Por: Marino Martínez
A Cuba siempre se la ha identificado en el mundo por la dulzura de su caña de azúcar, el aroma de su tabaco, la hidalguía de sus palmas reales, sus bellezas naturales, las improvisadas canturías campesinas, sus hermosas mujeres y sus atletas privilegiados.
En la última década a Cuba también se le identifica por ser el país que ostenta el récord mundial de atletas desertores. La marca no es por un año o dos, el récord es de todos los tiempos.
¡Qué penoso! ¡Qué triste! La juventud deportiva de una nación huyendo en masa en busca de libertad y una vida mejor. Si el tirano que gobierna ese país tuviera una pizca de honor abandonaría su trono. Un trono manchado de sangre por más de 45 años que ha traido luto, dolor y sufrimiento a más de 10 millones de seres humanos.
Vamos a comentar sobre las realidades del deporte bajo el sistema comunista, las deserciones y sus causas, así como la única solución para que esa juventud deportiva pueda desarrollar libremente sus virtudes naturales, tocar el cielo con la mano y tener el derecho a regresar a su país de nacimiento junto a sus seres queridos, amigos y la afición nacional.
Pero antes, es necesario hacer un breve recorrido por la historia del deporte cubano. Un pasado hermoso que la tiranía de Castro le ha negado a las nuevas generaciones. Nuevas generaciones que en la mayoría de los casos creen que el deporte cubano se inició en 1959.
Este diario llega a Cuba. Recibimos mensajes de cubanos de la isla hablando sobre artículos nuestros que llegan a sus manos. Esta columna no será la excepción y estamos convencidos que llegará a un segmento del pueblo. Por ello, creemos necesario brindar una síntesis histórica del deporte cubano.
Cuba ha sido siempre una tierra pródiga de atletas excepcionales. Desde el pionero de los campeones olímpicos el esgrimista Ramón Fonst (París 1900 y San Luis 1904), el primer y único hispano campeón mundial de ajedrez, José Raúl Capablanca (1923-1927), el bailarín de los cuadriláteros Eligio Sardiñas, conocido mundialmente como Kid Chocolate, el primer pitcher hispano estrella de Grandes Ligas el legendario Adolfo Luque “Habana Perfecto” y el versátil pelotero Martín Dihigo, hasta llegar a las épocas de Gerardo González “Kid Gavilán”, el pimentoso pelotero matancero Orestes Miñoso, el fenomenal corredor Rafael Fortún, la velocista Bertha Díaz, el lanzador de la curva endemoniada Camilo Pascual, el maestro de la lomita Luis Tiant y un prodigio del deporte de las bolas y los strikes, como Rafael Palmeiro.
Y no han sido los únicos. Suman centenares de estrellas del deporte, antes y después de 1959. Muchos de ellos peloteros que antes de que Jackie Robinson rompiera la barrera racial en 1947, tenían que desarrollar sus aptitudes en las llamadas Ligas Negras de Estados Unidos. Estas Ligas Negras de Estados Unidos estaban invadidas por peloteros cubanos.
Por sólo mencionar a tres de esos jugadores, están los nombres de José de la Caridad Méndez “El Diamante Negro”, Cristóbal Torriente y Alejandro “El Caballero” Oms. Este trío era de lujo. Por eso cuando los Gigantes de Nueva York visitaron a Cuba para una serie de exhibición frente a una selección de la isla en el Almendares Park y su piloto John McGraw vio lanzar a Méndez, exclamó: “Si pudiera pintarlo de blanco me lo llevaría con mi equipo y sería una de los mejores lanzadores de Grandes Ligas. Babe Ruth, “El Sultán de la Estaca, dijo: “Con Torriente y Méndez en mi equipo, los Yankees de Nueva York ganamos el campeonato en el mes de septiembre y salimos a pescar en espera de la Serie Mundial”, ¡Así de buenos eran José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente.
Chocolate ganó su primera corona mundial en 1931 cuando derrotó a Barney Bass en combate celebrado en la ciudad de Filadelfia. Chocolate ha sido uno de los mejores estilistas de la historia.
Ellos fueron los pioneros estrellas del deporte cubano durante las tres primeras décadas del pasado siglo y pusieron bien en alto el nombre de la patria en el extranjero.
En las décadas de los años cuarenta y cincuenta surgieron otros colosos de la feria del músculo y la mente. En natación, Manolito Sanguily y Graciela Pujals, en atletismo Rafael Fortún y Bertha Díaz, en baloncesto Eduardo Camejo y Felipe de las Posas, en boxeo Kid Gavilán, Luis Manuel Rodríguez, José “Mantequilla” Nápoles, Ultiminio Ramos “Puppy” García y Florentino Fernández. No fueron las únicas luminarias del deporte antes de 1959. Podríamos mencionar decenas de nombres, pero el espacio nos impide hacerlo.
Faltaba mucho por hacer. Se necesitaba desarrollar otros deportes y extender dicho desarrollo a lo largo y ancho del territorio nacional. Era un problema de la época (primera mitad el siglo XX). Pero el progreso era notable. Se marchaba por un buen camino.
Antes de 1959, ningún atleta de Cuba pertenecía al gobierno de turno. Ellos eran propiedad exclusiva de Cuba como nación. Chocolate no era un atleta del gobierno de Gerardo Machado, Rafael Fortún no lo era de Ramón Grau San Martín y Camilo Pascual no lo era de Fulgencio Batista.
EL DEPORTE BAJO LA TIRANIA DE CASTRO
A partir del triunfo de la revolución de Castro en 1959 y después del fracaso de la invasión de Playa Girón en 1961, una de las primeras medidas fue erradicar el deporte profesional. Castro se afianzó en el poder y se unió a la Unión Soviética.
El deporte se convirtió en un instrumento político para la propaganda del sistema. Desde los inicios la salida de un atleta a competencias internacionales no sólo se determinaba por su calidad, también por el nivel de sometimiento o simulación hacia el gobierno. Podríamos señalar centenares de colosos del deporte que durante las décadas de los años sesenta y setenta vieron sus carreras interrumpidas por no simpatizar o someterse a la dictadura.
Para nadie es un secreto que el deporte cubano ha logrado un gran desarrollo en las últimas tres décadas, especialmente en disciplinas que no tenían una participación a nivel nacional antes de 1959, como lo fueron el voleibol, levantamiento de pesas; judo, ciclismo, polo acuático y balonmano, entre otros.
Pero... ¡Qué pena! Todo ese crecimiento cualitativo a cambio de poner al deporte cubano y a sus excelsos atletas como producto del sistema de Castro. A cambio también de una practica discriminatoria desde la etapa infantil y juvenil entre los niños y la juventud que estudiaban y estudian en escuelas deportivas, en comparación con el resto de la niñez y la juventud que lo hacían y lo hacen en escuelas públicas.
Para ese fin de formar campeones para propaganda política, se organizaron las llamadas Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar (EIDE) y Escuelas Superiores para Atletas (ESPA). En ambas escuelas, tanto las provinciales como las nacionales, los niños y los jóvenes recibían una alimentación correcta y un cuidado general de primera clase. En cambio, a los niños que no estudiaban en dichas escuelas se les quitaba el derecho a tomar un vaso de leche a la edad de ocho años y recibían una atención diferente. Muy bonita sería la función de formar atletas en dichas escuelas deportivas si el trato fuera similar con los restantes niños y jóvenes de la nación. Al no serlo, es algo injusto y discriminatorio.
Llamar a las luminarias de Cuba como campeones del régimen de Castro representa una farsa completa. Es como decir que Muhammad Ali pertenece al gobierno de Richard Nixon o John F. Kennedy y Carl Lewis a la administración de Ronald Reagan. ¡Qué horror! A nadie se le ocurre dentro de un sistema democrático confundir dichos términos mezclando el deporte con la política. Esto ocurre solamente en dictaduras totalitarias. El día que terminé esta larga pesadilla, nuestros campeones Nacionales, Centroamericanos, Panamericanos, Olímpicos y Mundiales de antes y después de 1959, serán patrimonio exclusivo de la nación cubana.
LA CRISIS DEL DEPORTE CUBANO
El deporte cubano lleva padeciendo una crísis de graves proporciones que comenzó a partir de 1980, fue creciendo con la caída del imperio soviético y se ha agudizado con el deterioro económico y social de la dictadura castrista: las deserciones casi en masa de los atletas cubanos en busca de libertad y un futuro mejor.
Cuba es el país con el mayor número de deserciones de atletas. Posee el récord mundial de todos los tiempos. Ningún país a lo largo y ancho del universo se acerca a Cuba.
El levantador de pesas el campeón mundial Roberto Urrutia fue el primero de los atletas de alto rendimiento en desertar de Cuba. Lo hizo en 1980. Urrutia se hizo ciudadano americano y tuvo el honor de competir con la bandera de las barras y las estrellas en los Juegos Olímpicos de 1984 celebrados en Los Angeles, California.
Luego lo hizo el pitcher René Arocha. Desde entonces han desertado centenares de atletas cubanos. Muchos de ellos con edades difíciles para reiniciar sus carreras y triunfar en el exigente deporte de Estados Unidos. Algunos han triunfado, otros no. Pero todos han tenido algo en común: vivir en libertad. Y lo lograron.
En el béisbol han desertado y han logrado jugar en Grandes Ligas además de René Arocha, el torpedero Rey Ordóñez, Liván Hernández, José Ariel Contreras, Rolando Arrojo, Orlando “El Duque” Hernández, Osvaldo Fernández, Ariel Prieto, Alex Sánchez, Vladimir Núñez, Danny Báez, Michael Tejera y el joven de 23 años que acaba de debutar con los Marineros de Seattle, Yuniesky Betancourt.
Kendry Morales, otro joven prometedor de 22 años, firmó con los Angelinos de Los Angeles y en cualquier momento pudiera debutar con el equipo californiano. De estos peloteros, tres de ellos han participado en Juegos de Estrellas: Rolando Arrojo, Liván Hernández y Danny Báez.
En gimnastica, la santiaguera Ana Portuondo (Anna Harris) realizó la proeza que después de ser campeona en Juegos Centroamericanos, integró el equipo de Estados Unidos para los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y ganó dos medallas, una de oro por equipo y otra de plata individual. En esgrima, el campeón mundial y medallista olímpico Elvis Gregory Gil, que radica en Francia. En tenis, el campeón nacional Mario Tamayo.
En voleibol lo han hecho 12 jugadores en los últimos tres años. El 29 de diciembre del 2001 seis atletas internacionales desertaron en en torneo amistoso en Bélgica y huyeron a Italia. Fueron ellos Leonel Marshall, Ihosvany Hernández, Ramón Gato, Angel Dennis, Jorge Luis Hernández y Yasser Romero . El 4 de enero del 2004 solicitó asilo político en Puerto Rico Yosleider Cala, tras concluir el preolímpico Norceca disputado en la ciudad de Caguas. Ese mismo año lo hicieron Javier Brito y Maikel Salas. El último fue Javier González en el 2005, en Italia.
En otros deportes también han desertado atletas, incluyendo el joven futbolista Yoelki Pérez que participó en el torneo Copa de Oro disputado en Estados Unidos.
¿Y qué decir de los periodistas profesionales?. Decenas de ellos han desertado y han logrado triunfar en la prensa escrita, radial y televisada. Por sólo mencionar a un grupo de ellos, están los casos de Angel “Tito” Rodríguez, Luis “Yiki” Quintana, Jorge Ebro, Omar Claro, Bobby Salamanca jr, Alberto Aguila y Armando Fernández Lima. Todos ellos son estrellas con la pluma y el micrófono.
¿Cuáles son las razones que llevan a los atletas cubanos a desertar abandonando familia, patria y a un público que adora a sus ídolos? Podemos mencionar decenas de razones. Pero podemos resumirlo con una frase: falta de libertad y futuro incierto para la juventud.
Los atletas cubanos no pueden llegar a la cima de sus facultades. Poseen un techo en su desarrollo individual. No pueden prosperar económicamente como lo hacen miles de deportistas de otros países. Ellos viven en un sistema de esclavitud.
¿Cuáles son las soluciones?. No se puede hablar de solución mientras se encuentre la tiranía de Fidel Castro. En dicho sistema no existe mejoramiento económico ni tampoco la libertad que se requiere para el desarrollo pleno del ser humano. Por la tanto, la solución es una: la caída del sistema totalitario.
El día que desaparezca la oprobiosa dictadura, los atletas cubanos tendrán derecho a lograr el desarrollo pleno de todas sus habilidades naturales y llegar hasta donde sean capaces en base a su talento individual. Podrán ganar dinero. Soñar con la gloria. Acariciarla. Tocarla. Besarla. Alcanzarla.
Cuando llegue ese día esperado por millones de personas, Cuba seguirá siendo un país de atletas excepcionales. Se podrá mantener y hasta elevar el desarrollo deportivo.
Cuba también dejará de ostentar el bochornoso récord mundial de atletas desertores.
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