José Azel
jazel@miami.edu
Un reporte de Freedom House sobre la “Libertad en la Red” informa que Cuba sigue siendo uno de los países más represivos para las tecnologías de información y comunicación. En lugar de proporcionar un acceso sin restricciones a la web, el gobierno cubano ha creado un sistema de doble acceso con una intranet nacional y la internet mundial. La mayoría de los cubanos sólo tienen acceso a la intranet nacional, que consiste en un sistema de correo electrónico nacional, una enciclopedia de Cuba, y sitios web que apoyan al gobierno.
Los únicos dos proveedores de servicios de internet en Cuba son propiedad del Estado y son sumamente vigilados. Se estima que menos del dos por ciento de la población (en su mayoría funcionarios del gobierno y empresas extranjeras) tiene acceso a internet. La escasa conectividad disponible cuesta alrededor de $12.00 por hora en un país donde el salario promedio mensual es menor de $20.00.
Cuba es también uno de los pocos países que ha promulgado leyes y reglamentos que prohíben explícitamente ciertas actividades en la internet. Decreto-Ley 209, establece, entre otras restricciones, que “los mensajes de correo electrónico no debe poner en peligro la seguridad nacional”. Resolución 127 prohíbe la difusión de información que este en contra de los intereses sociales, la integridad de la nación, o la seguridad nacional. Resolución 56/1999 establece que todos los materiales destinados a ser publicados en la internet deberán ser previamente autorizado por el Registro Nacional de Publicaciones Seriadas. Y la Resolución 92/2003 prohíbe a los proveedores de servicios dar acceso a personas que no están aprobados por el gobierno y exige que los proveedores ofrezcan servicios solamente a nivel nacional, no internacional.
Subrayando la deliberada política de aislamiento del gobierno, Boris Moreno, Viceministro de Ciencia de la Información y la Comunicación de Cuba, señaló que “Cuba no está preocupada con la conexión individual de sus ciudadanos a internet. Usamos internet para defender la Revolución…”
La preocupación de la policía política de Cuba por controlar información fue vividamente manifestada en un vídeo de 54 minutos – clandestinamente diseminado- de una conferencia a puertas cerradas en junio 2010 dirigida a una audiencia mayormente en uniforme militar.
El conferencista, Eduardo Fontes Suárez un especialista en cibernética de la contra-inteligencia, define la internet como un campo de batalla que el gobierno tiene que usar a su favor. Destaca, en jerga militar, los riesgos para el gobierno cubano de los blogueros como Yoani Sánchez y los grupos de jóvenes como Raíces de Esperanza – un grupo de estudiantes universitarios estadounidenses que busca establecer contactos con jóvenes en Cuba. Advierte también de los peligros de las redes sociales como Facebook y Twitter y cita como las protestas en Irán y Ucrania fueron “creadas” cuando las redes sociales se utilizaron para incitar a la población a protestas callejeras El oficial se enorgullece de una nueva sección especial creada en el Ministerio del Interior (encargado de la seguridad domestica de Cuba) para operar contra los blogueros. Podemos imaginarnos qué estará pensando el liderazgo cubano siguiendo los recientes acontecimientos en el Medio Oriente.
El gobierno cubano ha sido exitoso en incomunicar la conciencia del pueblo cubano del mundo exterior con una doctrina de aislamiento intelectual y un dogma revolucionario de autarquía intelectual. Fidel Castro explícitamente enfatizó esta política de autosuficiencia intelectual en su discurso de1961 “Palabras a los Intelectuales” cuando advirtió que: “Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución, nada”.
Pero esta autarquía intelectual ha engendrado también un caso clásico de lo que el psicólogo social Irving Janis llamó “pensamiento grupal”, un tipo de pensamiento característico de grupos cohesivos cuyos miembros tratan de minimizar conflictos y buscan llegar a un consenso sin analizar y evaluar ideas críticamente. Decisiones formadas por este pensamiento grupal ignoran alternativas y tienden a producir programas de acción irracionales.
Un magnifico ejemplo de pensamiento grupal es el nuevo programa económico del General Castro delineado en un documento de 32 páginas que comprende la plataforma económica del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
Un elemento central del programa es el despido de hasta 1,3 millones de trabajadores gubernamentales – cerca del 20 por ciento de la fuerza de laboral – y permitirles ganarse la vida como cuentapropistas “fuera del sector gubernamental”. En la versión cubana de doble sentido orwelliano, fuera del sector público representa el indecible sector privado.
El despido masivo deduce que todas las personas poseen la aptitud para ser comerciantes y que lo pueden lograr sin acceso a efectivo, crédito, materias primas, equipos, o tecnología. El pensamiento grupal también se manifiesta en el procedimiento para seleccionar a quienes serán despedidos. Según el plan, una comisión de expertos decidirá el número óptimo de personal necesario para cada entidad estatal y comisiones de trabajadores decidirán las posiciones que se eliminarán.
El efecto del pensamiento grupal se exhibe claramente en la especificidad y precisión con la que los “reformadores” de la economía catalogan las actividades que serán permitidas para trabajo por cuenta propia como: cuidador de baños públicos, desmochador de palmas, reparador de paraguas y sombrillas, pelador de frutas naturales, reparador de bastidores de cama, y justamente otras 173 actividades similares.
Esta enumeración de lo permitido y no de lo restringido se deriva de la endogamia intelectual de la nomenclatura cubana. Más natural, lógico y productivo seria permitir todo tipo de iniciativa privada y reservar, si fuera imprescindible, algunos rubros para el Estado.
La Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini, la Rumania de Ceaucescu, Camboya bajo el Khmer Rouge, el Afganistán de los Talibanes, y Corea del Norte con su ideología oficial de Juche (autosuficiencia) son ejemplos de regímenes tiránicos con pensamiento grupal que adoptaron políticas de autarquía económica e intelectual con resultados desastrosos para sus pueblos, y frecuentemente también para sus lideres.
En Cuba, para cambiar los preceptos marxistas-leninistas es necesario un liderazgo democrático que, inspirado por las libertades de expresión, prensa, reunión, petición, y religión, pueda derrotar la tiranía del pensamiento grupal.
José Azel es analista investigador del Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami y autor del reciente publicado libro, Mañana in Cuba.
http://reunionnacioncubana.wordpress.com/2012/08/17/cuba-y-la-tirania-del-pensamiento-grupal/