Por: José Alberto Álvarez Bravo
La barbarie cometida por sus carceleros contra Niurka Luque Álvarez, a quien el Capitán Israel le dio golpes cuando reclamó sus medicamentos para la epilepsia, demuestra la perversidad sin límites a que puede descender un ser humano cuando la impunidad protege y alienta sus inicuas tentaciones.
Con independencia de su condición de Dama de Blanco y activista de DDHH, Niurka es para nosotros como una hija, y sabemos que ocupamos un lugar prominente en sus afectos. De ahí que cuando conocimos del pérfido actuar del esbirro, de inmediato nos dimos a la tarea de redactar una breve nota de condena, rubricada por cien personas de diversos niveles de notoriedad dentro de la sociedad civil cubana.
La crueldad injustificada e innecesaria contra Niurka no es, lamentablemente para nuestro país, un caso aislado ni mucho menos, sino una norma corriente por parte del aparato represivo de un régimen que solo puede permanecer en el poder mediante la barbarie generalizada, pero lo que le da un carácter peculiar es que se trata de una mujer que a la sazón se encontraba en una celda de castigo por negarse a vestir el uniforme de reclusa común, siendo políticos los motivos de su encierro, sola, reducida a la obediencia, y enferma crónica.
Lo mas preocupante es que este mal de la brutalidad punible contra seres indefensos hace metástasis en toda la isla, y ya el diálogo y la solución negociada es algo descartado del imprescindible abanico de opciones para el arreglo de diferendos. Tampoco es la primera vez que Niurka recibe golpes propinados por “hombres”, pues entre otras ocasiones, el 8 de diciembre de 2010 fue golpeada mientras la secuestraban en la esquina de Calzada y K, en El Vedado, para impedirle llegar a nuestro domicilio.
Durante demasiado tiempo, el régimen castrista ha oprimido y vejado al pueblo cubano, apoyado en el silencio cómplice de la opinión pública internacional, muchos gobiernos extranjeros, y una oportunista e interesada izquierda bistec, pero la noticia sobre el compromiso de la Ministra alemana de Familia, Kristina Schroder, de luchar por la liberación de Niurka, ha significado un rayo de esperanza para quienes dentro de Cuba arriesgamos todo en aras de que el mundo conozca la verdadera cara de la dinastía Castro.
A título personal, y también a nombre de mi esposa, la Dama de Blanco y golpeada varias veces –pese a tener mas de sesenta años- Lilia Castañer Hernández, queremos agradecer su noble gesto para con Niurka, extensivo a todos los cubanos víctimas del gobierno más brutal que ha padecido nuestro país en toda su historia, así como a la Sociedad Internacional por los Derechos Humanos (IGMF, por sus siglas en alemán) y a todas las personas de buena voluntad que nos entienden y apoyan.
Con la ayuda de hombres y mujeres sensibilizados con nuestra causa, en todos los confines del orbe, Cuba alcanzará la libertad a que tiene derecho, pues son muy fuertes las coyundas que nos atan para salir solos de este nefasto trance.
¡Solidarios de todos los países, uníos!
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