
Yoani Sánchez
La última vez que la Plaza de la Revolución estuvo llena, repleta de gente, fue cuando Benedicto XVI hizo su homilía en La Habana. Los locutores de la televisión repitieron con una extraña insistencia que a esa misa asistían “creyentes y no creyentes”. Para los oídos no entrenados en el discurso oficial cubano, aquella afirmación podía sonar como un gesto de inclusión o de tolerancia. Sin embargo, se trataba más bien de una aclaración...