerda de malandros [delincuentes], a quienes se les daba la buena noticia de que ellos iban a contar con su propio médico, que iban a tener su propio entrenador de baloncesto, y que ese médico iba a vivir allí con ellos”, comentó Hernández.
“Era tierra inhóspita, en la que a veces el médico pasaba hambre, porque Bernal incumplía con su palabra de mandar dinero. La dedicación del médico era puesta a prueba. A nosotros, desde niños, siempre se nos decía que había que ser un revolucionario como el Ché, y la vocación de los médicos y los entrenadores deportivos fue puesta a prueba”, añadió.
Los médicos subieron para plantar la bandera de la revolución en los cerros y comenzaron a visitar las casas humildes de la zona, en los llamados ranchos. Brindaban sus consultas, ganando poco a poco la confianza de los residentes.
“Por allí, asistió a alguien que estaba bastante enfermo, o trabajó en un parto bajo condiciones terribles. Y así se fue ganando el agradecimiento de la comunidad. Al cabo de poco tiempo, eran los propios malandros quienes lo cuidaban”, explicó.
Una vez ganada la confianza, el médico cubano iniciaba su verdadera gestión.
Como parte de sus rondas a las casas, el médico cubano comenzaba a conversar cuando le brindaban una tacita de café, haciendo preguntas que bien podrían parecer casuales: ¿Saben ustedes quién es Fidel? ¿Conocen ustedes al Ché?
Y de notar interés de sus pacientes, el medico continuaba: “Nosotros estamos aquí porque la revolución cubana es la única que ha formado cientos de miles de médicos. Estamos en más de 30 países, salvando vidas. Eso no lo hace el capitalismo, porque el capitalismo trata la salud como un negocio. No le importa el ser humano, solo la capacidad de pago del individuo”, describió Hernández.
Era una labor de hormiga que el médico realizaba a lo largo de sus dos o tres años en el lugar, donde con el tiempo y el esfuerzo se ganaba la confianza de los moradores, a quienes entregaba panfletos y material didáctico sobre la revolución, con la dedicación de un Testigo de Jehová.
Por las noches, los médicos colocaban videos enviados desde Cuba, con discursos de Fidel, las discusiones de La Mesa Redonda, o documentales sobre el Ché y sobre los logros de la revolución cubana. Después de los videos, los médicos intercambiaban ideas con los presentes, o hablaban sobre Camilo Cienfuegos, comentó.
Pero la evangelización ideológica no era la única misión que ejecutaba el personal cubano.
También realizaron labores de inteligencia para Cuba, levantando un “mapeo” de las zonas en que operaban, explicó Anthony Daquin, ex asesor de seguridad de la Comandancia General del Ejército de Venezuela.
“Investigaban cuál era la composición de cada grupo familiar, qué tipo de vivienda habitaban, la actividad principal del núcleo familiar […] Esas directrices venían directamente desde Cuba. Con ello buscaban derribar la barrera y la resistencia que había al socialismo en la población. Fue un proceso gradual que buscaba preparar el terreno para que se aceptara el socialismo”, comentó Daquin.
“A nosotros se nos dijo que Barrio Adentro era simplemente una nueva forma de un CDR [Comité de Defensa de la Revolución]. Esto se discutió muchísimo cuando yo estaba en el Ejército, la importancia de la penetración del sistema Barrio Adentro”, añadió.
Esa tarea de penetración de Barrio Adentro, también fue seguida por otras misiones cubanas, incluyendo el programa de alfabetización, conocido como Plan Robinson.
Pero la posibilidad de vender la revolución en Venezuela y las labores de inteligencia realizadas no eran los únicos beneficios que obtenía Cuba a través de las misiones.
Además, el gobierno de La Habana cobraba por las iniciativas.
“No se trata solamente de los 93,000 barriles diarios de petróleo que Venezuela le envía a Cuba, sino que el gobierno de Venezuela le pagaba mensualmente a Cuba $3,500 por cada médico y $2,000 por cada entrenador deportivo”, dijo Hernández, citando los montos que se le exigían a Chávez en el 2003, el año en que decidió desertar.
Pero los cubanos no siempre le decían la verdad a sus colegas revolucionarios venezolanos.
“Nosotros inflábamos el globo con Barrio Adentro y eso también pasaba con la Misión Robison. Se les decía a los médicos que pusieran en el informe que iban a entregar en la alcaldía que se había atendido a 68 venezolanos cuando solo habían asistido 28”, comentó Hernández.
“Yo llegué a ver cifras que nos reíamos de ellas. Las veía y me preguntaba ¿qué clase de guayaba, (mentira) es esta? ¿Usted vieron 20,000 pacientes este mes? Entonces aquí se está muriendo todo el mundo”.
Un médico entrevistado por El Nuevo Herald que desertó de la misión años después que Hernández lo hiciera, comentó que era una práctica que aún continuaba.
El médico, que habló bajo condición de anonimato debido a que todavía tiene familiares en Cuba, dijo que los números brindados a las autoridades venezolanas en ocasiones estaban sobredimensionados en más del doble de los números reales.
Hernández, quien lleva ya varios años viviendo en Miami y actualmente trabaja con Felipe Valls, dueño del Restaurante Versailles y la cadena de restaurantes La Carreta, dijo que es precisamente la labor de adoctrinamiento la que le brinda garantías al régimen de que Venezuela seguirá brindándole ayuda.
Hoy en día, más de 20,000 jóvenes venezolanos han pasado por La Habana -muchos de ellos seleccionados por los doctores de Barrio Adentro- para recibir instrucción ideológica.
Estos a su vez regresan al país con la tarea de adoctrinar a miles más y el efecto multiplicador podría sumar varios cientos de miles de jóvenes que creen ciegamente en las bondades de la revolución cubana.
“Se trata de jóvenes con escasa formación intelectual. Hay muchos de ellos en Venezuela y es algo que se viene produciendo incluso desde los gobiernos anteriores a Chávez, donde había habido mucha pobreza y mucha ignorancia”, comentó Hernández.
“El ignorante es el ser humano más fácil de dominar. Fidel se dio cuenta de esto y es allí cuando dice ‘esta gente es nuestra; hay que cubanizar esto’ y fue allí que nació el plan de Cuba para tomar los cerros de Caracas”, expresó.
Sigue a Antonio María Delgado en twitter: @DelgadoAntonioM
Y es que el programa emblemático del presidente Hugo Chávez fue concebido con un doble propósito: Por un lado, cumplir con su objetivo declarado de brindar a los pobres atención médica gratuita. Pero por el otro -y en lo que pasó a ser su función principal- adoctrinar a millones de venezolanos para convertirlos en revolucionarios.
Fue una estrategia diseñada y orquestada personalmente por Fidel Castro, quien después del golpe de Estado emprendido contra Chávez en abril del 2002, vio la necesidad de acelerar las labores de adoctrinamiento que se venían realizando en Venezuela, explicó Uberto Mario Hernández, un ex agente de la inteligencia cubana que estuvo involucrado en la implementación del programa.
“Lo que se buscaba era ejecutar la cubanización de Venezuela”, comentó Hernández, quien operaba en el país sudamericano bajo el seudónimo de Marcos. “Recuerdo una visita de Fidel, quien nos dijo conversando con un grupo de personas: ‘hay que cubanizar esto […] Esta es la última opción que tenemos’ ”.
Cubanizar el país significaba emprender la sistemática tarea de vender las bondades de la revolución cubana a los venezolanos que entraban en contacto con el programa. Se puso gran énfasis sobre los jóvenes, muchos de los cuales no contaban con niveles adecuados de educación.
“A ellos comenzábamos a lavarles el cerebro. Describíamos a Fidel como la última coca-cola del desierto, la revolución cubana como el faro de América Latina, y el Partido Comunista de Cuba como la única estructura orgánica capaz de echar a un país para adelante”, comentó Hernández.
Los cubanos ejecutaron la tarea gradualmente en cada una de las comunidades en las que operaron en Venezuela, relató Hernández, quien lideró un grupo de inteligencia encargado de monitorear la conducción de las misiones de médicos y las misiones deportivas.
En Caracas, el programa inicialmente recibió gran respaldo del entonces alcalde del Municipio Libertador, Freddy Bernal, quien era uno de los dirigentes chavistas más preocupados en implementar los programas cubanos en Venezuela, dijo Hernández, quien había ingresado al país como comentarista deportivo de Radio Rebelde.
Pero la propuesta no estaba libre de riesgo para el personal cubano, al menos al inicio, ya que debían ingresar a zonas con elevados índices delictivos, en a la que incluso la propia policía venezolana no se atrevía a poner un pie.
“Subíamos a los cerros, donde lo que había era una cuerda de malandros [delincuentes], a quienes se les daba la buena noticia de que ellos iban a contar con su propio médico, que iban a tener su propio entrenador de baloncesto, y que ese médico iba a vivir allí con ellos”, comentó Hernández.
“Era tierra inhóspita, en la que a veces el médico pasaba hambre, porque Bernal incumplía con su palabra de mandar dinero. La dedicación del médico era puesta a prueba. A nosotros, desde niños, siempre se nos decía que había que ser un revolucionario como el Ché, y la vocación de los médicos y los entrenadores deportivos fue puesta a prueba”, añadió.
Los médicos subieron para plantar la bandera de la revolución en los cerros y comenzaron a visitar las casas humildes de la zona, en los llamados ranchos. Brindaban sus consultas, ganando poco a poco la confianza de los residentes.
“Por allí, asistió a alguien que estaba bastante enfermo, o trabajó en un parto bajo condiciones terribles. Y así se fue ganando el agradecimiento de la comunidad. Al cabo de poco tiempo, eran los propios malandros quienes lo cuidaban”, explicó.
Una vez ganada la confianza, el médico cubano iniciaba su verdadera gestión.
Como parte de sus rondas a las casas, el médico cubano comenzaba a conversar cuando le brindaban una tacita de café, haciendo preguntas que bien podrían parecer casuales: ¿Saben ustedes quién es Fidel? ¿Conocen ustedes al Ché?
Y de notar interés de sus pacientes, el medico continuaba: “Nosotros estamos aquí porque la revolución cubana es la única que ha formado cientos de miles de médicos. Estamos en más de 30 países, salvando vidas. Eso no lo hace el capitalismo, porque el capitalismo trata la salud como un negocio. No le importa el ser humano, solo la capacidad de pago del individuo”, describió Hernández.
Era una labor de hormiga que el médico realizaba a lo largo de sus dos o tres años en el lugar, donde con el tiempo y el esfuerzo se ganaba la confianza de los moradores, a quienes entregaba panfletos y material didáctico sobre la revolución, con la dedicación de un Testigo de Jehová.
Por las noches, los médicos colocaban videos enviados desde Cuba, con discursos de Fidel, las discusiones de La Mesa Redonda, o documentales sobre el Ché y sobre los logros de la revolución cubana. Después de los videos, los médicos intercambiaban ideas con los presentes, o hablaban sobre Camilo Cienfuegos, comentó.
Pero la evangelización ideológica no era la única misión que ejecutaba el personal cubano.
También realizaron labores de inteligencia para Cuba, levantando un “mapeo” de las zonas en que operaban, explicó Anthony Daquin, ex asesor de seguridad de la Comandancia General del Ejército de Venezuela.
“Investigaban cuál era la composición de cada grupo familiar, qué tipo de vivienda habitaban, la actividad principal del núcleo familiar […] Esas directrices venían directamente desde Cuba. Con ello buscaban derribar la barrera y la resistencia que había al socialismo en la población. Fue un proceso gradual que buscaba preparar el terreno para que se aceptara el socialismo”, comentó Daquin.
“A nosotros se nos dijo que Barrio Adentro era simplemente una nueva forma de un CDR [Comité de Defensa de la Revolución]. Esto se discutió muchísimo cuando yo estaba en el Ejército, la importancia de la penetración del sistema Barrio Adentro”, añadió.
Esa tarea de penetración de Barrio Adentro, también fue seguida por otras misiones cubanas, incluyendo el programa de alfabetización, conocido como Plan Robinson.
Pero la posibilidad de vender la revolución en Venezuela y las labores de inteligencia realizadas no eran los únicos beneficios que obtenía Cuba a través de las misiones.
Además, el gobierno de La Habana cobraba por las iniciativas.
“No se trata solamente de los 93,000 barriles diarios de petróleo que Venezuela le envía a Cuba, sino que el gobierno de Venezuela le pagaba mensualmente a Cuba $3,500 por cada médico y $2,000 por cada entrenador deportivo”, dijo Hernández, citando los montos que se le exigían a Chávez en el 2003, el año en que decidió desertar.
Pero los cubanos no siempre le decían la verdad a sus colegas revolucionarios venezolanos.
“Nosotros inflábamos el globo con Barrio Adentro y eso también pasaba con la Misión Robison. Se les decía a los médicos que pusieran en el informe que iban a entregar en la alcaldía que se había atendido a 68 venezolanos cuando solo habían asistido 28”, comentó Hernández.
“Yo llegué a ver cifras que nos reíamos de ellas. Las veía y me preguntaba ¿qué clase de guayaba, (mentira) es esta? ¿Usted vieron 20,000 pacientes este mes? Entonces aquí se está muriendo todo el mundo”.
Un médico entrevistado por El Nuevo Herald que desertó de la misión años después que Hernández lo hiciera, comentó que era una práctica que aún continuaba.
El médico, que habló bajo condición de anonimato debido a que todavía tiene familiares en Cuba, dijo que los números brindados a las autoridades venezolanas en ocasiones estaban sobredimensionados en más del doble de los números reales.
Hernández, quien lleva ya varios años viviendo en Miami y actualmente trabaja con Felipe Valls, dueño del Restaurante Versailles y la cadena de restaurantes La Carreta, dijo que es precisamente la labor de adoctrinamiento la que le brinda garantías al régimen de que Venezuela seguirá brindándole ayuda.
Hoy en día, más de 20,000 jóvenes venezolanos han pasado por La Habana -muchos de ellos seleccionados por los doctores de Barrio Adentro- para recibir instrucción ideológica.
Estos a su vez regresan al país con la tarea de adoctrinar a miles más y el efecto multiplicador podría sumar varios cientos de miles de jóvenes que creen ciegamente en las bondades de la revolución cubana.
“Se trata de jóvenes con escasa formación intelectual. Hay muchos de ellos en Venezuela y es algo que se viene produciendo incluso desde los gobiernos anteriores a Chávez, donde había habido mucha pobreza y mucha ignorancia”, comentó Hernández.
“El ignorante es el ser humano más fácil de dominar. Fidel se dio cuenta de esto y es allí cuando dice ‘esta gente es nuestra; hay que cubanizar esto’ y fue allí que nació el plan de Cuba para tomar los cerros de Caracas”, expresó.
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Fuente: http://www.elnuevoherald.com/2012/03/05/v-fullstory/1143980/mision-de-adoctrinamiento.html