LA HABANA, Cuba, junio, http://www.cubanet.org/ -Alexandr Solzhenitsyn creó un mundo metafórico, definido por los campos de reclusión diseminados como islas en la antigua geografía soviética, que en su conjunto fue nombrado por el Premio Nobel de Literatura y ex preso político ruso, Archipiélago Gulag, “cotos cerrados incrustados como una tabla polícroma dentro de otro país, impregnando sus ciudades, flotando sobre sus calles. A pesar de ello, quienes no formaban parte de él, no podían advertir su presencia. Y si bien eran bastantes los que tenían de él aunque fuera una vaga referencia, solo lo conocían bien quienes lo habían visitado”.
En Cuba también tenemos nuestro Gulag. Un gigantesco sistema penitenciario, donde decenas de miles de personas permanecen hacinadas, al extremo de no existir suficientes camas, por lo que muchas duermen en el suelo, en condiciones higiénicas precarias, con aguas contaminadas, mala alimentación y atención medica insuficiente.
Según el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, confeccionado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), había en Cuba 487 presos por 100 000 habitantes (en 2007), el sexto lugar a nivel mundial. Por su parte, el Pocket World in Figures, 2011 Edition, de The Economist estima 531 reclusos por 100 000 habitantes, para la quinta posición detrás de Estados Unidos (753), Rusia (660), Ruanda (593) e Islas Vírgenes US (561). El periódico Granma, el 22 de mayo, reconoció la existencia de 57 337 prisioneros, lo cual arroja 512 por 100 000 habitantes, indicador que mantiene a Cuba en la quinta posición, dado que el territorio que le sigue dista de los 500 presos por 100 000 habitantes.No obstante, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional que desde hace años monitorea la situación en las cárceles cubanas, estima que existen entre 65 000 y 70 000 presos, con lo que el coeficiente cubano podría llegar a 625 reclusos por 100 000 habitantes, el segundo del mundo. Un argumento que utiliza la CNDHRC para avalar su estimado es que en los 57 337 reclusos, informados ahora por Granma, no están incluidos quienes se encuentran en las cárceles militares.
Hasta 1959, Cuba no tenía altos niveles de delincuencia, por lo que no abundaban los centros penitenciarios. Desde entonces han surgido cárceles por doquier distribuidas por todo el territorio nacional. Ninguna de las actuales 15 provincias carece de centros de reclusión de alta severidad, y otros con diversos grados de rigor, incluidos “campamentos de reeducación” para hombres y mujeres. Las causas de este deplorable escenario están en la crisis económica, política y social imperante desde hace decenios. Muchos ciudadanos son empujados al delito por un sistema que no permite ganarse la vida honestamente, a lo que se agrega un injusto ordenamiento jurídico que entre otras aberraciones tiene la Ley de Peligrosidad, con penas de hasta 4 años, mediante la cual se puede condenar a prisión sin pruebas, únicamente por la suposición de que una persona podría cometer un delito.
La población penal proviene predominantemente de los estratos más desvalidos de la sociedad. Quienes hemos estado recluidos en las prisiones sabemos que más del 80,0% de los reclusos son negros, mestizos y jóvenes, predominantemente de las regiones del país más atenazadas por la miseria. En las cárceles impera la violencia y son frecuentes los asesinatos y suicidios de personas desesperadas o desequilibradas por años de vivir en condiciones inhumanas. La modificación del draconiano Código Penal vigente resulta urgente, conjuntamente con la eliminación de leyes injustas como la de peligrosidad, así como la revisión de condenas irracionales, tales como las dictadas por el sacrificio ilegal de ganado, que en ocasiones son más severas que las aplicadas por asesinato a seres humanos.
Mientras no se resuelvan los graves problemas económicos, políticos y sociales, y los cubanos puedan tener una vida digna fruto de su trabajo honesto, será imposible disminuir la cantidad tan elevada de personas encarceladas en Cuba, fenómeno causante de degradación humana, y de una enorme carga sobre la economía para el mantenimiento del inmenso Gulag Caribeño.
Fuente: http://www.cubanet.org/
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