10-04-12 | Sociedad
Racismo en Cuba: de eso no se habla
Por Federico Rivas Molina | frivas@infobae.com
La discriminación étnica está prohibida por ley en la isla, pero la
Revolución no hizo cumplir la letra y hoy los negros que reclaman
igualdad son considerados opositores. Un tema tabú que aflora con la
crisis económica
A 130 años del fin de la esclavitud en Cuba y a 53 de la llegada de
Fidel y Raúl Castro al poder, los negros ocupan puestos de trabajo de
baja calificación, reciben menores ingresos que los blancos y
representan el 80% de la población carcelaria. Hoy, los afrocubanos que
reclaman por la igualdad son considerados disidentes del régimen. Eso lo
saben muy bien los integrantes del Comité por la Integración Racial
(CIR), asociación que funciona en el primer piso de una casa particular
ubicada en la populosa avenida 23 de La Habana.
Perseguidos, realizan sus encuentros bajo estricto control policial y
todos sus miembros, sin excepción, han estado presos alguna vez. ¿Por
qué motivo? El problema es que para el CIR, la cuestión racial no puede
resolverse desde las posiciones del actual Gobierno. "Las últimas
reformas económicas han reflotado las grandes diferencias sociales y son
las mayorías de la población, compuestas por negros y mestizos, las más
afectadas", explica Manuel Cuesta Morúa, opositor negro, socialdemócrata
y miembro del Comité.
El problema de la discriminación racial es, sin duda, el menos debatido
en Cuba. Los negros hablan de un "racismo cordial", que comienza con
ironías del tipo "ser blanco es ya una carrera" o "este negro es mi
amigo pero nunca será mi cuñado". O cuando se evita llamar a los negros
por lo que son y se utilizan términos políticamente correctos como
"morenos" o "afrodescendientes".
Al mismo tiempo, el Estado se niega a reconocerlos como mayoría. El
último Censo de Población, en 2002, reportó que el 65% de los cubanos se
identifica como blanco, el 24,9% como mestizo y sólo el 10,1% como
negro. Los datos, elaborados por el estatal Centro de Población y
Desarrollo (CEPDE), de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) ,
confirmaron que en las últimas 50 décadas el incremento de la proporción
de población mestiza ha sido de 10 puntos, con la consecuente
disminución de blancos y negros. Con todo, desde la disidencia no toman
muy en cuenta estas cifras, simplemente porque la presunción de
"negritud" depende del entrevistado. "Basta girar la cabeza en la calle
para darse cuenta de que los númerops oficiales no son ciertos. Los
negros somos más de la mitad de la poblacion", afirma Cuesta.
Historia de una diferencia
La mala relación entre la Revolución y los descendientes de esclavos
africanos es fundacional. En 1959 se derogaron por ley las desigualdades
por motivos raciales y todas las personas, sin distinción de origen,
tuvieron acceso libre a la educación, la salud y el empleo. En 1962, la
Segunda Declaración de La Habana estableció que el problema racial había
sido resuelto. Pero la proclama choca contra la realidad. Si se ingresa
a un hospital, se verá que los trabajos de camilleros, auxiliares de
limpieza y mantenimiento son realizados por negros y mulatos. Los
médicos son blancos. Lo mismo pasa en las empresas de turismo, hoteles y
taxis estatales, donde los criollos tienen a su cargo la atención de los
turistas.
La versión oficial, a modo de mea culpa, es que la Revolución no tuvo en
cuenta que las diferencias sociales heredadas determinarían el
aprovechamiento de las nuevas oportunidades otorgadas. Los blancos
llegaron a Cuba como colonizadores y los negros como esclavos. Los
primeros tenían mejor educación, contactos más fluidos con el poder
recién instalado y, sobre todo, más dinero acumulado. Los segundos eran
en su mayoría analfabetos pobres, dependientes de su trabajo en el
campo. Siglos de discriminación racial, originada en la esclavitud
impuesta por los españoles durante el período colonial, habían dejado un
legado difícil de superar. En otras palabras, el problema del racismo
era consecuencia de situaciones heredadas.
Estos argumentos chocan de frente con los de Juan Antonio Madrazo,
descendiente de esclavos congoleños y coordinador del CIR. "Ya antes de
la Revolución, en nombre de la unidad nacional no se discutió el
problema de los negros, que eran mayoría. Todos recuerdan aún la masacre
en 1912 de los integrantes del Partido Independiente de Cuba, formado
por negros y sin duda el más progresista y moderno de América Latina",
explica. El argumento de que asumir el racismo como un problema atenta
contra la unidad de los cubanos ha permanecido intacto. "Los negros
apoyamos en los primeros años la llegada de Castro, porque se nos
prometió igualdad. Pero pronto nos dimos cuenta del engaño. Hoy el
Gobierno nos dice 'tu eres un malagradecido, porque gracias a la
Revolución te has convertido en persona'. Pero lo que no dicen es que la
Revolución no solo desmanteló los partidos burqueses -dice Madrazo -,
sino que también destrozó las sociedades de negros, que eran muy
activas. El pretexto fue que los negros habían sido leales a las
dictaduras de Gerardo Machado (1925-1933) y de Fulgencio Batista
(1940-1944 y 1952-1959)".
Mientras las organizaciones negras y sus sindicatos eran desmantelados,
el Gobierno revolucionario permitía el funcionamiento de antiguas
sociedades de españoles, italianos y hasta chinos. Al mismo tiempo, se
desterró a importantes intelectuales y activistas negros, como Carlos
Moore y Juan René Betancur.
La crisis como detonante
Para Madrazo, en Cuba hay "un racismo oculto" y dar por superado el tema
con una declaración no hizo otra cosa que convertirlo en tabú. Pero la
cuestión volvió a resurgir en los años 90 del siglo pasado. La lucha por
la supervivencia en el llamado período especial, posterior al fin del
padrinazgo de la Unión Soviética, y los primeros contactos con el
capitalismo de mercado propiciaron un resurgimiento del racismo. Así
quedó demostrado con un estudio realizado en 1995 por el Centro de
Antropología de la Academia de Ciencias. El 58% de los blancos consideró
entonces a los negros menos inteligentes y el 65% dijo que no tenían
iguales valores culturales ni decencia. La cifra ascendió a 68% si se
trataba de repudiar los casamientos interraciales.
La situación tampoco mejoró al relevar datos objetivos. En el año 2000,
una investigación del Centro de Estudios Demográficos estableció que los
blancos controlaban 57,4% de los puestos gerenciales del sector estatal,
contra el 18,9% de los negros. Para el sector emergente de la nueva
economía, el de las empresas mixtas desarrolladas tras la crisis, los
blancos ocupaban el 74% de los altos cargos, contra el 5,1% de negros y
el 19,5% de mestizos. Lo más notable es que las diferencias educativas
entre grupos eran, y lo son aún, insignificantes. En 2007, entre los
blancos había 8,7% de egresados universitarios, contra 7,8% de negros.
Hoy la crisis golpea más en el sector que es al mismo tiempo el más
relegado. Los negros son los que menos pueden equilibrar sus ingresos
familiares por medio de las remesas provenientes del exterior, al ser la
menor población representada en la emigración. Un fenómeno particular en
Cuba es que el 83,5% de los emigrantes son blancos.
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