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Gente De Zona, Descemer Bueno, Maykel Osorbbo, El Funky - Patria y Vida (Lyrics/Letra)
Canción
Patria y Vida
Artista Yotuel, Gente de Zona, Descemer Bueno
Álbum Patria y Vida
Con licencia para YouTube de
Ines Casal ARRETAGUÁ Yo tenía apenas 11 años el 1 de enero de 1959. Para tener una idea de la ingenuidad y la alegría con las cuales mis amiguitas y yo disfrutábamos de esos primeros años de algarabía y esperanzas, baste decir que en fecha tan temprana como mediados de 1960, luego que se fundaran las Milicias Revolucionarias, cinco niñas, entre las que estábamos mi hermana más pequeña y yo, creamos un "pelotón de soldados", que fue bautizado por el padre de una de ellas con el nombre de "Arretaguá", por las veces que repetíamos esa palabra, mientras aprendíamos a marchar todas las tardes en nuestra cuadra, al regreso del colegio. Hoy puede parecer un sinsentido, entonces era para nosotras una aventura deliciosa. El cielo se abrió para muchos y la convicción de que íbamos a construir una Patria "con todos y para el bien de todos" fue ganando terreno en el corazón de los cubanos buenos. Como dice Lichi en su memorable libro Informe contra mí mismo: "La mayoría creyó en lo que hizo. De corazón. A conciencia... Los persuadieron o nos convencimos: en este caso, el sujeto omitido resulta insignificante." Durante demasiado tiempo, mientras entregábamos todas nuestras energías, todo nuestro sacrificio, todo nuestro amor a la construcción de un futuro mejor para nuestros hijos, mientras plantábamos árboles, sembrábamos hortalizas, recogíamos cebollas, desyerbábamos campos de papas, paleábamos arena, pintábamos techos, menstruábamos en campamentos, cortábamos caña, hacíamos guardias cederistas y obrero-estudiantiles... nos cansamos de escuchar las mismas respuestas a nuestras inquietudes: "tienes razón, pero no es el momento oportuno", "tienes razón, pero este no es el canal establecido", "tienes razón, pero no podemos hacerle el juego al enemigo", "cumplamos la tarea y luego la discutimos". Hasta que un día comprendimos que en boca cerrada no entran moscas, y el miedo nos secó la lengua y el corazón. Y entonces aprendimos a decir sí cuando queríamos decir no, a decir no cuando debimos decir sí y, lo que es peor, enseñamos a nuestros hijos a ocultar sus pensamientos, a mentir, a callarse, a aceptar injusticias... Todo –pensábamos– por seguir defendiendo nuestra soberanía ante un enemigo que siempre buscaba cualquier signo de debilidad, de división, para derrocarnos. Mientras, el odio, la intransigencia y la intolerancia fue ganando terreno entre nosotros y vino la división que tanto nos asustaba, pero no por culpa de un enemigo externo, sino porque cualquier criterio, opinión, palabra, imagen, poesía, canción, pintura, caricatura, broma, chiste... considerada "ideológicamente incorrecta", viniera de quién viniera, estaba destinada a tratar de acabar con la Revolución y estaba alentada, pagada o subvencionada por el enemigo. Y comprendimos que ya no era "con todos y para el bien de todos", sino "la calle es de los revolucionarios, el país es de los revolucionarios", "dentro de la Revolución, ¡todo!; fuera de la Revolución, ¡nada!" Primero se marcharon los "débiles", los "lumpens", los que no querían luchar junto al pueblo por un futuro mejor (¡Pin pon, fuera, abajo la gusanera!), donde estaban nuestros padres, nuestros tíos, nuestros vecinos, nuestros primos, nuestros amigos... Y siguieron marchándose los "apátridas", la "escoria", que no eran más que nuestros hermanos, nuestros colegas de estudio y trabajo... (¡Qué se vayan, qué se vayan!). Y empezaron a emigrar nuestros hijos, dejando detrás a sus padres, a sus abuelos, sus sueños, sus esperanzas... (¡Traidores, traidores!). Y nos acostumbramos a querer a nuestros familiares y amigos en secreto, sin marcarnos demasiado. Y nos acostumbramos a extrañar a nuestros hijos, pero con alivio; nos acostumbramos a vivir con el dolor alojado en el lado izquierdo de nuestro pecho, pensando día y noche cómo estaban, si sentían frío o hambre, qué miedos los visitaban, qué pesadillas los despertaban... ¡y nosotros tan lejos, sin poder susurrarles al oído: "Calma, todo se arreglará"! Y le seguimos pidiendo a nuestros hijos, no importa dónde estuvieran, que mejor se quedaran callados, porque nos aterraba pensar que los etiquetaran de conflictivos, que los acusaran de tener problemas ideológicos o que los "regularan" y no pudiéramos volver a verlos. Es difícil, para las generaciones más jóvenes, entender a esta generación que yo represento. Para algunos, soy simplemente un producto de mis decisiones incorrectas y me merezco todo lo que siento hoy. No los culpo, imagino las penas que pueden cargar, y ellos también son víctimas de la intolerancia que aprendieron por años. Para otros, soy una traidora y sólo merezco desprecio y odio. Tampoco a estos los juzgo. Y no, no me arrepiento de haber entregado toda mi juventud y mis fuerzas al servicio de mi Patria, porque lo hice desde el Amor y al lado de gente maravillosa. De todas formas, un arrepentimiento, a estas alturas, sería tan inútil como ingenuo. Me reconforta —eso sí– recordar, con inmenso cariño, a los amigos que, durante esas largas jornadas de trabajo y sacrificio, conocí y disfruté. ¿Cómo voy a olvidar lo que representaba una malta tibia luego de un día de sol y cansancio? ¿Cómo no recordar que las molestias y los dolores, luego de un día agotador, se olvidaban con las canciones y las risas; que las noches de insomnio, por el frío o el ruido de los ratones, se aliviaban por las bromas y los chistes; que mientras no tenía el remedio siempre pronto de mi madre, ante una fiebre o una tristeza, contaba con las manos o los hombros de los amigos? Y no, no me siento traidora. No soy yo quien ha traicionado nada. No me siento como Judas Iscariote, si acaso sí como Judas Tomás Dídimo. Yo no tengo ni fe ciega, ni confianza absoluta. Yo tengo que ver para creer. Y ya he visto demasiado.
La denuncia fue hecha a través de las redes sociales en donde se publicó una conversación de una miembro de la misión en Venezuela con una amiga en la que asegura que, los médicos esclavos están “obstinados” de ser usados de esta manera.
Un cubano de la misión esclava en Venezuela optó por quitarse la vida “cansado” de la situación que, están viviendo los isleños en ese país, quienes están siendo utilizados como conejillos de indias para “probar la eficacia de la vacuna contra el coronavirus”.
La denuncia fue hecha a través de las redes sociales en donde se publicó una conversación de una miembro de la misión en Venezuela con una amiga en la que asegura que, los médicos esclavos están “obstinados” de ser usados de esta manera por la dictadura castrista, que una vez más demuestra que no le importa los suyos.
En el chat, la cubana que está de misión en Venezuela precisa que, a pesar de que se dijo que “probarían la eficacia de una vacuna contra el coronavirus”, lo que en realidad les están colocando es el medicamento “interferón” que ocasiona una reacción a los pocos días de ser aplicado. Además, les dan también unas pastillas de “Caletra y Cloroquina”, según precisó.
La cubana también afirmó que, es prácticamente imposible negarse a recibir estos medicamentos, ya que les podrían traer problemas con sus jefes de misión.
“Es un interferón que hace mucho están poniendo (…) Y unas pastillas que se llaman caletra y cloroquina”.
Aseveró.
“Negarse tu estás loca”.
Fue su respuesta cuando la amiga le pregunta si podía negarse a colocársela ya que representa un peligro para su salud y la de sus compañeros.
Esta situación narrada por la miembro de la misión esclava en Venezuela fue lo que al parecer llevó a un cubano a ahorcarse para no tener que seguir siendo humillado y utilizado por los comunistas.
“Yo me estoy obstinando ya de esta misión de pinga (…) Tú no sabes todo lo que hay que aguantar aquí”.
Agregó la cubana en la conversación con su amiga.
Las situaciones a las que son sometidos los médicos esclavos cubanos en otros países son una muestra más de la explotación que deben aguantar y de como el régimen castrista los exporta como mercancía para recibir millones de dólares “por sus servicios” mientras estos solo reciben un pequeño porcentaje del pago, a pesar de que arriesgan sus vidas.
Tomado De Cubanosporelmundo
El anuncio llega después de que se revele un informe que alerta de un plan de Cuba para "desestabilizar al país"
La Sociedad Panameña de Cardiología envió a las autoridades de su país una carta abierta en la que afirma que la contratación de médicos cubanos para combatir la COVID-19 vulnera las leyes vigentes
Por Yolanda Huerga
La Sociedad Panameña de Cardiología (SPC) envió a las autoridades de su país una carta abierta en la que afirma que la contratación de médicos cubanos para combatir la COVID-19 vulnera las leyes vigentes en cuanto a la contratación de personal de Salud en el exterior.
Radio Televisión Martí entrevistó a uno de los firmantes de la misiva, el presidente electo de la SPC, el doctor Temístocles Díaz Lezcano, cardiólogo intervencionista, especialista en medicina interna y en trasplante cardiaco.
“La llegada de los médicos cubanos ha llevado consigo a que la Sociedad Panameña de Cardiología emita un comunicado en relación a la violación que se ha hecho a los acuerdos establecidos en agosto 2020, precisamente, [con la intención] de prepararnos para la llegada de médicos extranjeros durante esta etapa de la pandemia”.
En su mensaje, los peritos en enfermedades del corazón alegan que la ley prevé que las contrataciones de médicos de otras naciones deben ser individualizadas y no en grupo como ha sido en el caso de los cubanos.
De tal forma se determina el salario que se le paga a cada uno de ellos, declaró el cardiocirujano y agregó: “Nada de esto se ha hecho, razón por la cual aquí hay uno de los visos de violación” de la normativa de agosto del 2020.
Díaz Lezcano señaló que “Panamá es un crisol de raza y siempre estamos abiertos a todos los médicos del mundo que nos puedan ayudar. Sin embargo, como es bien sabido, cada Estado tiene sus diferentes regulaciones para aceptar especialistas en medicina. Aquí se habían pautado las reglas, por decir así, para hacer esta aceptación. Una de ellas tenía que ver con la homologación de los títulos”.
Asimismo, la ley número 89 del primero de noviembre de 2013 indica que los contratados deben cumplir una serie de requisitos entre los que está la realización de una nota de aprobación de “un examen teórico-práctico de cada área de experticia acreditada”.
La Sociedad Panameña de Cardiología solicita conocer los términos económicos del pacto con el régimen de La Habana, ya que ha trascendido que se pagarán 591 mil 197 dólares, pero no cuánto percibirá cada médico, aunque calculan que está alrededor de los 2687 dólares, más de lo que cobra el personal nacional.
Respecto a lo anterior, Díaz Lezcano aseguró “que ningún médico panameño que inicia a trabajar gana este salario hoy día”.
“Pero lo que más nos ha llamado la atención es que estos emolumentos [salarios] son pagados al gobierno cubano no a los médicos individualmente”.
anamá tendrá que desembolsar más de medio millón de dólares cada mes, para un grupo formado por unos 230 profesionales. “Exigimos que tiene que haber una información completa de los fondos públicos utilizados para este contrato y que esto se lleve a cabo de la manera más transparente”, recalcó Díaz Lezcano.
“Así como a nosotros se nos exige una serie de revisiones cada vez que nos movemos a cualquier país para practicar la medicina, de igual forma nosotros damos ese trato de reciprocidad”, puntualizó.
Según el experto, los convenios de agosto de 2020 no se cumplieron, por lo que la Sociedad Panameña de Cardiología no acepta la presencia de médicos proveniente de Cuba o de cualquier otro lugar que no pase por los parámetros instituidos para practicar la medicina en territorio panameño.
La carta de la asociación panameña lamenta que la institución no fuera consultada sobre la necesidad de contratar a cardiólogos foráneos y que no han podido evaluar su preparación académica.
Igualmente, los médicos panameños denuncian lo que consideran falta de planificación por parte de su Gobierno de la situación sanitaria durante la pandemia y apuntan que su campo, que supone el cuidado de los trastornos cardiovasculares, una de las primeras causas de muerte en la nación, está desatendido, lo que implica un incremento de la mortalidad por este concepto.
El pasado jueves, el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá, el doctor Enrique Mendoza, renunció al Consejo Consultivo de Salud porque la contratación de la brigada cubana para la lucha contra el coronavirus “viola las leyes de la República”.
Por su parte, el sábado, en conferencia de prensa, Sharomay Osma, jefa médica del Centro de Convenciones Figali, habilitado para atender pacientes de la COVID-19, afirmó que los del equipo de la Isla “deberán acatar” los protocolos desarrollados en Panamá para el tratamiento a los infectados.
Consulte la carta de la Sociedad Panameña de Cardiología en este enlace.
(Tomado de Radio Televisión Martí)
Retomado de: https://adncuba.com/noticias-de-cuba/actualidad/sociedad-panamena-de-cardiologia-rechaza-contratacion-de-brigada-medica