El arresto de un ex funcionario del Departamento de Estado de Estados Unidos y su esposa por espiar para Cuba, ocupó espacios importantes en los medios de comunicación a principios de junio de 2009. El hecho ocurre en un momento muy especial, en el que el presidente Barack Obama ha dado señales a los hermanos Fidel y Raúl Castro de estar dispuesto a abrir un nuevo capítulo en las relaciones de Washington con La Habana.
La larga historia de espionaje entre Cuba y Estados Unidos no es nada oculto. La televisión oficialista cubana la dio a conocer públicamente en 1979 con la serie En silencio ha tenido que ser, en la que una especie de James Bond cubano, interpretado por el actor Sergio Corrieri, se infiltra durante 20 años en la CIA. Se decía entonces que este superagente era una suma, en ficción, de la vida real de varios espías cubanos. Para muchos televidentes, fue una serie impecablemente dirigida por Jesús Cabrera, sobre una realidad innegable. Para otros era una exageración, concebida para aterrar aún más a la población con la muestra aparentemente palpable de los superpoderes de los servicios de inteligencia castristas, dentro y fuera de Cuba.
Tres décadas después, desertores de la inteligencia cubana han denunciado que en Estados Unidos operan no menos de 200 agentes e informantes al servicio de Cuba. En este mismo instante, 10 de ellos están tras las rejas: cinco agentes que los hermanos Castro reclaman como héroes, por lo menos el jefe de ellos involucrado en el derribo de dos avionetas civiles de la organización Hermanos al Rescate, que dejó un saldo de cuatro muertos; una analista de datos del Pentágono, que envió información secreta a Cuba durante décadas; dos profesores, marido y mujer, de la Universidad Internacional de la Florida; y ahora los esposos Walter Kendal Myers, de 72 años, y Gwendolyn Steingraber Myers, de 71, que habían trabajado para el G2 cubano durante 30 años.
La red de espionaje cubana va más allá de Estados Unidos. A finales de los 80 desertaron varios agentes de Castro en distintos puntos del planeta. El más famoso de ellos fue el mayor Florentino Azpillaga Lombard, jefe de la inteligencia cubana en la entonces Checoslovaquia comunista. Azpillaga Lombard desertó en Austria en junio de 1987 y de allí pasó a Estados Unidos, donde reveló los nombres de 350 agentes cubanos que presuntamente se habían infiltrado en ciertos niveles de gobiernos extranjeros. Este hombre obligó a Castro a restructurar todo el sistema de espionaje cubano en Europa. Reveló también que la Dirección General de Inteligencia de Cuba tenía entonces 2.086 agentes, y denunció que Fidel Castro había depositado varios millones de dólares en bancos suizos, y se beneficiaba de una impresionante flota de yates y mansiones a todo lujo en las 14 provincias cubanas. Acusó también a la cúpula gobernante de la isla de corrupta y de haber arruinado a Cuba.
A principios de octubre de 2000, otro agente cubano, Pedro Riera Escalante, fue arrestado en México mientras trataba de desertar, y finalmente resultó deportado a Cuba. Riera Escalante confesó a la prensa mexicana haber trabajado como espía desde que llegó al país azteca en calidad de cónsul en 1986. Admitió haber reclutado a un número récord de informantes mexicanos, entre funcionarios, empresarios, agentes de la inteligencia mexicana y periodistas. Este hombre comenzó sus actividades como agente en 1969, cuando era apenas un adolescente, y entre otras misiones suyas estuvo la de convencer al presidente de Mozambique, Samora Machel, en 1977, de expulsar al personal de la CIA de ese país africano. También trabajó en la redacción de un manual para capacitar a sus colegas cubanos en las técnicas de infiltrar a la CIA.
Cuba justifica sus actividades de espionaje como una respuesta a la conducta de la CIA contra el régimen de los Castro casi desde los primeros días de la revolución cubana, en 1959. También acusa a la inteligencia norteamericana de haber realizado 640 intentos de asesinato de Castro, cifra improbable que arroja un promedio de 12.8 intentos por año en los 50 años de poder castrista, es decir, poco más de uno por mes. Pero lo inexplicable es el despliegue de agentes cubanos en Europa, continente comúnmente ajeno al largo conflicto entre Washington y La Habana, y en México. Hay que recordar que a principios de los 90, Fidel Castro admitió en Brasil que Cuba había intervenido en todos los países latinoamericanos en apoyo a movimientos guerrilleros, con "la sola excepción de México".
Desde hace mucho tiempo, una notable cantidad de cubanos piensa que lo único que funciona correctamente en Cuba es la represión política, ejercida a través de los órganos de inteligencia, para garantizar la permanencia de los Castro en el poder. Que es imposible lograr tanta eficiencia en ese renglón, y a la vez producir suficiente bienestar para el pueblo. Una cosa o la otra. La pobrísima calidad de vida existente en Cuba parece darles la razón. Más aun, el castrismo ha vendido su servicio de inteligencia y seguridad personal a numerosos gobernantes de todo el mundo. Ocurre en Africa desde los años 70, y es la palanca de cambio más importante que La Habana tiene para mantener vivo el intercambio de productos por servicios con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. No es de extrañar que, más o menos una vez al mes, Chávez denuncie que hubo un complot para asesinarlo. Tiene un buen maestro en esa táctica. El escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner ha dicho que estas denuncias de Chávez podrían ser, en realidad, producto de una conspiración de los servicios de inteligencia cubanos para hacerle creer al líder venezolano que está a punto de ser asesinado. De este modo, dice Montaner, Chávez sentirá una necesidad mayor de estar custodiado por agentes cubanos, y así Castro corre menos riesgo de perder la ayuda, inclusive petróleo, que Venezuela suministra al régimen de La Habana, que desde siempre ha podido sobrevivir gracias a la presencia de un benefactor. Durante 30 años, ese benefactor fue la Unión Soviética. Desde hace casi una década, lo es Chávez.
La verdad completa se sabrá algún día cuando no haya castrismo en Cuba, de la misma manera que se supo de las actividades de la temible KGB soviética, organismo que entrenó a los agentes cubanos, cuando en 1991 se desintegró el estado de "obreros y campesinos" que había fundado Lenin tras la revolución rusa de 1917.
fuente: http://www.contactomagazine.com
La larga historia de espionaje entre Cuba y Estados Unidos no es nada oculto. La televisión oficialista cubana la dio a conocer públicamente en 1979 con la serie En silencio ha tenido que ser, en la que una especie de James Bond cubano, interpretado por el actor Sergio Corrieri, se infiltra durante 20 años en la CIA. Se decía entonces que este superagente era una suma, en ficción, de la vida real de varios espías cubanos. Para muchos televidentes, fue una serie impecablemente dirigida por Jesús Cabrera, sobre una realidad innegable. Para otros era una exageración, concebida para aterrar aún más a la población con la muestra aparentemente palpable de los superpoderes de los servicios de inteligencia castristas, dentro y fuera de Cuba.
Tres décadas después, desertores de la inteligencia cubana han denunciado que en Estados Unidos operan no menos de 200 agentes e informantes al servicio de Cuba. En este mismo instante, 10 de ellos están tras las rejas: cinco agentes que los hermanos Castro reclaman como héroes, por lo menos el jefe de ellos involucrado en el derribo de dos avionetas civiles de la organización Hermanos al Rescate, que dejó un saldo de cuatro muertos; una analista de datos del Pentágono, que envió información secreta a Cuba durante décadas; dos profesores, marido y mujer, de la Universidad Internacional de la Florida; y ahora los esposos Walter Kendal Myers, de 72 años, y Gwendolyn Steingraber Myers, de 71, que habían trabajado para el G2 cubano durante 30 años.
La red de espionaje cubana va más allá de Estados Unidos. A finales de los 80 desertaron varios agentes de Castro en distintos puntos del planeta. El más famoso de ellos fue el mayor Florentino Azpillaga Lombard, jefe de la inteligencia cubana en la entonces Checoslovaquia comunista. Azpillaga Lombard desertó en Austria en junio de 1987 y de allí pasó a Estados Unidos, donde reveló los nombres de 350 agentes cubanos que presuntamente se habían infiltrado en ciertos niveles de gobiernos extranjeros. Este hombre obligó a Castro a restructurar todo el sistema de espionaje cubano en Europa. Reveló también que la Dirección General de Inteligencia de Cuba tenía entonces 2.086 agentes, y denunció que Fidel Castro había depositado varios millones de dólares en bancos suizos, y se beneficiaba de una impresionante flota de yates y mansiones a todo lujo en las 14 provincias cubanas. Acusó también a la cúpula gobernante de la isla de corrupta y de haber arruinado a Cuba.
A principios de octubre de 2000, otro agente cubano, Pedro Riera Escalante, fue arrestado en México mientras trataba de desertar, y finalmente resultó deportado a Cuba. Riera Escalante confesó a la prensa mexicana haber trabajado como espía desde que llegó al país azteca en calidad de cónsul en 1986. Admitió haber reclutado a un número récord de informantes mexicanos, entre funcionarios, empresarios, agentes de la inteligencia mexicana y periodistas. Este hombre comenzó sus actividades como agente en 1969, cuando era apenas un adolescente, y entre otras misiones suyas estuvo la de convencer al presidente de Mozambique, Samora Machel, en 1977, de expulsar al personal de la CIA de ese país africano. También trabajó en la redacción de un manual para capacitar a sus colegas cubanos en las técnicas de infiltrar a la CIA.
Cuba justifica sus actividades de espionaje como una respuesta a la conducta de la CIA contra el régimen de los Castro casi desde los primeros días de la revolución cubana, en 1959. También acusa a la inteligencia norteamericana de haber realizado 640 intentos de asesinato de Castro, cifra improbable que arroja un promedio de 12.8 intentos por año en los 50 años de poder castrista, es decir, poco más de uno por mes. Pero lo inexplicable es el despliegue de agentes cubanos en Europa, continente comúnmente ajeno al largo conflicto entre Washington y La Habana, y en México. Hay que recordar que a principios de los 90, Fidel Castro admitió en Brasil que Cuba había intervenido en todos los países latinoamericanos en apoyo a movimientos guerrilleros, con "la sola excepción de México".
Desde hace mucho tiempo, una notable cantidad de cubanos piensa que lo único que funciona correctamente en Cuba es la represión política, ejercida a través de los órganos de inteligencia, para garantizar la permanencia de los Castro en el poder. Que es imposible lograr tanta eficiencia en ese renglón, y a la vez producir suficiente bienestar para el pueblo. Una cosa o la otra. La pobrísima calidad de vida existente en Cuba parece darles la razón. Más aun, el castrismo ha vendido su servicio de inteligencia y seguridad personal a numerosos gobernantes de todo el mundo. Ocurre en Africa desde los años 70, y es la palanca de cambio más importante que La Habana tiene para mantener vivo el intercambio de productos por servicios con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. No es de extrañar que, más o menos una vez al mes, Chávez denuncie que hubo un complot para asesinarlo. Tiene un buen maestro en esa táctica. El escritor y periodista cubano Carlos Alberto Montaner ha dicho que estas denuncias de Chávez podrían ser, en realidad, producto de una conspiración de los servicios de inteligencia cubanos para hacerle creer al líder venezolano que está a punto de ser asesinado. De este modo, dice Montaner, Chávez sentirá una necesidad mayor de estar custodiado por agentes cubanos, y así Castro corre menos riesgo de perder la ayuda, inclusive petróleo, que Venezuela suministra al régimen de La Habana, que desde siempre ha podido sobrevivir gracias a la presencia de un benefactor. Durante 30 años, ese benefactor fue la Unión Soviética. Desde hace casi una década, lo es Chávez.
La verdad completa se sabrá algún día cuando no haya castrismo en Cuba, de la misma manera que se supo de las actividades de la temible KGB soviética, organismo que entrenó a los agentes cubanos, cuando en 1991 se desintegró el estado de "obreros y campesinos" que había fundado Lenin tras la revolución rusa de 1917.
fuente: http://www.contactomagazine.com
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