Publicado el jueves, 04.05.12
La Cuba que se pudre sin morir
Pedro Roig
Cuando lo viejo se pudre sin morir y lo nuevo no acaba de nacer, lo peor
se hace realidad y en la Cuba que visito Benedicto XVI todo está
podrido. En vísperas de la Semana Santa, el Papa tuvo la oportunidad de
recibir a las Damas de Blanco, que por más de 10 años, han sido las más
fieles peregrinas de la Virgen de la Caridad, que escogió aquellas
montañas del Cobre para levantar el santuario de su devoción.
Las Damas de Blanco le pidieron un minuto para entregarle sus reclamos
de respeto a los derechos humanos. Esa reunión con Benedicto XVI hubiera
servido para decirle a los cubanos que lo nuevo sí puede nacer cuando se
enaltece con la dignidad y el sacrificio de mujeres que han hecho de las
iglesias de Cuba, santuarios de libertad.
¿Qué mejor momento que la víspera de la Semana Santa? Sagrado memorial
del supremo sacrificio de Cristo crucificado. Liturgia esencial de la
Eucaristía. Primavera que llora junto a la virgen el Viernes Santo y
florece inmaculada el Domingo de Resurrección. La reunión del Papa con
las Damas de Blanco hubiera sido un momento histórico, el minuto más
hermoso y trascendente de su viaje a Cuba. ¡El darle la espalda fue un
grave error moral y una cobardía!
La historia nos dice que en Cuba, el catolicismo ha tenido menor
importancia que en el resto de hispano-América. En la isla bella, de
alegres encantos y profundas tristezas, el cristianismo y las creencias
africanas generaron un complejo sincretismo religioso que alcanzo enorme
relieve popular, y que aún mantiene una poderosa vigencia.
La iglesia conoce bien el sacrificio de la fe porque nació perseguida y
sufrió vejaciones, torturas y martirio. Eso es lo que cada domingo
enfrentan las Damas de Blanco cuando salen de las iglesias con gladiolos
y son golpeadas brutalmente. Pero a pesar del gran error del Vaticano,
ellas siguen firmes en su vocación de fe en la Virgen milagrosa y en la
libertad.
De todo lo que se dijo, mas allá de las abstracciones evangélicas, aun
resuenan las palabras de Marino Murillo, ministro de economía, hablando
en nombre de la gerontocracia militar, que no dejó lugar a la duda, ni a
la especulación, cuando señaló frente a la prensa mundial y al Papa que
en Cuba no habría ningún tipo de apertura política.
Todo indica que el viaje del Papa y el acuerdo de colaboración entre la
tiranía y la Iglesia han servido para aumentar el nivel de represión
contra los que reclaman en Cuba el respeto a sus libertades y derechos
ciudadanos. El enorme despliegue de la seguridad del Estado se desató
días antes de la llegada de Benedicto XVI y se recrudece con violentas
golpeaduras y cientos de arrestos. Este feroz operativo del ministerio
del Interior es el saldo evidente y terrible de la visita del Papa a
Cuba, que sí encontró tiempo para reunirse con Fidel Castro.
Es obvio que algunos en Miami, no entienden el lenguaje intolerante,
excluyente y suicida de los que en Cuba controlan el poder y como dueños
absolutos de la principales piezas del rompecabezas se niegan a
facilitar una apertura pacífica. Este no entender lo que dice la tiranía
cae de lleno en la tradición de irrealidad que ha estado vigente en
nuestro debate político.
Al final, la Virgen mambisa le dio a su iglesia la oportunidad de
renacer en ese minuto de comunión de la fe con las Damas de Blanco. Pero
la dejaron pasar. Ahora podrán celebrar oficialmente los Viernes Santos
en la Cuba que se pudre sin morir y seguir siendo la Iglesia cobarde,
indigna y marginal del cardenal Ortega.
Historiador, abogado y Asesor Principal del Instituto de Estudios
Cubanos y Cubano-Americanos de la Universidad de Miami.
http://blogsdecuba.impela.net/2012/04/la-cuba-que-se-pudre-sin-morir/
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