La tremenda efectividad del embargo
norteamericano.
Últimamente escuchamos, con mayor asiduidad cada vez, a los detractores del embargo norteamericano; impuesto contra la tiranía de los hermanos Castro, que cumplirá en el 2013, cincuenta y tres años de establecido. Según dicen ellos; sin demostrar ninguna efectividad por su aplicación.
El embargo sanciona las relaciones económicas y comerciales con Cuba y fue instituido por el gobierno de los Estados Unidos, en razón a la arbitrariedad, aplicada por el gobierno cubano, con relación a las propiedades norteamericanas confiscadas. Estas propiedades habían sido adquiridas conforme a las leyes cubanas de aquel entonces.
El gobierno cubano se negó a reconocer los términos en los que aquellas propiedades fueron adquiridas y a pagar la debida indemnización a sus dueños. Aunque dicen que no tenían ni un centavo para indemnizarlas, porque las arcas estaban vacías.
No es comprensible, porque entonces dieron aquel paso, que de hecho les cerraría todas las puertas y les llevaría de ante mano, a la a la ruina total. El Presidente John F. Kennedy fue el encargado de su aplicación. No sabía el dignatario norteamericano, cuan valioso sería aquel embargo, para la preponderancia de los Estados Unidos de América.
Dicen hoy, algunos de los promotores de su eliminación, que de no existir el embargo, se demostraría la notable ineficiencia del gobierno cubano y que este, caería por su propio peso. Hay que ser bastante tonto para pensar que ocurriría de ese modo. Señalan que con el levantamiento del embargo se eliminarían las restricciones para la compra de productos en los Estados Unidos y que el gobierno cubano no podría adquirirlos por falta de liquidez.
Veamos; hoy por hoy, cuando el gobierno cubano sufre de una extrema precariedad para su desenvolvimiento, no acaba de caer. No cae, porque es un verdadero ingenio de la cuerda floja. Subsiste como lo hace un sapo; enterrado dentro de una lata, bajo un metro de tierra y durante largos meses. Si logra perdurar en condiciones tan difíciles, como podría caer si se les quitan todas, absolutamente todas esas restricciones.
Dizque no tendrían dinero para comprar, ni mercancías, ni insumos, ni absolutamente nada, en los Estados Unidos. Pero si los turistas norteamericanos pudieran visitar Cuba, aunque sea para ver la ruina en que ha sumido al país, la tiranía comunista. Ingresarían a las arcas de los tiranos, miles de millones de dólares. Además podrían recibir créditos por otros miles de millones, aunque solo sea explotando la promesa, de que van a pagar en el lejano futuro.
Sumarian dinero igualmente, por las inversiones multimillonarias que harían algunos ingenuos y por las muchas otras formas de obtener ganancias, que conocen los tiranos. Pero quien es el que puede afirmar, que una tiranía con dinero se cae, cuando se ha caído. Todo lo contrario, no se caería nunca, se mantendría sesenta siglos.
Si estamos esperando su desplome de un momento a otro, es por la creciente precariedad en la que se desenvuelve. Por eso seguimos esperanzados en su derrumbe total. Pero la efectividad del embargo, para los Estados Unidos, viene dado por otro asunto. Se trata del más grande desafío, sufrido por el país del norte, durante toda su historia; la amenaza de una guerra nuclear por parte de la Unión Soviética.
Fueron muchos los años de zozobra y de inquietud, que llegaron a su clímax con la “Crisis de Octubre” del año 1962. En donde el mundo se puso al borde del abismo, por el chantaje nuclear del comunismo. A los norteamericanos se les hizo la cabeza agua, buscando una solución al problema y Ronald Reagan comenzó la aplicación del más novedoso plan para desmantelar el imperio del mal. La llamada “Iniciativa de la defensa estratégica” conocida popularmente como “La guerra de las galaxias”.
Este plan, hubiera producido billones de dólares en gasto para los Estados Unidos. Pero no fueron necesarios, porque el Presidente Kennedy había creado, sin proponérselo, una de las peores bacterias malignas, para acabar con el imperio comunista. Un germen que destruiría el comunismo europeo e incluso sacudiría el chino.
Esa bacteria maligna; era Cuba, el virus que desangró a la Unión Soviética y a los demás países socialistas, gracias al embargo, aproximándolos a la ruina total. Luego solo hizo falta un soplido y se acabó el comunismo en toda esa región.
En las Américas quedaba aquel desconocido sabor a lo prohibido o a lo podrido. A pesar de que ya José Martí, había realizado su crítica a la obra de Herbert Spencer “La futura esclavitud”, escrita en la lejana década de 1880 y donde el comunismo quedaba muy mal parado. Pero los trastornados por el absolutismo de las dictaduras comunistas, continuaron aferrados al tema y a la posibilidad de eternizarse en el poder.
Así había surgido Fidel Castro. Y habría que dar gracias a las dictaduras de derecha, que en los años negros en que la peste comunista proliferaba en el mundo y en pleno apogeo del comunismo soviético, mantuvieron a raya en las Américas, aquella epidemia. Válganos eso, y lo siento de veras por los miles de personas que perdieron la vida, en aquellos tiempos de dictaduras, muertos y desaparecidos. Era como una cura de caballo, pero gracias a esto se contuvo la enfermedad.
Luego la enfermedad renació, disfrazada pero a destiempo. Ya no existían los rusos como potencia, ni los comunistas europeos. Fidel se volvió muy viejo y Cuba, en periodo especial, no tenía ni un centavo para remedio. Germinó Hugo Chávez con su petróleo, pero se despatarró el sátrapa, su instructor y el tiranuelo venezolano, convertido en líder continental y heredero del castrato, resultó ser un mediocre papagayo loco.
Venezuela con más petróleo que los soviéticos, prometía ser la cabeza del otro imperio comunista. Bueno los pies, porque la cabeza estaba y está en la Habana. Los yanquis que nunca ven el peligro, como en las películas, dejaron crecer el monstruo. Felizmente reapareció la bacteria maligna, que es Cuba y desangró a Venezuela o mejor dicho, la sigue desangrando.
Para la mayor desgracia del trasnochado proyecto comunista, que ellos disfrazaron como “Socialismo del siglo XXI”, se quedaron sin líder. Porque Hugo Chávez guardó el carro, en el conocido “Cuartel de la Montaña”. Para acabar con el proyecto, solo falta que hagan ganar la presidencia a Nicolás Maduro. Esto con el consabido y correspondiente fraude electoral, organizado por el gobierno cubano.
Porque si gana Henrique Capriles, se recuperará la economía venezolana y más tarde volverán con su delirio comunista, como volvió Daniel Ortega en Nicaragua. Si continúa Maduro, acabará de hacer polvo a Venezuela, después que Hugo Chávez realizó su parte y la hizo tierra. Únicamente así, los venezolanos llegarán a detestar el comunismo. Y solo así, terminará el sueño o la pesadilla comunista en las Américas.
Entre Maduro y el castrismo, acabarán con el comunismo. Felizmente.
Todo eso gracias al embargo norteamericano, que tiene al castrato en la ruina total y arruinan a cuantos puedan arruinar, para tratar de sobrevivir y mantenerse. Así que el embargo ha sido efectivísimo, para acabar con el comunismo a nivel mundial. Pues entonces;
¡QUE VIVA EL EMBARGO
NORTEAMERICANO!
Aunque nos sacrifiquemos los cubanos, ese mérito lo merecemos y es nuestro aporte a la lucha contra el comunismo internacional. A fin de cuentas, estamos acostumbrados a comer tierra y ya, hasta nos apetece. Por fin, que a todo se acostumbra uno.
Héctor Julio Cedeño Negrín
Periodista Independiente de Cuba.
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