"Dicen que viene llegando", cuidado con tu optimismo
La canción de este joven trovador es más que elocuente porque en ella se refleja muy bien cómo nos ven los de allá a los que andamos por acá.
Si el problema fuera por las orillas y no por las diferencias, sino existieran tantos tiburones y tantas amargas sales que agrietan las heridas, sino existieran tantas y tantas cosas que ensanchan este mar que nos separa, no tendríamos razones para discrepar de los ilusos que creen en los cantos de sirenas sobre la reconciliación entre cubanos, entonados por la alta jerarquía de la iglesia católica al servicio del régimen castro comunista que nos separó.
Nosostros, los de acá, siempre fuimos los malos, por eso nos bautizaron como gusanos, escoria, traidores, apátridas, contra revolucionarios, etc., fuimos los malos allá porque no aplaudimos las mentiras, no apoyamos las expropiaciones, confiscaciones, intervenciones, nacionalizaciones, los robos al descaro. Somos y fuimos los malos porque no comulgamos con la manipulación, la demagogia, los abusos. Somos los malos porque no aceptamos las imposiciones, el lavado de cerebro, la miseria a todas horas. Fuimos allá los fracasados, los que no tuvimos voz ni voto. Allá nunca aceptaron nuestros retos, nuestros desafíos, nuestra desobediencia. Nunca los de allá han entendido que preferimos estar acá en esta orilla, porque escogimos vivir sin patria, pero sin amos.
A la vuelta de los años los gusanos se han convertido en productivas mariposas comunitarias, las escorias en marielitos simpáticos a los que ya no se les condena por ser homosexuales y hasta se les ofrecen servicios especiales para cambios transexuales a bajos costos, los balseros son emigrantes económicos que van y vienen cargando con "de todo un poco", muchos de los que se ganaron el bombo se han convertido en mulas de carga de las agencias castristas, compitiendo con otros venidos por otras vías y con otras intenciones Los que no salimos en esos éxodos masivos, y tuvimos que esperar largos años por un permiso de salida, no estamos en el limbo. Tambien fuimos y somos los malos, sobre todo los que estamos en esta orilla dispuestos a defender al imperialismo yanqui, al mismo imperialismo que nos abrió sus brazosy nos brindó la ayuda necesaria para rehacer nuestras vidas partiendo desde cero, ya que los buenos de allá nos despojaron de lo poco que pudimos acumular durante los largos años que estuvimos obligados a trabajar para el único empleador existente en aquel entonces en la isla: el Estado Socialista Cubano.
Hace tiempo que los mandatarios mafiosos moncadistas descubrieron el filón de oro que brilla en esta orilla donde se trabaja, se lucha y se vive con decoro. Como la familia es la familia y la sangre siempre llama, nos agarraron por el cuello, por ahí nos han encadenado y nos han manipulado otra vez. Aunque estamos acá seguimos siendo parte de la legión de esclavos del clan de Birán.
Desde hace años las remesas familiares se han convertido en un gran negocio para el régimen castrista, pero ahora que Hugo Chávez se les está acabando, claman por incrementar el reencuentro, la reunificación familiar, los viajes y las remesas, el turismo y los desiguales intercambios culturales entre las dos orillas. Están con el agua al cuello y se han lanzado, desesperadamente, a pescar tontos útiles en esta orilla.
Le han cambiado la semántica a la palabra reconciliación. Ahora resulta que los malos de acá tenemos que reconciliarnos con los "buenos" de allá. Nos quieren arrebatar el derecho que tenemos los de acá y los de allá, a diferenciar amigos de enemigos. Yo nunca me peleé con mi pueblo, no tengo que reconciliarme con los cubanos de allá, ni tengo que confesarme ante una iglesia que se ha puesto al servicio de la dictadura castrista, ni tampoco he olvidado el sagrado lugar que representa para mi la tierra donde nací, aunque no ha sido mi patria por más de cinco décadas ya que unos mafiosos me la robaron. Simplemente me niego a reconocer como gobierno legítimo al régimen castro comunista que desgobierna la isla de Cuba. Nunca me reconciliaré con los mandatarios castristas, nunca me reconciliaré con el ejército de oportunistas y de Hs de P que mantienen y sostienen al régimen mafioso moncadista que ha destruído física y moralmente a la que una vez fue mi patria.
Lo digo y lo repito, no entro en esa comparsa que está organizando la iglesia castrólica dirigida por el cardenal Ortega, con ese llamado a la reconciliación nacional a través de un diálogo en el que solo caben todos los cubanos respetuosos ¿? que estén dispuestos a cooperar con el régimen que una vez los condenó al destierro, al exilio o a residir en tierras extranjeras. Resulta que también le han cambiado la semántica al adjetivo respetuoso, porque respetuosos son, según ellos, los aduladores, oportunistas, desvergonzados e inescrupulosos cubanos en esta orilla, que ya han sido captados y embriagados con los cantos de sirena y están dispuestos a cooperar y ayudar a prolongar la existencia del raulato. Como no quepo en esa definición de respetuosos, ni entro en esa ficticia reconciliación y cooperación entre "buenos y malos", entre "mafiosos y los auto proclamados cubanos de buena fe, democráticos liberales", soy y seré, una irreverenda irrespetuosa e irreconciliable, y lo digo con el infinito orgullo de estar acá, en la otra orilla, bailando en la misma salsa de Celia Cruz y no tan ingenua como W. Chirino que hace años pensó y cantó "ya viene llegando", porque sé que, al paso que vamos, el sociolismo cubano pica y se extiende.
Esperanza E Serrano
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