La Biblioteca Pública de Nueva York recibirá el próximo martes a Mariela
Castro Espín, quien ha venido al norte revuelto y brutal a marear la perdiz,
dorar la píldora y continuar su labor de encantadora de serpientes, en aras de
recabar apoyo y fondos para la dinastía totalitaria encabezada por su señor
padre.
La flexibilidad de la que la administración
Obama ha hecho gala en el célebre y desequilibrado “intercambio cultural” entre
ambas naciones —que ha posibilitado a la hija del dictador cubano su gira por
Estados Unidos— contrasta con el...