La perseverancia que no triunfa.
Dice el viejo refrán que “El que persevera triunfa”. Pero los tiranos de Cuba llevan más de cincuenta años tratando de influir en las leyes norteamericanas y su triunfo parece tan remoto como el final del universo. Tan lejano, que los añejos tiranos deberán conseguir vida adicional, para tratar de lograr sus metas y aunque dizque tienen pactos con el diablo, ni al mismo Lucifer le alcanzaría el tiempo.
Esto se refiere a la consecución del levantamiento del embargo, como a conseguir que el gobierno de los Estados Unidos libere a los cuatro restantes de sus cinco espías. Aunque se expone que el próximo año saldría otro de los conjurados, ni Fidel ni Raúl vivirán para ver en libertad al resto de sus confidentes.
Verdaderamente los llamados “Cinco héroes” no son más que simples delincuentes que violaron las leyes norteamericanas. Leyes que estaban comprometidos a respetar, utilicen el pretexto que utilicen para justificar su transgresión. Por lo tanto ellos son culpables y simplemente, deben cumplir sus condenas.
Los tiranos se entretienen utilizando todo tipo de recurso para mantener el show. Ayer los vimos; en un principio con la supuesta iniciativa de René González, pidiendo el uso de la cinta amarilla para pedir la libertad de los otros cuatro. Idea utilizada por una novia norteamericana, para con su novio. Aquí lo hicieron pasar como algo espontáneo y esperaban una respuesta apoteósica de la población.
Pero se cogieron el dedo con la puerta, la gente ni caso le hizo a la propaganda y tuvieron que utilizar todos, absolutamente todos los recursos del estado, para hacerlo visible. Esto es; prensa, radio, televisión y demás medios de propaganda de la dictadura. Tan burdo fue, que impusieron la coacción y la represión para conseguir sus fines, obligando a estudiantes, profesores y trabajadores en general, a ponerse la cinta amarilla, so pena del escarnio público.
A varios niños en escuelas primarias y secundarias, les amenazaron con hacerles mítines de repudio y abochornarlos ante sus compañeros si no se colocaban la cinta amarilla y en numerosos centros de trabajo les asignaban a cada uno de sus empleados, la correspondiente escarapela. No hubo espontaneidad, ni nada por el estilo.
Para hacer creer que había sido un propósito de los ciudadanos, pusieron puntos de ventas de trozos de cintas amarillas, las vendían entre $ 1,20 y $ 5,00 PUC, incluso algunos las revendían hasta en $ 10.00 pesos cubanos. Pero en el Vedado las regalaban por doquiera y utilizaron cientos de estudiantes universitarios y miembros de la UJC para colocarlas y diseminarlas por toda la zona.
Utilizaron camiones de la Empresa Eléctrica para amarrarlas a los postes eléctricos y en edificios públicos y privados. Los vehículos estatales estaban obligados a llevarlas, incluidos los patrulleros de la policía. Debían portarlas los policías, los miembros de los servicios de seguridad y protección y todos los demás uniformados.
Las calles del Vedados estaban inundadas de cintas amarillas, sobre todo los alrededores de la Sección de Intereses de los Estados Unidos de América, hacia quien estaban dirigidas, pero en los barrios más populosos no se veían apenas. Los transeúntes casi no las utilizaban.
Incluso los guardias del gobierno, que dicen proteger los exteriores de la legación diplomática norteamericana, andaban con sus lacitos, discretamente, pero en clara provocación contra los funcionarios. A quienes no vi con lacitos amarillos fue a los que tenían asignadas entrevistas ese día, ni siquiera los oficialistas, que hubo varios. Al parecer no se atrevieron a arriesgar su visa.
A los funcionarios norteamericanos no les escuché ni un solo comentario sobre el tema, en todo caso, no se daban por aludidos. Todo terminó en una actividad efectuada en la llamada “Tribuna Antiimperialista” en horas de la noche. Tal vez traten de reabrir ese espacio para la provocación, como hicieron desde tiempos de Elián González hasta que los norteños encendieron el cartel, que terminó con las arengas de Fidel Castro y lo puso al borde del colapso.
Es de notar que este show fue montado el día de Ochún, deidad africana que sincretizan los cubanos con la Virgen de la Caridad y que los santeros celebran el 12 de septiembre. Se indica que ese día los espías encarcelados, cumplían sus quince años de encierro. Ochún representa la voluptuosidad femenina y su color representativo es el amarillo, lo que coincide con el color de las cintas.
No obstante, tanta propaganda es muy poco probable que puedan influir en la ley norteamericana y que resuelva algo más que continuar con el Show mediático del castrato.
Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente de Cuba.
Ciudad de la Habana, viernes 13 de septiembre de 2013.