Adecuando el lenguaje religioso
Ahora que ciertos altos funcionarios de la iglesia católica cubana parecen haber encontrado el equilibrio perfecto entre la práctica de la fe y la comunión con la dictadura, y que su vocero de prensa ha demostrado tanto talento para imitar el discurso oficial de los guerrilleros jubilados, quizás es el momento de “renovar” el lenguaje del clero y ajustarlo al apogeo del momento y de tan peculiares alianzas.
Por ejemplo, la revista Palabra Nueva podría ser más combativa y convocar a los fieles a labatalla para recibir al Papa Benedicto XVI. También debería llamar a los católicos militantes más convencidos a que estén en la primera trinchera de combate para defender las conquistas del cardenal Jaime Ortega, y a que salgan al paso, con toda intransigencia revolucionaria, a los disidentes, mercenarios al servicio de Lucifer que pretenden desunir y confundir a los creyentes verdaderos de la iglesia cubana haciendo injustos reclamos sociales que comprometen la inmaculada imagen de este bondadoso gobierno. Un católico consecuente deberá callar ante los atropellos a su prójimo y mirar piadosamente hacia otro lado cuando los agentes del gobierno repriman a otros cubanos. Ante las provocaciones de los fariseos mercenarios hay que mantenerse en pie de lucha en todas las iglesias, sobre todo si esto ocurre en vísperas de la visita del Papa.
La prédica bien podría precisar que las iglesias son para los católicos revolucionarios y se deben organizar misas de repudio contra quienes pretendan desviar la verdadera esencia de la institución: defender hasta la última gota de sangre la unidad Ortega-Castro, única y auténtica intérprete de la voluntad divina. Ningún católico de a pie tendrá el derecho de cuestionarse a los administradores del culto, la política no es asunto de la Iglesia… sino del Cardenal, que –y esto quede bien claro– no son lo mismo, aunque es igual.
Puede que bajo estos principios de barricada la Iglesia no resulte muy convincente a los efectos de su misión espiritual, quizás hasta pierda adeptos nuevamente, como cuando el Manifiesto Comunista se impuso sobre la Biblia. Hay que recordar que en años más recientes los creyentes revolucionarios se incorporaron con entusiasmo a las filas de un partido que hasta poco antes los perseguía y los hostigaba; y en un amable gesto de amor a sus semejantes muchos militantes comunistas comenzaron a colgar crucifijos de sus cuellos, bautizaron a sus hijos y regresaron a las misas, lo que demuestra que las actuales alianzas tienen raíces de larga data. En lo persdonal, dudo de la integridad moral de los que alguna vez renegaron de la que hoy dicen es su fe. Pero insisto en el tema de renovar el lenguaje oficial de la Iglesia. Pienso que al menos de esta manera el discurso religioso sería más coherente. Veremos más adelante si sería conveniente también cambiar el color de las sotanas. Después de todo el verdeolivo es un bonito color, y combinaría armoniosamente con el de los ojos de nuestro bien amado Cardenal.
Nota final: En el momento en que estoy subiendo este post, lunes 26 de marzo, 11:25 am. hay operativos alrededor de las casas de numerosos opositores, disidentes y activistas de la sociedad civil cubana. Tal es el caso de Orlando Luis Pardo. Muchos teléfonos móviles o fijos han sido interrumpidos. La jauría anda en aquelarre.
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