Durante las más de cinco décadas que permaneció en el poder, Fidel Castro ideó, impulsó y dirigió personalmente proyectos insólitos que asombraron a ciudadanos y políticos de todos los partidos y latitudes del mundo, entre ellos a varios prestigiosos científicos. Los proyectos de Castro no sólo implicaron desafíos rotundos a las leyes de la física o el conocimiento mundial de la genética; su magnitud también sorprende por el inmenso coste que representaron para la economía nacional y el uso de todo un país como laboratorio gigantesco, costumbre que el gobernante mantiene, incluso en esa especie de vejez decorativa con la que ha terminado su reinado.
Todos esos proyectos magnánimos iban convoyados con unas campañas mediáticas de proporciones extraordinarias: imágenes en toda la nación, programas de televisión y radio (día y noche) alertando de la epopeya a que la nación se encomendaba bajo la guía de su Líder.
A menudo, esas campañas usaban un lenguaje militar: más que traer leche para todo el pueblo o producir cientos de millones para la economía nacional, los proyectos castristas siempre fueron parte de una guerra sin trincheras contra el “imperialismo yanqui”. Una guerra que, sin embargo, asumía toda la retórica de la competencia. “Cuba superará la economía de Estados Unidos 20 años después del comienzo de la revolución” —anunció el propio Fidel en uno de sus discursos.
Cuando los programas fracasaban, como sucedió con todos y cada uno de ellos, se culpaba al imperialismo o se pasaba de la omnipresente campaña propagandística al mutis total. Se “tronaban” —defenestraban— un par de ministros convertidos en chivos expiatorios de los fracasos y se esperaba a que Fidel comenzara el próximo proyecto.
Vale la pena esbozar aquí solo cinco de esos planes megalómanos: el Cordón de La Habana, la Zafra de los Diez Millones, la Vaca Revolucionaria, las Ollas Arroceras y el fiasco educativo de los “maestros emergentes”.
Los verdaderos resultados, los costes y las implicaciones últimas de esos planes sólo se sabrán cuando se desclasifiquen los documentos asociados a estas iniciativas. Todavía muchas de ellas son consideradas secreto de Estado por el descrédito que podrían acarrear al líder de la Revolución y al proceso que el lideró por tantos años.
El Cordón de La Habana, o “Cuba potencia cafetalera”
Entre los hábitos que caracterizan a los cubanos esta el de beber varias veces al día una pequeña taza de café expreso con mucha azúcar: una melaza dulce con un sabor concentrado.
Nueve años después del triunfo de la Revolución, cuando se empezaron a sentir en la nación los efectos de la economía centralizada, la tradicional taza de café se volvió un lujo en la mesa del cubano.
Para paliar esta escasez, Fidel Castro ideo un proyecto que se conoce históricamente como el “Cordón de La Habana”: rodear la capital de la Isla con sembradíos de café y criaderos de puercos entre otros. El territorio de ese plan se extendía por las localidades del Wajay, El Cano y mas allá del Cotorro y La Lisa. 150 millones de posturas de café caturra en bolsas de polietileno serían sembradas entre 5 millones de arboles frutales, maderables y ornamentales que servirían de cortinas rompevientos a los cultivos.
“La superficie del Cordón de La Habana es aproximadamente 30 000 hectáreas, aproximadamente unas 19 000 irán sembradas de frutales con café intercalado en los frutales… La Habana producirá el café que consume, y ya en el año 1970 se autoabastecerá plenamente de café” (Discurso de Fidel Castro del 6 de enero del 1968).
La propaganda oficial aseguraba que este proyecto “no solo abastecería a la capital y el país de café sino que convertiría a Cuba en una potencia cafetalera mundial.”
Para esta tarea monumental se movilizó a toda la población y al Ejército. Todo el mundo tenía que ir a cultivar café, así que se cerraron bares y cabarets, sedes de un entretenimiento “superfluo” ante la gran tarea nacional. Los hombres cedían su plaza laboral a las mujeres y marchaban a la agricultura. El impacto nocivo del desvío de todos los recursos materiales y humanos hacia el Cordón de La Habana no tardó en sentirse en todos los servicios capitalinos, desde el transporte hasta la electricidad.
Además de esos daños ocasionados a la economía y a la población, el proyecto de producción de café fracasó cuando se descubrió que los cafetos no progresaban todo lo esperado debido a la plantación paralela de otra planta de crecimiento más rápido, el gandul, destinada a darle sombra a la plantación de café que sólo se da en zonas montañosas. La planta en cuestión, destinada a crear un entorno boscoso en tiempo récord, absorbía todo el oxigeno de la tierra y mataba al cafeto.
A más de medio siglo de aquel desastre, ni La Habana, ni Cuba, se pueden abastecer de café, para no hablar de exportar. La última cosecha cafetalera sólo produjo 6.105 toneladas, la décima parte de lo que se producía en 1959. Actualmente, la Isla importa unas 8000 toneladas de café para el consumo nacional.
La Zafra de los Diez Millones
Dentro de los planes económicos del comandante estaba superar la economía de los Estados Unidos para el año 1980. Uno de los proyectos claves para implementar el avance económico del país era una zafra gigante de 10 millones de toneladas de azúcar. Esto significaba casi la duplicación de la zafra promedio de la década de los 60 cuando se producían 4.8 millones de toneladas (1961) y 3.8 millones de toneladas (1962).
Nadie explica esa súbita atracción fidelista por el número redondo, el hipnotismo del “diez”. Para este esfuerzo nacional no sólo se requería de una colosal mano de obra, sino que se necesitaba de una inversión importante en nuevas tecnologías y maquinarias para coordinar y llevar a cabo con éxito la compleja logística del proyecto.
La inversión de capital se realizo en una gran parte con apoyo de la Unión Soviética y la otra parte con préstamos en el mercado internacional. “En los últimos años ya nuestro país ha podido contar con abundantes créditos a pagar en tres años, a pagar en cuatro, a pagar en cinco, e incluso ya hemos llegado a obtener créditos hasta por ocho años… Y así, con ese crédito no sólo se adquirieron equipos para el desarrollo agrícola sino también para el desarrollo industrial. La planta de fertilizantes de Cienfuegos, por ejemplo, una planta que cuesta aproximadamente unos 40 millones de dólares en divisas, se ha podido adquirir y a fines del próximo año estará terminada” (Discurso de Fidel Castro el 27 de octubre de 1969).
Como mano de obra se movilizaron todos los cubanos a lo largo del país. El ejercito, las milicias civiles, y la gran mayoría de la población civil tenía como prioridad la siembra de la caña y la recolección de los 10 millones de toneladas. “Puede decirse que nadie, ningún revolucionario quiere dejar de participar. Y muchos dicen que cuando les pregunten en el futuro: ‘¿Qué hizo en la zafra de los 10 millones?’, qué va a responder si no lo dejan participar en la zafra de los 10 millones” (Discurso de Fidel Castro el 27 de octubre de 1969).
En Octubre de 1969 comenzó “la batalla”. “Los cortes comenzarán mañana en muchos centrales del país —anunció Castro—, pero la batalla en su fase más crítica comienza desde este mismo momento”. “El país dispone de caña suficiente para producir unos 10,3 a 10,4 millones de toneladas de azúcar. (Discurso de Fidel Castro el 27 de octubre de 1969).
La maquinaria de propaganda oficial se desplegó con esfuerzos paralelos a la productiva, incluyendo frecuentes presentaciones de Fidel Castro en televisión reafirmando que los 10 millones iban, y que ni una onza menos “porque esto es batalla a muerte”.
Aquellos que comenzaron a apuntar los daños colaterales a la economía de la zafra de los 10 millones, el endeudamiento nacional y la imposibilidad de cumplir la meta trazada fueron (cuando menos) separados de sus puestos, y otros tildados de “contrarrevolucionarios”.
Ya para mayo-junio de 1970 se hizo evidente que, aunque se tuviese toda la caña del mundo lista para crear azúcar, Cuba no constaba con una industria capaz de acometer una zafra de ese calibre. Sin embargo, se le siguió exigiendo a la población y al Ejército que trabajaran 10 y 14 horas diarias en el corte de la caña hasta que, alrededor del 23 de julio, el gobierno decidió parar la cosecha.
Casi ocho meses después, el comandante declaraba en la TV nacional el fracaso de la Zafra de los 10 millones. En su discurso del 26 de Julio de 1970 se mencionan como causas una industria inadecuada y las ineficiencias humanas. “Hay que añadir una [causa], y no de poco peso, que es nuestra propia ineficiencia, la ineficiencia, nuestra ineficiencia en el trabajo general de la Revolución”. En inusual revisión crítica, Fidel reconocería que “efectivamente, el esfuerzo heroico para elevar la producción, para elevar nuestro poder adquisitivo, se tradujo en descompensaciones en la economía, en reducciones de producción en otros sectores y, en fin, en un acrecentamiento de nuestras dificultades” (Discurso de Fidel Castro del 26 de Julio de 1970).
Los daños de La Zafra de los 10 millones a la economía y a la sociedad cubanas aun están por calcularse, pero muchos analistas coinciden en que creó un agujero negro sin retorno a las arcas de la nación.
Ubre Blanca: la vaca revolucionaria
La vaca Ubre Blanca fue el símbolo y la prueba viviente de otro delirio personal de Fidel Castro: convertir a Cuba en una exportadora internacional de leche vacuna.
Una vaca tradicional cubana (léase no-revolucionaria) dependiendo de la raza de la vaca, del tipo de explotación, intensiva o tradicional, del número de ordeñes diarios y de las condiciones climáticas y de alimentación puede dar en una explotación semi industrial hasta 25 lts/día, y en una explotación intensiva con tecnología actual hasta 55 lts/día.
Ubre Blanca llego a producir aproximadamente 27 toneladas de leche en un año, 110,9 kilogramos en un día, y nada menos que 41,2 litros en solo un ordeño. Este tipo de producción la incribió directamente en el libro de record Guinness, y lo más importante, elevó la categoría del animal a “vaca revolucionaria”.
Para el año 1980 Cuba contaba con alrededor de 4,5 millones de cabezas de ganado. Sólo hacía falta usar los adelantos de la ingeniería genética para crear unas 500,000 vacas revolucionarias y la gloria de la industria lechera cubana estaba garantizada.
El doctor Jorge A. Hernández Blanco, veterinario de la vaca y responsable de la misma explicaría “[Ubre Blanca] nació a partir del cruce de dos razas: la Holstein, de alta producción lechera, y la Cebú, muy resistente al calor. Ella es lo que se conoce como una F2, o sea, que tenía un 75 por ciento de sangre Holstein y un 25 de Cebú”.
Para el 1980 Ubre Blanca comienza a presentar niveles de producción fuera de lo común. Después de su tercer parto fue capaz de proporcionar hasta 63 litros por día, cuando el promedio gira alrededor de los seis o siete. Esta producción llamo la atención del Comandante en jefe que creo un programa nacional para industrializar y “nacionalizar” la “vaca revolucionaria”.
Se creó un grupo de atención técnica multidisciplinario, liderado por la doctora Rosa Elena Simeón, del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA) y se crearon instalaciones especializadas para replicar los niveles de producción de Ubre Blanca en establos con aire acondicionado y música clásica para los animales.
Se generalizó el ordeño mecánico, se extendió la cría de ganado Holstein y Cebú, se experimentó con la genética para obtener nuevas razas, se erigieron por todo el país escuelas veterinarias para calificar personal, se construyeron fábricas de pienso, así como industrias para asegurar la producción de postes, alambre y otros materiales de trabajo.
Ya a mediados de los 60, Fidel Castro vaticinaba que la producción de leche de Cuba superaría a la de Holanda. “Porque nosotros en la ganadería, partiendo del ejemplo de Holanda, yo estoy absolutamente convencido —y me atrevo a decirlo aquí sin miedo a decir ninguna barbaridad, y que me juzgue la historia por lo que voy a decir— de que nosotros podemos llegar a producir tanta leche como Holanda, tanta leche como Holanda” (Discurso de Fidel Castro, 20 de julio de 1963). Veinte años después, Ubre Blanca era la oportunidad de hacer real esa profecía del comandante.
Ya para 1982 se hace evidente que después de invertir cientos de millones de dólares en tratar de replicar a Ubre Blanca no se estaban produciendo resultados alentadores. De todas formas la vaca es trasladada a la provincia de Mayabeque, donde fue sometida a un tratamiento hormonal para obtener óvulos que serían usados en intentos futuros de clonación. En la prensa cubana no se hablaba de otra cosa.
Algunos genetistas e ingenieros agropecuarios presentaron a Fidel pruebas de que Ubre Blanca podía tener una anomalía que la hacia crear esta producción de leche extraordinaria, la teoría era, un tumor de la glándula pituitaria. Pero el Comandante no se resignaba a creer que su “vaca revolucionaria” era una suerte de monstruo, un ejemplar único de su especie. Entre las causas del fracaso de este proyecto estaban que la raza Holsteins originaria de Holanda es muy sensible al sol del trópico y desarrollan, como lo hizo Ubre Blanca, cáncer de piel. En el 1985 murió Ubre Blanca y con ella el proyecto de Fidel de convertir a Cuba en una potencia lechera mundial.
A la Ubre Blanca se le hizo una estatua y 30 años después se realizó un acto para reconocer su hazaña donde la Sociedad Cubana de Lechería entregó el Premio post-morten de excelencia.
Ollas arroceras y revolución energética
Casi desde el principio de la revolución, Cuba se ha visto afectada por constantes fallos en el sistema electro-energético nacional.
Una de las crisis más sonadas de los problemas energéticos de la nación se dio en mayo del 2004. Según el portal oficialista Ecured “En Mayo del 2004 el Sistema Electro-energético Nacional se vio seriamente afectado, al producirse una avería durante un mantenimiento planificado de la termoeléctrica Antonio Guiteras, causando severas afectaciones a la economía nacional.”
Es como reacción al incidente de mayo de 2004 que Fidel Castro crea la iniciativa de la “revolución energética” que consistía en dos programas fundamentales: “un programa de sustitución de las viejas Centrales termoeléctricas por generadores eléctricos…” “…y en la renovación de los viejos equipos electrodomésticos.” Fidel Castro entonces vaticinaba que todos los problemas energéticos de la nación serian resueltos de una vez. “Habrá un antes y un después de la revolución energética”. (Discurso de Fidel Castro en Pinar del Río, el 17 de enero del 2006)
Para que la primera parte del programa funcionara se necesitaba una inversión gigantesca de capital y de proyectos de obras públicas y para la segunda parte hacía falta sustituir todos los electrodomésticos que no fueran eficientes por otros más eficientes en el hogar de todos los cubanos.
Esta segunda parte del proyecto llamó la atención mundial por lo insólito de su alcance, pues el gobierno cubano tenía no sólo que catalogar cada uno de los electrodomésticos y bombillas eléctricas que los cubanos poseían, sino que debía también expropiárselos (“voluntariamente”), sustituirlos por otros que el gobierno determinara eficientes y finalmente educar a toda la población en como usar los nuevos utensilios orientados por Fidel y el Partido.
El discurso de Fidel Castro en Pinar del Río el 17 de enero del 2006 ofrece detalles de este gigantesco “pesquisaje de los equipos electrodomésticos en los hogares cubanos. “Toda la población coopera. Participaron 985 trabajadores sociales, visitando 208 127 viviendas.” No fueron sólo las viviendas: en 8 120 centros de trabajo también se hizo un “pesquisaje de los equipos electrodomésticos en los que participaron 756 trabajadores sociales. Y en cuanto a las bombillas eléctricas; los “trabajadores sociales cambiaron gratuitamente 610, 000 bombillos incandescentes por bombillos ahorradores.”
Para el segmento educativo del programa; una parte importante de la dirección del gobierno dedico su tiempo a largas jornadas de radio y televisión. El guía y líder del programa, Fidel Castro, aparecía frecuentemente en televisión explicando como se utilizaba una olla arrocera o como cambiar las bombillas ahorradoras.
Pero ni la primera parte ni la segunda parte del programa lograron cambiar de forma radical el panorama energético de la isla. Dos años después del comienzo de la “Revolución energética” el país seguía padeciendo de continuos apagones, los hogares que habían podido sustituir sus electrodomésticos y bombillas no encontraban forma de reparar los nuevos equipos y las “bombillas ahorradoras” no pudieron ser sustituidas por nuevas cuando se fundieron.
En enero del 2006, la BBC escribió un articulo titulado “Revolución energética a oscuras” que detallaba este fracaso. Por supuesto, el reportaje fue atacado directamente por Fidel Castro, quien lo llamo “tendencioso” y “manipulador”.
Aun en el 2014 a doce años de la revolución energética el país sufre frecuentes apagones y fallos del sistema electro-energético nacional.
Un fracaso educativo
El 15 de marzo este año se cumplieron 14 años del nacimiento de uno de los engendros de la revolución que más daño ha hecho a la educación de varias generaciones de Cubanos: los “Maestros Emergentes”.
Al comienzo del nuevo milenio, Fidel Castro creó un nuevo grupo de trabajo que se le llamo “La Batalla de Ideas”. Este grupo (según la prensa oficial cubana) tenía como objetivo realizar “un conjunto de programas (más de doscientos) en diferentes esferas de la sociedad”.
Dentro de esos programas se incluyó uno que se llamaba “Maestros emergentes”. Consistía en crear educadores, maestros y académicos en tiempo récord, acortando el proceso de preparación de los profesores y pedagogos en algunos casos en menos de la mitad de su preparación anterior, en otros inclusive menos.
La motivación fundamental del programa fue, por una parte, la absoluta crisis vocacional con relación al personal docente de la enseñanza primaria, el descrédito de la profesión magisterial, y se agravó con el crítico estado de las instalaciones educativas y el número de alumnos por aula: “casi 40, y en cientos de ellas entre 40 y 50”.
Según el periódico oficialista Juventud Rebelde en su edición de 5 de Noviembre del 2006, “más de 90,000 maestros primarios de formación emergente se incorporaron a las aulas cubanas durante los últimos cuatro años”.
El proyecto estaba plagado de fallas. BBC mundo reportaba que “por una parte los maestros se escogen entre los alumnos con peor rendimiento académico -los que no han alcanzado carrera universitaria- son casi tan jóvenes como sus alumnos y no tienen preparación pedagógica”.
La incorporación a la docencia de decenas de miles de jóvenes que no tenían ni la preparación ni la vocación para esa actividad se hizo sentir de inmediato en las casas cuando los niños regresaban de clases. Una bloguera cubana escribiría refiriéndose a los resultados: “Los niños llegaban a casa diciendo que en 1895 Cuba había vivido ‘una guerra civil’ y que las figuras geométricas tenían algo llamado “voldes” que los padres traducíamos como “bordes”.
El proyecto comenzó a tener serios problemas de calidad, agregado a problemas de cantidad de educadores. Aunque habían reducido de forma sustancial el tiempo de preparación de los maestros y se facilitaba una carrera universitaria sin prueba de ingreso, aun no se producían suficientes “maestros emergentes”. Fue entonces que nacieron las tele-clases.
La tele-clases consistían en enseñar a los estudiantes a través de videos. El maestro que estaba mejor calificado grababa un video y el resto de “emergentes” lo único que hacia era ponerle el video a los niños de cómo se sumaban decimales o del teorema de Pitágoras.
Otra bloguera: “delante del pizarrón, aparecieron personas que no dominaban la ortografía, ni la historia de su propio país. Eran jóvenes que firmaban un compromiso para ser maestros, del cual estaban ya arrepentidos después de la primera semana de trabajo.”
En el año 2008 el gobernante Raúl Castro por medio de su ministra de educación, Ena Velázquez, declaró el rotundo fracaso del plan de Maestros Emergentes e hizo un nuevo intento de recuperar a los maestros (no emergentes) que se habían ido a profesiones más lucrativas, como taxistas y porteros de hoteles.
El gobierno declaró entonces “que sólo en La Habana existía una carencia de 8.576 maestros: 2.054 en la enseñanza primaria, 4.396 en secundaria y 927 en el área técnico-profesional. Todos esos puestos están ocupados por personal sin la debida calificación.”
Otra generación más de cubanos quedaba así oficialmente “mal preparada” o “deformada” académicamente. Y los resultados de esas malformaciones ya se han hecho sentir no sólo en el tejido de la sociedad civil sino en la erosión de toda una cultura.
Epílogo
La lista de los proyectos “épicos” ideados y liderados por Fidel Castro es mucho más extensa y profunda que lo que esta pequeña nota pudiera cubrir, pero la génesis, la dinámica y el resultado siempre fueron los mismos. Más de una vez Castro ha pedido “que lo juzgue la historia” por lo que sus designios han acarreado a la nación cubana. Aquí aportamos apenas unas notas al pie de ese juicio necesario, con el que los cubanos debieran refundarse como nación y como sociedad.
Clive Rudd Fernández
Londres