El cardenal Ortega y un libro interesante
Xavier L. Suárez
El panorama de nuestro cardenal Cubano, Jaime Ortega y Alamino,
exponiendo las necesidades y añoranzas de Cuba a miembros del Council on
Foreign Relations en Nueva York es demasiado trascendental para no ser
examinado con algún cuidado.
La ponencia en Nueva York, a diferencia de la que realizó en Harvard (al
John Kennedy School of Government, mi propia alma máter), no fue
transcrita ni pública.
Tenemos que deducir su propósito y su contenido por medios indirectos.
Una manera bastante convincente de adivinar su propósito y contenido es
averiguando el perfil y analizando la ideología de la persona que
presentó a Ortega ante los participantes.
Lo mismo hice llamando a mis amigos del Norte, quienes me indicaron (sin
equivocación posible, pues estuvieron presentes) que lo presentó al
Council on Foreign Relations precisamente la Directora para Asuntos
Latinos del Council on Foreign Relations, llamada Julia E. Sweig.
La señora Sweig acaba de publicar (2009) un libro que se titula Cuba;
What Everybody Needs to Know.
Comienzo calificando el título de interesante, cuya pretensión va más
allá de lo que logra abarcar, debido al poco dominio del tema por parte
de la autora. Todos debemos saber lo que la Sra. Sweig nos expone.
Me explico mejor en los ejemplos siguientes.
Sweig da la impresión de que la principal industria de Cuba, la
industria azucarera, estaba controlada por Estados Unidos. Lo hace muy
sutilmente, sin mentir o cambiar las cifras; lo hace por no conectarlas
cronológicamente. En una parte del libro menciona la cifra indicando que
los norteamericanos, al comienzo del siglo, eran dueños del 80% de esa
industria en Cuba y en otra parte, ya llegando a la era de la
revolución, usa la siguiente frase para describir la participación
norteamericana en dicha industria: " By middecade [1945] U.S. capital
controlled over 40% of the sugar industry..." La impresión de la frase
es que la tendencia era hacia un mayor control, en lugar de la correcta,
arrojada por sus propios números, indicando una reducción de 50% en el
control en menos de medio siglo.
Lo mismo ocurre con su explicación del fracaso de la Invasión de Bahía
de Cochinos.
La razón que fracasó, en su opinión, no es el hecho que se canceló casi
el 90% de los bombardeos, que hubieran dado el control del aire a los
invasores, sino que se "subestimó el apoyo popular que tenía Castro" y
que arrestaron a algunos elementos "subversivos".
No se le ocurrió mencionar que la redada de ciudadanos comunes y
corrientes se estima entre 100,000 y 200,000 personas, lo que en una
población de siete millones es el equivalente a encarcelar en Estados
Unidos, con una población de alrededor de 200 millones en 1961, entre
3.5 millones y 7 millones de ciudadanos.
La Sra. Sweig parece tratar de convencernos que el régimen de Cuba,
reorientado por Raúl Castro hacia más libertad en el ámbito económico, y
no obstante el bloqueo económico de Estados Unidos (al que ella tilda de
"imperialista" constantemente, aunque siempre en la opinión de Castro y
sus secuaces), había logrado alcanzar en 2007 más de 45 mil millones de
dólares en producto bruto.
Por supuesto, esa cifra está inflada a un nivel estratosférico, y
constituye parte integral del esfuerzo propagandístico que pretende
sustituir las cifras verídicas, publicadas por el Fondo Monetario
Internacional y las Naciones Unidas (GDP/cápita) con una cifra inventada
llamada "PPP" ( Purchasing Power Parity).
Pero fíjense en el problema matemático de esa exageración garrafal.
Se sabe que en Cuba el salario promedio es de 200 pesos, y que eso es el
equivalente, a lo más, a $20 mensuales o $240 anuales. Si se multiplica
esa cifra por unos cinco millones de trabajadores, o hasta seis millones
(casi la mitad de la población), lo que reciben los trabajadores no es
más de mil millones y medio de dólares, o el mero 3.3% del producto
bruto nacional.
Compare esa cifra por la citada en Cuba: An Economy in Ruins, de José M.
Illán, quien ponía a Cuba en tercer lugar en todo el mundo (después de
Inglaterra y Estados Unidos) con 60% de participación del obrero en el
ingreso nacional.
Si uno cree las cifras de la Sra. Sweig, al obrero cubano le ha robado
el comunismo el 95% de su participación en la economía de su país.
Hacia el final del libro, Sweig demuestra su poco conocimiento sobre el
tema que escribe, cuando habla despectivamente del exilio, diciendo que
los cubanos que controlaban la Calle Ocho ya ni siquiera controlan ese
vecindario, pues hoy día (según ella) esta controlado por mexicanos.
¿Será posible que ella no sepa la diferencia entre mexicanos y
nicaragüenses, guatemaltecos, puertorriqueños, dominicanos, colombianos,
hondureños y otros centro y sudamericanos que habitan allí, en compañía
fraternal de los exiliados cubanos, que probablemente todavía
constituyen, si no la mayoría, el grupo más grande?
Le ruego a nuestro Cardenal que se asesore mejor en el futuro y a la
familia Rockefeller, que subvenciona los estudios de Sweig, que estudien
cuidadosamente sus escritos y verán una tendencia a exaltar los logros
del comunismo y criticar severamente a este gran país, cuyas cuotas de
azúcar comprada de Cuba hizo posible una transición maravillosa que
convirtió a Cuba en la segunda economía de las Américas en 1959, cuando
el tirano decidió destruirla.
Comisionado de Miami-Dade.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/2012/08/26/v-fullstory/1284944/xavier-l-suarez-el-cardenal-ortega.html
Xavier L. Suárez
El panorama de nuestro cardenal Cubano, Jaime Ortega y Alamino,
exponiendo las necesidades y añoranzas de Cuba a miembros del Council on
Foreign Relations en Nueva York es demasiado trascendental para no ser
examinado con algún cuidado.
La ponencia en Nueva York, a diferencia de la que realizó en Harvard (al
John Kennedy School of Government, mi propia alma máter), no fue
transcrita ni pública.
Tenemos que deducir su propósito y su contenido por medios indirectos.
Una manera bastante convincente de adivinar su propósito y contenido es
averiguando el perfil y analizando la ideología de la persona que
presentó a Ortega ante los participantes.
Lo mismo hice llamando a mis amigos del Norte, quienes me indicaron (sin
equivocación posible, pues estuvieron presentes) que lo presentó al
Council on Foreign Relations precisamente la Directora para Asuntos
Latinos del Council on Foreign Relations, llamada Julia E. Sweig.
La señora Sweig acaba de publicar (2009) un libro que se titula Cuba;
What Everybody Needs to Know.
Comienzo calificando el título de interesante, cuya pretensión va más
allá de lo que logra abarcar, debido al poco dominio del tema por parte
de la autora. Todos debemos saber lo que la Sra. Sweig nos expone.
Me explico mejor en los ejemplos siguientes.
Sweig da la impresión de que la principal industria de Cuba, la
industria azucarera, estaba controlada por Estados Unidos. Lo hace muy
sutilmente, sin mentir o cambiar las cifras; lo hace por no conectarlas
cronológicamente. En una parte del libro menciona la cifra indicando que
los norteamericanos, al comienzo del siglo, eran dueños del 80% de esa
industria en Cuba y en otra parte, ya llegando a la era de la
revolución, usa la siguiente frase para describir la participación
norteamericana en dicha industria: " By middecade [1945] U.S. capital
controlled over 40% of the sugar industry..." La impresión de la frase
es que la tendencia era hacia un mayor control, en lugar de la correcta,
arrojada por sus propios números, indicando una reducción de 50% en el
control en menos de medio siglo.
Lo mismo ocurre con su explicación del fracaso de la Invasión de Bahía
de Cochinos.
La razón que fracasó, en su opinión, no es el hecho que se canceló casi
el 90% de los bombardeos, que hubieran dado el control del aire a los
invasores, sino que se "subestimó el apoyo popular que tenía Castro" y
que arrestaron a algunos elementos "subversivos".
No se le ocurrió mencionar que la redada de ciudadanos comunes y
corrientes se estima entre 100,000 y 200,000 personas, lo que en una
población de siete millones es el equivalente a encarcelar en Estados
Unidos, con una población de alrededor de 200 millones en 1961, entre
3.5 millones y 7 millones de ciudadanos.
La Sra. Sweig parece tratar de convencernos que el régimen de Cuba,
reorientado por Raúl Castro hacia más libertad en el ámbito económico, y
no obstante el bloqueo económico de Estados Unidos (al que ella tilda de
"imperialista" constantemente, aunque siempre en la opinión de Castro y
sus secuaces), había logrado alcanzar en 2007 más de 45 mil millones de
dólares en producto bruto.
Por supuesto, esa cifra está inflada a un nivel estratosférico, y
constituye parte integral del esfuerzo propagandístico que pretende
sustituir las cifras verídicas, publicadas por el Fondo Monetario
Internacional y las Naciones Unidas (GDP/cápita) con una cifra inventada
llamada "PPP" ( Purchasing Power Parity).
Pero fíjense en el problema matemático de esa exageración garrafal.
Se sabe que en Cuba el salario promedio es de 200 pesos, y que eso es el
equivalente, a lo más, a $20 mensuales o $240 anuales. Si se multiplica
esa cifra por unos cinco millones de trabajadores, o hasta seis millones
(casi la mitad de la población), lo que reciben los trabajadores no es
más de mil millones y medio de dólares, o el mero 3.3% del producto
bruto nacional.
Compare esa cifra por la citada en Cuba: An Economy in Ruins, de José M.
Illán, quien ponía a Cuba en tercer lugar en todo el mundo (después de
Inglaterra y Estados Unidos) con 60% de participación del obrero en el
ingreso nacional.
Si uno cree las cifras de la Sra. Sweig, al obrero cubano le ha robado
el comunismo el 95% de su participación en la economía de su país.
Hacia el final del libro, Sweig demuestra su poco conocimiento sobre el
tema que escribe, cuando habla despectivamente del exilio, diciendo que
los cubanos que controlaban la Calle Ocho ya ni siquiera controlan ese
vecindario, pues hoy día (según ella) esta controlado por mexicanos.
¿Será posible que ella no sepa la diferencia entre mexicanos y
nicaragüenses, guatemaltecos, puertorriqueños, dominicanos, colombianos,
hondureños y otros centro y sudamericanos que habitan allí, en compañía
fraternal de los exiliados cubanos, que probablemente todavía
constituyen, si no la mayoría, el grupo más grande?
Le ruego a nuestro Cardenal que se asesore mejor en el futuro y a la
familia Rockefeller, que subvenciona los estudios de Sweig, que estudien
cuidadosamente sus escritos y verán una tendencia a exaltar los logros
del comunismo y criticar severamente a este gran país, cuyas cuotas de
azúcar comprada de Cuba hizo posible una transición maravillosa que
convirtió a Cuba en la segunda economía de las Américas en 1959, cuando
el tirano decidió destruirla.
Comisionado de Miami-Dade.
Fuente: http://www.elnuevoherald.com/2012/08/26/v-fullstory/1284944/xavier-l-suarez-el-cardenal-ortega.html