La vída de los espías castristas termina siendo un calvario vaciado de aventuras y viciado de recuerdos torturantes. En este blog presenté hace unos días el video en el que se muestra lo que es hoy la existencia de Pablo Roque, el espía criminal que chivateó las avionetas de Hermanos al Rescate, el personaje que estuvo en el origen del asesinato de cuatro jovenes cubanos. Su existencia actual es lamentable, alcoholizado completamente, vive soñando con irse a España, pues al parecer extraña el capitalismo; su pareja es una de estas mujercitas cubanas insoportables que no puede parar la lengua ni un segundo, y no precisamente para dar placer.
René González, uno de los Cinco espías terroristas de la Red Avispa, enjuiciados en Estaods Unidos, fue liberado recientemente, aunque se le dio la orden de quedarse en Miami durante tres años; esa orden fue levantada en vísperas de la visita del Papa Benedicto XVI a Cuba, y pudo viajar a la isla a reunirse con su familia gracias a la decisión de una jueza y a la justicia norteamericana. Normalmente debería regresar, porque regresó con esa condición.
Francamente, debo admitir que me equivoqué, yo pensaba y así lo pronostiqué que el espía sería mostrado en la Plaza de la Involución, en la tribuna, durante la misa, pero no fue así. Lo que no quiere decir más que lo que ya sabemos, que el espía está en baja. El espía no solamente deberá vivir con el cargo de conciencia de haber espiado a sus compatriotas, además de haberlos asesinado, y de haber conspirado para dos tiranos (bajo sus órdenes) que han hundido a Cuba en lo más profundo de la tragedia, para colmo tendrá que pagar callando en el más absoluto de los anonimatos. Allá él con su condena. Llegó a Cuba y dejó de ser un héroe. Magnífico.
Pero todo hay que decirlo, por otro lado, el espía y los castristas se esperaban que los exiliados le harían algo, que lo eliminarían, que al menos le tiraran un taquito o un hollejo, y así lo advirtieron. Cuánta decepción para los Castro y para el espía: Los exiliados cubanos, incluso los más guaposos, los que se comen el mundo, no le dieron ni un pellizco, no le rallaron ni un yiti, vaya, ni un escupitajo le lanzaron. René González se fue como cualquier mula cerrera de paquetes y pacotilla, y debe estar ahora emborrachándose con Pablo Roque, a la espera de una misión que no vendrá nunca.
Y decir que unos cuantos músicos cubanos viajaron hasta el imperio a cantarle a estos Cinco miserables, más olvidados hoy que nunca.
Zoé Valdés.
http://zoevaldes.net/?p=41979
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