FERNANDO OCHOA ANTICH | EL UNIVERSAL
domingo 22 de abril de 2012 04:05 PM
Los venezolanos se hacen esta pregunta en medio de la inmensa crisis de gobernabilidad que ha abierto la enfermedad de Hugo Chávez, su decisión de ser el candidato y la falta de un liderazgo alternativo en el PSUV. En algunas oportunidades yo me he referido al tema en respuesta a las aventureras declaraciones de altos jefes militares que, irrespetando sus deberes militares, se han atrevido a mantener que la Fuerza Armada no aceptaría otro comandante en Jefe. En verdad, lo digo responsablemente, nadie puede hacer una afirmación tan riesgosa sin grandes posibilidades de equivocarse. El deterioro progresivo del régimen, ante el fortalecimiento indetenible de la candidatura de Henrique Capriles y el vacío de poder que empieza a perfilarse, hace aún más difícil poder acertar en un planteamiento de ese orden.
Nuestra historia se encuentra plagada de ejemplos parecidos al que actualmente enfrentamos. Normalmente, los presidentes de la República y los jefes militares del momento, siempre han creído que los integrantes de las Fuerzas Armadas, que se muestran obedientes y disciplinados en la rutina diaria de la organización, van a actuar de igual manera en medio de una crisis política. Allí surgen las sorpresas. Veamos algunos ejemplos: Juan Vicente Gómez creó las Fuerzas Armadas. Aún así, se insurreccionaron en tres oportunidades: en 1919, en 1922 y en 1928. Este último alzamiento ocurrió en el batallón que le prestaba custodia personal al dictador y fue tomado el cuartel de Miraflores. El comandante de la Guarnición de Caracas era el general Eleazar López Contreras, militar de gran prestigio y perspicacia. No logró percibir la gravedad de la situación.
Así también le ocurrió al general Isaías Medina Angarita. Era el primer oficial egresado de la Academia Militar que alcanzaba la presidencia de la República. Tenía un gran prestigio militar. Justamente, muchos de los jefes de la conspiración del 18 de octubre de 1945 habían sido sus alumnos en la Academia Militar. La enfermedad de Diógenes Escalante, candidato presidencial del PDV, la negativa del régimen de conceder el voto universal, directo y secreto, y el descontento militar existente produjo las condiciones para el alzamiento El general Medina recibió la información 24 horas antes de que ocurriera, pero no tomó a tiempo suficientes medidas para controlar la conspiración. A las 2 de la tarde de ese día se oyeron los primeros disparos en el cuartel San Carlos. A las 10 de la mañana del 19 de octubre había sido derrocado.
El general Marcos Pérez Jiménez vivió una situación parecida. El afirmaba que su ascendiente sobre las Fuerzas Armadas era inmenso. Decidió permanecer en la presidencia de la República, violando la Constitución Nacional. El 1 de Enero de 1958 se despertó en medio del ruido de unos aviones que bombardeaban Miraflores. Su piloto de confianza, el mayor Martín Parada, era uno de los oficiales comprometidos. A los 22 días estaba derrocado. El 4 de febrero de 1992, Carlos Andrés Pérez y yo fuimos sorprendidos. El general Pedro Rangel Rojas, comandante del Ejército, incumplió sus obligaciones militares al no informarnos a tiempo la delación hecha por el capitán Gimón Álvarez ni tomar suficientes medidas militares para controlar el alzamiento. El sentido institucional de las Fuerzas Armadas permitió derrotarlo en seis horas.
Hugo Chávez fue traicionado el 11 de abril de 2002, en medio de la crisis política que él mismo provocó, por un número importante de generales que días antes se rasgaban las vestiduras por la revolución. Hugo Chávez no hubiera regresado al poder, si el gobierno provisional no hubiese cometido tantos errores políticos. Esa es la verdad. Estos ejemplos nos permiten analizar la situación que estamos viviendo. Definitivamente, la Fuerza Armada no es chavista. Si lo fuera no hubiera nombrado, asustado como está por la crisis que se perfila por su enfermedad, un "comando antigolpe" para investigar una supuesta conspiración. Es imposible intentar un golpe de Estado sin la participación de un sector fundamental de la Fuerza Armada y vivir una crisis social y política que cree un ambiente favorable para que pueda tener éxito.
A Hugo Chávez se le ha ocurrido mezclar en una supuesta conspiración a Henrique Capriles y amenazar con movilizar a la Fuerza Armada si la oposición no reconoce su muy improbable triunfo. Es sorprendente que a Hugo Chávez se le haya olvidado la existencia de unos permanentes vasos comunicantes entre la sociedad y la institución militar. Si el día de las elecciones, Henrique Capriles no reconoce el resultado por considerar que el creciente abuso de poder del régimen o una actuación indebida del Consejo Nacional Electoral han creado condiciones para no hacerlo, la posición de la Fuerza Armada coincidirá con el sentimiento popular. De eso no hay dudas. Tampoco creo que ante esa realidad los miembros del Consejo Nacional Electoral se presten para irrespetar el resultado de las elecciones. Lo que debe hacer Hugo Chávez es serenarse y acostumbrarse a perder...
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